Por Lucio Garriga Olmo
El próximo domingo Alemania, la locomotora de Europa, tendrá elecciones donde más de 62 millones de habitantes elegirán a los 630 miembros del Poder Legislativo, el famoso Bundestag, donde las distintas fuerzas políticas elegirán a la próxima o el próximo Canciller hasta el año 2021.
La Canciller alemana, Angela Merkel, en el poder desde el 2005, busca su tercera reelección bajo la Unión Demócrata Cristiana (CDU). La principal figura de la oposición es Martin Schulz del Partido Socialdemócrata (SPD). Ambos partidos son los mismos que hoy integran la gran coalición de gobierno, con la CDU en mayoría y el SPD en minoría, y todo hace indiciar que así volverá a hacer luego de las elecciones.
Las particularidades de la elección
Lo llamativo de estos sufragios es que todo hace indicar que ya hay un ganador. El oficialismo encabeza todas las encuestas con un 37% y una diferencia de 17 puntos con su competidor más cercano, el SPD. Sólo una catástrofe le haría perder las elecciones a Merkel y parece muy poco probable que pueda ocurrir. Lo distintivo está en otro lado: en la cantidad de partidos políticos que tienen serias posibilidades de entrar en Parlamento Federal y el crecimiento de la extrema derecha bajo el partido Alternativa para Alemania (AFD).
Según la ley electoral alemana, una fuerza política necesita como mínimo un 5% de los votos para poder ingresar en el Bundestag y según las últimas encuestas hay seis partidos que lo lograrían: los mencionados CDU y SPD, el izquierdista Die Linke, el partido liberal FDP, el partido verde Die Grünen y la ultraderecha AFD. Destacan el FDP que volvería a la Cámara luego de unas desastrosas elecciones en el 2013 donde sólo obtuvo un 4,8% de los votos y la derecha euroescéptica que entraría por primera vez desde su fundación en 2013.
Alternativa por Alemania, que lleva como candidatos a Alexander Gauland y Alice Weidel, presenta un gran crecimiento si se tiene en cuenta que con sólo cuatro años de vida está a punto de obtener representación parlamentaria federal. Además, hay que destacar que ya tiene legisladores en 13 de las 16 regiones electorales del país y que en su primera elección obtuvo más de dos millones de votos con un 4,7%. Con un discurso antiinmigración y un completo rechazo a los paquetes económicos que destina Alemania hacia Grecia, AFD ha logrado capitalizar el voto ultraderechista y neonazi en un solo partido político.
A principio de año su crecimiento y la existencia de partidos hermanos en todo el continente como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia o el Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders en Holanda provocaron un gran temor en Europa ante el papel que podrían llegar a obtener estas fuerzas que basan sus discursos en un fuerte rechazo al islam y a los refugiados y que proponen una posible salida de la Unión Europea. Alternativa Para Alemania, que ha enfrentado serios problemas durante la campaña por su propaganda acusada de racista, a partir de los resultados del próximo domingo se puede afirmar como la tercera fuerza nacional.
La tranquilidad de Merkel, los problemas de Schulz
A principio de año Alemania vivió un frenesí político que hace mucho tiempo no se veía: el opositor SPD con Schulz a la cabeza le podía competir electoralmente a Merkel. El famoso “efecto Schulz” parecía darle cierta incertidumbre a las elecciones y una esperanza a la socialdemocracia. Durante aquellos meces Merkel dijo que se enfrentaba a la “campaña más dura” y el SPD se mostraba unido y confiado al elegir a su actual líder con el 100% de los votos de los afiliados, algo muy inusual desde que se fundó el partido en 1863.
Hoy queda muy poco de aquel “efecto Schulz” que se fue desinflando poco a poco. Merkel hizo su campaña apoyándose en ella misma. “Ustedes me conocen”, dice Mutti (mamá), como le dicen algunos, y es cierto. Apostó a la continuidad de sus políticas que viene realizando desde el 2005 y que hoy colocan a Alemania como la principal economía de Europa, líder de la Unión Europea y un país muy importante en la geopolítica internacional.
Con un discurso de derecha que se sabe acomodar a las coyunturas políticas del momento, Merkel no tiene que explicar qué va a hacer si es reelegida porque la gente ya lo sabe y porque lo ha demostrado en sus 12 años de gobierno. Esto es exactamente lo contrario a lo que le pasa a Schulz, él se ve obligado a explicar qué va a ser en caso de ser elegido Canciller pero se ve muy limitado al hacerlo porque si critica a Merkel también critica a su partido que forma parte de la coalición de gobierno y si no lo hace, es decir, no se diferencia del oficialismo ¿Por qué votarlo?. El SPD se enfrenta al problema de tener que diferenciarse de un gobierno del que es parte para poder formar su propio gobierno. Por ejemplo, ambos partidos proponen bajar los impuestos en 15 mil millones de euros. El SPD se debe diferenciar de la CDU pero le cuesta demasiado.
En cuanto a su programa Merkel promete alcanzar el pleno empleo para el año 2025, hoy el desempleo es el más bajo desde la reunificación con el 5,8%, aumentar la seguridad nacional con la creación de 15 mil puestos de policía y una política exterior con una fuerte impronta europea: “Una Europa fuerte significa una Alemania fuerte”, dice el programa de gobierno.
El programa del SDP no se diferencia mucho del de Merkel, también propone crear 15 mil nuevos puestos para la policía pero rechaza las leyes más duras para luchar contra el terrorismo, propone un aumento del presupuesto en educación y la investigación y reclama más inversión pública en educación, infraestructura y tecnología. Uno de los problemas más grandes que enfrenta el partido es contar en su espalda con la “Agenda 2010”, una serie de medidas de flexibilización laboral implementadas por el socialdemócrata Gerhard Schröder a principios de siglo que lo alejaron de los obreros, sus históricos votantes, y de lo que todavía no se pudo recuperar.
El futuro alemán
Después de las elecciones del domingo llegará la hora de formar las posibles coaliciones de gobierno, se necesitan 338 escaños para logarlo, y la actual CDU-SPD parece ser la que mejor posibilidades tiene de lograrlo. Merkel se encamina a una nueva victoria que le posibilitará permanecer en el poder hasta el 2021 y seguir liderando a un contiene que se mueve al ritmo alemán.
A pesar de su posible victoria, Merkel deberá lidiar con una política alemana que parece estar muy fragmentada: desde la reunificación nunca hubo tantos partidos políticos habilitados para las elecciones como hoy en día, y hay que tener en cuenta que de los 42 partidos que se presentarán, 16 lo harán por primera vez. Además, la ultraderecha quiere demostrar que llegó para quedarse ya que puede convertirse en la tercera fuerza nacional.
Si Merkel gana no se esperan grandes cambios en sus políticas, como ella misma dijo: los alemanes la conocen y el mundo también.