Por Julia Varela, desde Asunción. El sábado se cumplió el primer aniversario de la Masacre de Curuguaty, que el 15 de junio del año pasado dejó un saldo de once campesinos y seis policías muertos durante un brutal desalojo de una toma de tierras estatales en Paraguay, y que fue uno de los detonantes del juicio político express a Fernando Lugo.
A 278 kilómetros de la ruta que une Asunción con el este paraguayo, está Marina Kue; 2 mil hectáreas de tierra colorada que pertenecían a la Industrial Paraguaya y que en 1967 fueron donadas a la Armada nacional. En 2004, por la presión de los movimientos sociales y campesinos, esas tierras se desafectaron de la Fuerza y fueron entregadas al Instituto de Desarrollo Rural y de Tierra (INDERT), para que puedan ser utilizadas en la reforma agraria.
Paraguay es un país en el que 80% de la tierra está en manos del 2,5% de la población. El avance del latifundio y el agronegocio afecta cada vez más a los pequeños productores y campesinos obligándolos a dejar sus territorios y migrar a los grandes conurbanos de Asunción.
La Masacre de Curuguaty se dio en ese marco: campesinos sin tierra que veían que Marina Kue era un territorio deshabitado, que era posible tomar. Hubo ocho ocupaciones. El 15 de junio de 2012 fue la última: 300 policías, entre los que había escuadras del grupo Geo, armas largas, balas de plomo y un helicóptero, los desalojaron. Hubo once campesinos y seis policías asesinados. Esta Masacre fue uno de los elementos que detonó el juicio político al ex presidente Fernando Lugo.
“En el momento en el que el INDERT iniciaba el juicio de mensura judicial para la titulación de las tierras (de Marina Kue), la empresa Campos Morombi S.A. -propiedad de Blas N. Riquelme- inició en paralelo un juicio de usucapión para apropiarse de esas tierras. Riquelme consiguió paralizar la mensura judicial a la vez que en el tiempo récord de cinco meses obtuvo la sentencia que le otorgó la supuesta propiedad por usucapión de las tierras”, sostiene el abogado Hugo Valiente, quien formó parte del equipo técnico que desarrolló el informe de la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay sobre la causa.
Aún así la Empresa Campos Morumbí -que tiene otras dos mil hectáreas en otro distrito- no consiguió el título de Marina Kue. Hubo un error en los papeles y la numeración de las tierras de Riquelme no coincide con las que eran de la Armada.
Marina Kue, pueblo mba’e: las tierras de Marina Kue son del pueblo
Al día de hoy, la causa está en manos del Fiscal Jalil Rachid, amigo de la familia Riquelme e hijo de un senador del Partido Colorado (que ganó las últimas elecciones presidenciales), Blader Rachid, quien sostiene que los campesinos son los responsables de la masacre.
Todavía no se resolvió quién es el titular de las tierras de Marina Kue, pero aún así el pasado 13 de junio la jueza Janine Ríos notificó a las partes que a partir del 18 del mismo mes se llevará adelante la audiencia preliminar del caso -que fue suspendida en tres ocasiones- con la Fiscalía General del Estado. Allí se instará a las autoridades a avanzar sobre la investigación que determine quién es el dueño de las tierras.
A los campesinos se los acusa de “invasión de propiedad privada, y por consiguiente, de asociación criminal y homicidio doloso en grado de tentativa”, porque consideran que fueron ellos quienes enfrentaron a la policía.
Pero las distintas organizaciones que confluyen en la Articulación Curuguaty y que están siguiendo el caso se preguntan: “¿Sin el título de las tierras de Marina Kué, cómo se va a comprobar la invasión de propiedad privada? ¿De quiénes son las tierras donde murieron 17 paraguayos y quién tenía derecho a ordenar la intervención policial?”. Al fiscal Rachid eso no le interesa, sostiene que “definir la titularidad de las tierras es una dilación innecesaria”.
En la causa hay 60 imputados, campesinos que no necesariamente estaban en la zona cuando se sucedió la toma, pero que sus nombres figuraban en un cuaderno que fue encontrado en el campamento o fueron detenidos cuando se presentaban en hospitales preguntando por los caídos.