Por Emiliano S. Con más de diez años de carrera, Moscato prepara su ópera prima y adelante lo que será el próximo Festival de Guitarras del Tango.
Carlos Juárez, Melingo, Pepe Trelles, Nelly Omar, Abel Córdoba y tantos otros próceres del 2 x 4 tuvieron la guitarra de Maximiliano Moscato Luna sacándole chispa a cada verso. Quizás, el ciclo que llevó adelante junto con Cucuza Castiello en “El Tango Vuelve al Barrio” logró instalar el potencial y la irreverencia de uno de los guitarristas que desde el tango despliega una actitud rockera ineludible. Marcha dialogó con él en exclusiva y acá te lo cuenta.
-¿Cómo arrancó tu vínculo con la viola?
Mirá, yo vengo de Villa Corina. De la villa misma. Arranqué de un día para el otro con la guitarra, queriendo hacer algo distinto de lo que se venía viendo en mi barrio. De alguna manera fue escaparle al choreo, a la falopa. Yo quería otra cosa para mi vida, por eso me dediqué a la música. De repente, de jugar a cazar ranas, jugar en la zanja, se empezaron a perder los códigos.
-¿Vos tenés familiares músicos?
No. A mi viejo le gustaba ir a escuchar a bolichones, a tomar un vino o varios (risas). Y un día cayó una guitarra de un pibe que la había traído de un choreo. Y me quedó el gustito por la viola. Arranqué tocando introducciones de chacareras y zambas, pero todo de oído. Recuerdo que debutamos en un club de barrio folklórico, pero no sabía acompañar, era limitado. Entonces traté de estudiar en un instituto municipal de Avellaneda, pero llegó un momento que no había guita para el boleto. Y ahí aprendí sacando de acá, de allá.
–¿Por qué el tango? ¿Cómo te acercaste a ese género?
Una noche en San Telmo vi a unos chabones viejos tocando y me atrapó lo que hacían. Resulta que estos tipos necesitaban a alguien que tocara ahí. Pero me pedían una lista de temas que yo no sabía. La pregunta era cómo hago para aprender todo esto. Me fui al Parque Rivadavia y me llevé un par de discos de Gardel. Y solito saque todos los temas en todas las tonalidades. Cuando fui a ensayar no tenía el swing pero podían cantar arriba tranquilamente. Yo creo que cuando uno acompaña el cantor te cuenta la historia y vos le pintás el paisaje. Y cuando el tipo deja de narrar, ahí estás vos y seguís en esa “parrilla” pintando.
–¿Qué violeros te influenciaron o los sentís como referencia en este ambiente?
Toqué con muchos. Salinas es un musicazo. Puedo nombrarte a Rubén Díaz, el que me lleva a la música de cuyo. Pero también puedo nombrarte al Mono Pereyra. Otro gran referente. Y sin duda alguna a Juanjo Domínguez. De hecho, voy a armar un Festival de Guitarras del Tango, porque nadie hace nada por las guitarras del tango. Los convoqué a todos, respondieron positivamente, y vamos a homenajear, principalmente, a Juanjo como padrino del Festival. ¿Por qué? Porque nadie lo ha reconocido todavía como se merece. Y eso es porque no se murió.
–Ahora que mencionás a Gardel. ¿Creés que las nuevas generaciones que se acercan al tango lo hacen a través de las Orquestas Típicas y no de las guitarras?
El tango ha dejado de ser acartonado. Gracias a la Orquesta Típica Fernández Fierro, por ejemplo, o la Astillero, Ardit y su Orquesta, todo esto está resurgiendo y transformándose. Y nosotros no nos damos cuenta que también estamos haciendo escuela. Lo importante acá es que se escriban tangos nuevos. Ahora, la guitarra no sólo es primordial en el tango. Es primordial en la vida. A una fiesta no llevás un piano, ¿entendés? Pero la escala es así: pistas, bailarines, bailarines-orquestas, bailarines-orquesta-cantor y de última la guitarra. Yo trato de difundir la viola.
–Contanos del disco y para cuándo lo pensás sacar.
Yo estoy solo en la producción de mi disco. Como la mayoría de los músicos, sin apoyo. Aunque hemos marchado, pienso en marchas de la UMI, veo que hasta que no le toquen el bolsillo a todos no vamos a salir. El disco lo grabé como cuatro o cinco veces. Porque conocí a gente en todos estos años y quiero que esos violeros estén. En este ambiente todos te sacan lo malo, es un ambiente jodido. Cuando ves a un violero virtuoso que se toca 200 acordes te perdiste la armonía original. Y cuando vos querés sacar ese tema, a quién recurrís: al que toca claro y sin adornos.
En el disco vas a encontrar temas míos y clásicos. Y agregué algo loco que me pasó: yo voy escuchando música en la calle, en todos lados, y escuché una tonada que me cayó de tal manera que me hizo llorar mal. La puse en repetición y la grabé con los arreglos originales pero no sabía de quién era. Resulta que una noche me presentan a un guitarrista mendocino, Raúl Rubilar. Le conté la tonada, hablando de Villavicencio, y el tipo me dice: “La tonada se llama “Corazón Triste” y yo soy el autor”. Me quedé duro.
En cuanto a la presentación, estoy evaluando escenarios. Lo más probable es que el disco salga en julio y lo presentemos en septiembre.
En adelanto para Marcha, les dejamos esta hermosa versión de “El Abrojito” que formará parte de su ópera prima.
Próximas fechas de Moscato Luna:
21 de Junio en El Faro (Av. Constituyentes 4099) junto con Cucuza Castiello, a las 21.30 hs. Entradas: $50.
El 13 de Julio en el Ciclo “Cuyo en la Piel”, Folclore cuyano y tango, en La Peña del Colorado (Güemes 3657)
El 25 de Julio en el Ciclo “Cómo te quiero hermano”, junto con Cucuza Castiello, Chino Laborde y Dipi Kvitko en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764)