Por Mauricio Polchi / @MauriElBueno
Se recrudece el conflicto por los 600 despidos de PepsiCo. Las y los trabajadores mantienen la toma en la planta de Florida a pesar de la amenaza de desalojo.
“Si no hay pan para nuestros hijos, que no haya paz para los empresarios”, se lee en la bandera que atraviesa todo el ancho de la populosa Avenida Corrientes. “Familias en la calle, Nunca Más”, se advierte en otra. Las despedidas y los despedidos de PepsiCo plantaron ese mensaje en el emblemático Obelisco. Sus rostros y sus pancartas, en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, mostraron la peor cara de la crisis económica argentina, que por ahora no se detiene y sólo crea y recrea más pobres y más desocupados. La postal que atravesó la mañana porteña del martes 4 de julio comenzó a las 8 con un corte sobre la 9 de julio, siguió con una marcha hacia el Ministerio de Trabajo y concluyó con una movilización al Congreso de la Nación.
Estado de situación
La trasnacional Pepsico es un monstruo planetario. Una de las mayores corporaciones de alimentos y bebidas. Tiene presencia en 200 países, con más de 250 mil empleados en todo el mundo. Solo en 2016, cosechó ganancias netas por 63 mil millones de dólares. Doritos, Twistos, papas fritas Lay’s y maní Pehuamar, son algunos productos que, hasta hace unas semanas, salían desde la planta de Florida y se desparramaban por todo el territorio argentino.
El miércoles 21 de junio, después del feriado patrio, un directivo de la compañía mandó a pegar un papel en la puerta de la fábrica. Un par de renglones alcanzaron para armar el comunicado. “Con motivo del cese de operaciones de Planta Florida y la relocalización de producción en otro establecimiento, y mientras da cumplimiento a instancias legales correspondientes ante el Ministerio de Trabajo, se comunica al personal que queda transitoriamente liberado de prestar servicios manteniendo el goce de haberes”, decía el texto.
Cuatro días después, tras varias noches de acampe y luego del fallido plenario de delegados del Sindicato de la Alimentación que descartó un paro general, los trabajadores y las trabajadoras resolvieron ingresar a la fábrica y hacer una ocupación pacífica. Hector Daer, titular del sindicato y triunviro de la CGT, criticó la media por inconducente. “Eso no soluciona nada”, señaló. “No siempre que cierra una fábrica es mala noticia”, justificó el analista afín al macrismo, Sergio Berensztein. El Jefe de Gabinete, Marcos Peña, como si fuese un simple espectador del conflicto, lanzó que desde Casa Rosada “no se puede impedir la decisión empresarial”.
Efecto directo
-¿Cómo es tu nombre?
-Nicolás Gómez.
-Hace cuanto laburas en PepsiCo?
-Siete años. Y ahora soy delegado de la comisión interna.
-¿Siguen ocupando la fábrica?
-Desde el lunes 26 junio, cuando decidimos entrar a la planta.
-¿Cómo es eso?
-Entramos para resguardar los materiales de trabajo que usamos para producir.
-¿Y pasan la noche adentro?
-Si, estamos pidiendo que reabran las puertas y se vuelvan a encender las maquinas.
-¿Por el momento se van a quedar?
-Si, nos vamos rotando. Estamos juntos para seguir luchando.
-¿Y con la familia como hacen?
-Yo no tengo hijos. Pero tengo a mi esposa. Ella es docente y me está bancando.
Continuidad
En la noche del viernes 7 de julio se conoció el pedido del fiscal Larramendi para que la planta sea desalojada. Ahora es la jueza Andrea Rodríguez Mentasty la que debe resolver. Mientras, los obreros y las obreras ratificaron su voluntad de pelear por sus puestos laborales y llamaron a fortalecer la vigilia.
El domingo 9 de julio, al caer la tarde, empezó a circular la siguiente información:
“Los trabajadores de PepsiCo Snacks Planta Florida irán mañana lunes a las 10:30 al Juzgado de Garantías N°3 de San Isidro ubicado en la calle Ituzaingó 340 para exigir a la jueza Andrea Rodríguez Mentasty que no apruebe el pedido del fiscal Larramendi para que la planta sea desalojada violentamente. Estaremos acompañados por organismos de DDHH, referentes y delegados de organizaciones sindicales y políticas”.
Este pedido fue conocido por los trabajadores el pasado viernes 7 y es impulsado por la patronal de PepsiCo la cual se encuentra en la ilegalidad más abierta ya que fue denunciada por lock out ofensivo, vaciamiento y discriminación.
De nuestra parte sostenemos que no abandonaremos la lucha por amenazas represivas”.
Damián, que es padre de dos hijos y paga el alquiler de su casa, demuestra fortaleza ante la adversidad. “Nuestro único pedido es volver a laburar, pero entendemos que esto es aleccionador para otras empresas más chicas. Por eso esta lucha, es por todos, por nuestras compañeras que son sostén de familia, por nuestros compañeros que tienen 50 o 60 años y se les va a hacer cuesta arriba arrancar de nuevo. Uno todavía es joven, puede sacar fuerzas, pero sabemos que para otras personas es mucho más difícil”.
“Yo trabajo hace 8 años. Tengo dos hijos, alquilo. No tengo plata en el banco ni en Panamá, como otras personas. Soy un asalariado. Esto, la verdad, te cambia la vida. Pero creo que es una oportunidad para modificar las cosas. Mientras tanto, la empresa ya está en condiciones de despedir. Así que se viene días de novedades”.