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    Sin categoría

    Elaine en la Casa Blanca

    12 junio, 20135 Mins Read
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    Elaine en la Casa Blanca

    Por Pedro Perucca. Julia Louis-Dreyfus, la maravillosa Elaine de Seinfeld, vuelve a brillar como una torpe vice presidente de los Estados Unidos en una de las más exitosas comedias de HBO, la satírica Veep.

    La senadora Selina Meyer parecía estar en camino a convertirse en la mujer más poderosa del mundo, en la presidenta de los Estados Unidos de América, pero algo salió mal en su estrategia electoral y sus posibilidades se desvanecieron más rápido que las usuales promesas de campaña. Así, tuvo que conformarse con uno de los puestos más intrascendentes, grises e invisibles del gran país del norte, el de Vicepresidente o VP (Veep en la jerga de la Casa Blanca).

    Pero ella, a pesar de su manifiesta incapacidad y de un equipo de asesores casi tan inútiles como los de Mauricio Macri (aunque infinitamente más simpáticos), quiere incidir en la política nacional, quiere dejar un legado. También quiere, y le resulta muy difícil ocultarlo, que ese Presidente que nunca se ve en la serie ni se conoce por el nombre (sólo hay referencias a él con el acrónimo POTUS: President Of The United States) sufra algún tipo de accidente que le allane el camino al poder político real. Mientras tanto sus días son una sucesión de pequeñas catástrofes diplomáticas, de metidas de pata ante unos medios de comunicación implacables y oportunistas, de preocupaciones enfermizas por los detalles ante cada posible aparición pública (¿qué dice de vos, qué imagen proyecta, el gusto de helado que elegís?), de frustrante espera para ver si el POTUS delegó en ella alguna cuestión relativamente importante, si la convoca para alguna discusión significativa o si, al menos, se digna a llamarla por teléfono, cosa que nunca sucede.

    Se sabe que HBO es prácticamente infalible en cuanto a los dramas que decide poner en pantalla, pero no venía demostrando el mismo ojo clínico para las comedias. Así que hace un par de años decidió hacer una limpieza, que lamentablemente incluyó a Bored to death, y apostar a dos nuevas y atípicas sit-coms para sus domingos. Así tuvieron su oportunidad Girls (ya comentada en esta página) y Veep. El padre de la criatura es el escocés Armando Iannucci, quien ya había demostrado su filo para la comedia política impiadosa del otro lado del Atlántico con The thick of it (cuatro temporadas, en 2005, 2007, 2009 y 2012, y una suerte de spin off cinematográfico: In the loop, de 2009), donde pintaba a la plana mayor del gobierno inglés como una pandilla de imbéciles inmorales, inútiles descerebrados y manipuladores egomaníacos, por decir lo menos.

    Si bien ya había existido un piloto de ABC intentando hacer la traslación al universo político estadounidense, finalmente fue HBO la que convenció a Ianucci de saltar el charco en 2012. Sin embargo, con Veep, que también está estructurada al modo de falso documental, pasa un poco lo que ya pasó con The Office. La traducción norteamericana, pese a contar con el mismo creador, parece ser más benévola, algo más edulcorada. Eso no significa que no sea graciosa, que lo es, como también lo era The Office USA, pero es un humor algo distinto, menos cruel, menos despiadado, mucho menos incómodo.

    Pero el factor fundamental que hace que Veep haya conseguido mantenerse a la par del fenómeno Girls es, sin dudas, su protagonista, la maravillosa Julia Louis-Dreyfus. Dreyfus, naturalmente surgida del semillero de Saturday Night Live, encontró su consagración con el genial personaje de Elaine Benes en Seinfeld. También fue la única que consiguió escapar de la “maldición Seinfeld” (responsable de que sus protagonistas principales no vuelvan a conseguir otros roles centrales en la televisión), primero con The new adventures of old Christine (cinco temporadas, entre 2006 y 2010) y ahora con Veep. Recientemente Dreyfus, considerada unánimemente como una de las principales comediantes femeninas de Estados Unidos, se ha convertido en la primera persona en obtener tres premios Emmy por sus protagónicos en tres series distintas (en 1996 por Seinfeld, en 2006 por The new adventures… y en 2012 por Veep).

    Aprovechando los premios para Dreyfus y las mediciones de público en alza, HBO ya decidió seguir apostando por Veep. Tal vez el éxito de esta violenta sátira política coincida con un clima político norteamericano que, por lo menos desde el fenómeno indignado Occupy Wall Street para acá, más bien tiende a desconfiar globalmente de la política y de los políticos y a considerarlos una panda de inútiles sólo preocupados por la imagen y las encuestas. Claro que para analizar el alto rating de Veep de los últimos capítulos hay que tener en cuenta que HBO la ha programado inmediatamente después de esa aplanadora que es Game of Thrones para aprovechar el efecto arrastre (en algún momento tendré que hablar nuevamente de esta maravilla basada en las novelas de George R. R. Martin, pero ahora no puedo, aún están muy frescas las imágenes dolorosas de la boda sangrienta).

    En principio, la serie cuenta con la bendición del auténtico hombre invisible de la política estadounidense, el vice presidente Joe Biden, quien felicitó a Julia Louis-Dreyfus después la obtención de su último Emmy y le confesó que en la Casa Blanca ya se habla de “momentos Veep” para referirse a esas situaciones patéticas o ridículas donde la política real se parece más a la parodia de HBO que a la más presentable y honrosa The West Wing.

    Así que, con la segunda temporada aún en curso y con una tercera ya garantizada, podemos aprovechar la oportunidad para reencontrarnos con la hermosa e hilarante Julia en Veep, una serie que tal vez carezca de la incómoda acidez de su pariente inglesa pero que sin dudas garantizará más de una hora de diversión y disfrute observando cuán ridícula y superficial puede ser la vida en algunos pasillos de la Casa Blanca y en manos de qué patéticos especímenes pueden llegar a quedar los destinos de buena parte de la humanidad.

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