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    El Plan de Operaciones o la lucha por el poder del Estado

    7 junio, 20138 Mins Read
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    El Plan de Operaciones o la lucha por el poder del Estado

    Por Mario Hernández. Un 7 de junio de hace 203 años, Mariano Moreno fundaba La Gazeta, motivo por el cual se conmemora en la actualidad el día del periodista. En su homenaje, publicamos un pequeño ensayo acerca del Plan de Operaciones y de su redactor. Hoy, la primera parte*.

    A manera de prólogo

    Se puede estudiar la historia de las ideas políticas con el método más tradicional, como una historia de los llamados “textos clásicos”, o bien enfocando la matriz social e intelectual general a partir de la cual surgieron las obras, analizando los acontecimientos más pertinentes de la sociedad en la cual y para la cual se escribieron. La propia vida política plantea los principales problemas al hacer que cierta gama de asuntos parezcan problemáticos y que una correspondiente gama de cuestiones se conviertan en los principales temas del debate.

    La adopción de este enfoque también puede ayudarnos a iluminar algunas de las conexiones entre la teoría política y la práctica, estableciendo vínculos más íntimos entre las teorías políticas y la vida política.

    Para ver el Plan de Operaciones como un texto que responde a preguntas específicas necesitamos saber algo sobre la sociedad en que fue escrito, de lo contrario, corremos el riesgo de un enfoque textualista. Ver no sólo los argumentos que estaba presentando, sino también las preguntas que estaba enfocando y tratando de resolver. No podemos esperar este nivel de entendimiento si sólo estudiamos los textos. 

    Comprender qué cuestiones está enfocando un escritor y qué está haciendo con los conceptos de los que dispone es equivalente a comprender algunas de sus intenciones al escribir.

    Un poco de historia

    Mariano Moreno tenía 31 años en mayo de 1810. Había nacido en Buenos Aires. Hijo de un hogar austero y religioso, tuvo desde niño -dice su hermano y biógrafo Manuel- “la pasión dominante de la lectura y rehuía la ocasión de distraerse con otros jóvenes”. Fue a Charcas para ordenarse como sacerdote pero no se hizo eclesiástico, sino abogado.

    En sus carpetas de la época de estudiante (1799-1805), encontramos el Discurso sobre si el restablecimiento de las ciencias y las artes han contribuido al engrandecimiento de las costumbres, reflexiones sobre el papel de la religión en la sociedad humana y un cuaderno sobre la Revolución Francesa.

    En el trabajo titulado Religión, analiza los puntos de vista de Pascal, Maquiavelo, Washington, D’Alambert, Montesquieu, Bayle y Rousseau, quien fuera su mayor influencia intelectual.

    De regreso en Buenos Aires consagró su energía y laboriosidad a su bufete profesional, el más renombrado de la ciudad. El 25 de mayo de 1810 estuvo ausente y entretenido en la casa de un amigo. Propuesto como secretario de la Primera Junta tampoco quiso admitir el cargo e hizo “una protesta ante la Audiencia por acto violento en su nombramiento”, dirá Pueyrredón años más tarde.

    El Plan de Operaciones

    La Junta en votación secreta le encomienda el 18 de julio el “Plan de Operaciones que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia”.

    La intención del Plan de Operaciones de Moreno era borrar a la burocracia virreinal y sus aliados, tal era el objetivo de la revolución política. Pero, ¿cuál era su contenido?

    El primer capítulo está destinado a instaurar el “terrorismo”. Recomienda observar “la conducta más cruel y sanguinaria con los enemigos de la causa… la menor semiprueba de hechos, palabras, etc., contra la causa debe castigarse con la pena capital, principalmente si se trata de sujetos de talento, riqueza, carácter y alguna opinión”.

    Se completa el terrorismo montando en la Banda Oriental una oficina de “seis u ocho personas de nuestra entera satisfacción que escriban cartas anónimas, fingiendo o suplantando nombres… para sembrar la discordia y el desconcierto… cuidándose de indisponer los ánimos del populacho contra los sujetos de más carácter y caudales pertenecientes al enemigo”.

    El segundo capítulo se refiere a la propaganda. La “Gaceta” debería dar noticias “muy halagüeñas, lisonjeras y atractivas… reservando en lo posible los pasos adversos y desastrados, porque aunque algo se sepa… a lo menos la mayor parte de la gente no la conozca”.

    La base de la propaganda sería “el misterio de Fernando”, “circunstancia la más importante para llevarla siempre por delante, tanto en la boca como en los papeles públicos y decretos… pues es un ayudante a nuestra causa el más soberbio, aún cuando nuestra obra y conducta desmientan esta apariencia… nos da un margen para fundar cierta gestión y argumento, así en las cortes extranjeras como en España… podremos hacer dudar de cuál de ambos partidos es el verdaderamente realista… además para atraernos las voluntades de los pueblos, tampoco nos sería oportuna una declaración contraria”.

    El tercer tema es la insurrección popular. Allí se afirma que “los pueblos nunca saben ni ven sino lo que se les enseña y muestra”. Para promover el levantamiento popular en la campaña oriental debía recurrirse a “los desertores, delincuentes, la gente vaga y ociosa y otras muchas que… luego se apartarán como miembros corrompidos que han merecido aceptación por la necesidad”. Este levantamiento sería acaudillado por dos “sujetos” de gran prestigio en la masa rural, a quienes era necesario ganar “por cualquier interés o promesas”: el capitán de dragones José Rondeau y el capitán de milicias José Artigas, “personas de talento, opinión, concepto y respeto”. Estos actuarían apoyados por “los hermanos y primos de Artigas, un Valdenegro, un Baltasar Vargas, un Benavídez, un Ojeda, etc… sujetos que por lo conocido de sus vicios son capaces de todo y tienen opinión popular adquirida por hechos temerarios”.

    Prosigue el “Plan” afirmando que “hay hombres de bien, si cabe en los ambiciosos el serlo, que quisieran sin derramamiento de sangre sancionar las verdaderas libertades de la patria… como tienen talento, algunas virtudes políticas y buen crédito, son de temer; y a éstos sin agraviarlos, debe separárselos; porque unos por medrar, otros por mantenerse, cuales por inclinación a las tramas, cuales por ambición de los honores, y el menor número por el deseo de la gloria, o para hablar con más propiedad, por la vanidad de la nombradía, no son propios por su carácter para realizar la grande obra de la libertad americana en los primeros pasos de la infancia”.

    En materia de política exterior, Moreno recomienda proceder con Inglaterra en forma “benéfica… proteger su comercio, aminorarle sus derechos, tolerarla, aunque suframos algunas exacciones… los bienes de Inglaterra deben ser sagrados”. La supone favorable a la revolución porque “a la corte inglesa le interesa que América o parte de ella se desunan o dividan de aquella metrópoli [España] y formen por sí una sociedad separada donde la Inglaterra pueda extender más sus miras mercantiles y ser la única por el señorío de los mares”.

    La ayuda británica debía gestionarse “con reserva y disimulo” procurando obtener del gobierno inglés una “declaración pública de neutralidad” en el conflicto entre las autoridades peninsulares y las provincias americanas, que permitiese comprarles armas “por su justo precio”, si no fuese posible un “tratado secreto” de apoyo. En retribución se pagaría, además de los beneficios comerciales, con la isla Martín García para que fuese “una pequeña colonia o puerto franco para su comercio”.

    Respecto de España, debía enviarse “actas o representaciones de los cabildos de esta capital e interiores, expresando que se desvelan para conservar los dominios de esta América para el señor Fernando VII… para entretener y dividir las opiniones en la misma España, haciendo titubear y aparentar por algún tiempo hasta que nuestras disposiciones nos vayan poniendo a cubierto”.

    El documento continúa estudiando la organización del Estado: “la Constitución debe afianzar a todos el goce legítimo de los derechos de la verdadera libertad, en práctica y quieta posesión, sin consentir abusos: entonces resolverá el Estado americano el verdadero y grande problema del contrato social”.

    Los últimos capítulos del “Plan” tratan de los medios para insurreccionar Brasil y conquistar Río Grande. La insurrección sería promovida por agentes “mandados en clase de comerciantes” que distribuirían ejemplares de la “Gaceta”, impresos en portugués, y harían “los elogios más elevados de la felicidad, libertad, igualdad y benevolencia del nuevo sistema y del envilecimiento del anterior”.

    Sublevado Brasil, se aprovecharía la circunstancia para anexar Río Grande, haciendo comprender a sus habitantes “que el mismo delito de rebelión contra su monarca los obliga a aceptar nuestras tropas a la frontera” y de paso “saquearemos los pueblos y haciendas”.

     

    *El lunes publicaremos la segunda parte de esta entrega.

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