Por Nicolás Zyssholtz. ¿Racing fue para atrás contra Quilmes? ¿Segura manda a Argentinos al descenso? ¿Grondona salva a Independiente? ¿Aníbal a Quilmes? Todo está sospechado en el fútbol argentino, pero la hipocresía disfrazada de “códigos” impide que se conozca la verdad.
“Fue un partido raro” dijo Sebastián Saja, arquero, figura y capitán de Racing. “De esto no se vuelve, es cobrar para perder” reforzó Javier Cantero, presidente de Independiente. El Rojo está al borde del descenso y el pasado viernes la Academia, su clásico rival, perdió 1-0 ante Quilmes -que también pelea por la permanencia- en un encuentro lleno de suspicacias, que sus propios protagonistas se ocuparon de agrandar. Eso sí, sin aclarar nada.
Pero para entender la historia que concierne a Quilmes-Racing hay que volver atrás en el tiempo casi dos meses, hasta el 15 de abril de 2013. Miguel Ángel Brindisi asumía la dirección técnica de esa papa caliente que era (y sigue siendo) Independiente; dos días antes había rechazado la oferta del club, pero una llamada de Julio Humberto Grondona, presidente de la AFA y ex de Independiente, lo hizo “cambiar de opinión”.
Sospecha número uno, entonces. Don Julio llamó a Miguelito para asegurarle que si agarraba, el Rojo se salvaba. ¿Y quién se iba entonces? Sospecha número dos. Luis Segura, presidente de Argentinos Juniors -que en ese momento se encontraba 13 puntos por encima de Independiente en la tabla de promedios- y vice primero de AFA, le entregó a Grondona el descenso de su club a cambio de un cargo importante en CONMEBOL o FIFA.
Durante varias fechas, los de La Paternal perdieron puntos ininterrumpidamente mientras los de Avellaneda sumaban, hasta que los 13 puntos iniciales se convirtieron en solamente 3. En el medio, Argentinos le rescindió el contrato a tres veteranos, dos de ellos titulares indiscutidos hasta entonces y el otro, ídolo del club: Aníbal Matellán, Ariel Garcé y Diego Placente. La sospecha número dos parecía prácticamente un hecho.
Sin embargo, no todo estaba dicho. En el medio aparecía Quilmes, presidido por Aníbal Fernández, que al dividir por una sola temporada corría riesgo de quedar por debajo de los dos clubes en caso de tener una mala racha. Y el Cervecero jugaba con Racing por la 16ª fecha. Y la Academia no jugaba por nada, salvo por una remota chance de entrar a la Copa Sudamericana.
Sospecha número tres. La primera advertencia fue en el partido anterior, en el Cilindro, donde aparecieron unos volantes de dudosa procedencia que aseguraban, entre otras cosas, que Independiente había mandado al descenso a Racing en 1983 –falso, ya había perdido la categoría al caer ante su homónimo de Córdoba en la fecha anterior- y pedía una suerte de “venganza”.
A la hora de asegurar que el equipo de Zubeldía iba a “ir para atrás” en el Estadio Centenario se soslayaba un hecho importante: Quilmes había jugado mejor que Racing todo el torneo, y de hecho tenía un punto más en la tabla de posiciones. Es decir que no hubiera sido de extrañar que los de De Felippe ganaran, en condición de local, por la mínima diferencia en un partido normal, sin este contexto. Pero la duda estaba lanzada y era incontenible: probablemente sin intención de avivar el fuego, el técnico académico decidió que ingrese un mediapunta, Centurión, en lugar del único delantero neto, Cámpora, lo que sirvió para que la mayoría de los medios deportivos titulen que Racing jugaría “sin delanteros”. Nadie decía que jugaría con tres hombres absolutamente ofensivos, como el mencionado Centurión, De Paul y Fariña.
A los nueve minutos Quilmes ganaba 1-0 y los otros 81 estuvieron de más. Racing fue inofensivo; de la misma manera que lo fue en muchos otros encuentros del torneo. Muchos hinchas de la Academia terminaron el partido festejando y cantando por el posible descenso de Independiente, que sería el primero de su historia. Se habló de aprietes de la barra, de coimas, de pedido de la Comisión Directiva; es muy posible que algo de esto haya ocurrido. Pero también es cierto que Racing jugó como la mayor parte del año, y perdió como muchas veces.
Mientras tanto, con ese resultado puesto, Independiente -supuestamente salvado por Grondona- no le pudo ganar a Estudiantes y al día siguiente Argentinos -teóricamente condenado por su propio presidente y, cómo no, Don Julio- sorprendió a todos derrotando de local al escolta River. ¿En qué quedamos, entonces? La pelea por la permanencia tiene a al menos tres equipos sospechados por distintas razones. ¿Sabremos alguna vez que pasó?
Hace siete años los jugadores de Gimnasia fueron apretados por su propia barra para que perdieran contra Boca, y así perjudicar a Estudiantes; el partido lo ganó el xeneize 4-1 y todos estuvimos al tanto de que hubo armas y amenazas en la concentración tripera. A la hora de declarar los futbolistas aseguraron que “fue una visita amistosa”. Y la mayoría de ellos abandonó el club lo antes que pudo. En la jerga del mundillo del fútbol se le dice “códigos” a ese círculo de impunidad que implica a jugadores, técnicos y dirigentes, y ensucia definitivamente a esa hermosa pasión de multitudes.
