Por Eliana Toledo
En enero del 2017 se emitió un informe desde SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) relevando una estadística que preocupó, preocupa y sigue preocupando a las y los trabajadores de los medios de comunicación: al menos 1285 puestos de trabajo se perdieron en el 2016.
A esta estadística aproximada que solo representa a las desvinculaciones de la ciudad, se suma las consecuencias por la reestructuración de la pauta oficial llevada por el gobierno de Cambiemos que afecta en gran medida a los medios, sobre todo alternativos, y la metodología de acción de las empresas y los grupos representantes que persisten en un plan de acción basado en la precarización laboral, persecución gremial, vaciamientos y “despidos por goteo”.
La semana pasada nos enteramos de un nuevo golpe a los trabajadores de prensa: 25 nuevos despidos en la Editorial Atlántida- Televisa y 6 en los canales Encuentro, Paka Paka y DeportTV. Noticia que quedó invisibilizada y relegada por otras de índole más importante, como la polémica que originó la replica del vestido de Juliana Awada, la indignación de Mirtha Legrand tras enterarse que fue bloqueada de la cuenta de Twitter por la ex presidenta Cristina Kirchner o las románticas vacaciones de Mariano Martínez con su novia. Frente a este fuera de foco ocasionado por títulos sensacionalistas, una errónea jerarquización de información, una búsqueda aberrante (o debería serlo) de “clicks” desinteresados y un escenario de conflictos internos y externos constantes entre las y los empleados de medios y sus representantes, nos encontramos ante una serie de problemáticas que apuntan directamente (y discretamente) a avasallar uno de los derechos mas importantes en una coyuntura como la nuestra: La libertad de expresión.
¿Expresión de quién?
La libertad de expresión no sólo tiene como principal opositor a la censura. Hay otras maneras de llegar a esa misma parada sin tener sobresaltos, polémicas, justificaciones aplicadas a un sistema que no ameritan cuestionamientos en el medio. Ajustes en las pautas publicitarias, plan de reestructuración para llegar a fin de año, conducta inapropiada (suele llamarse así a las acciones “fuera de lugar” en pos de reclamar por lo que corresponde), derechos de piso con sueldos ficticios y diversas medidas que complican el correcto funcionamiento de quienes trabajan para los medios. Porque los ideales y las luchas se piensan dos veces si eso compromete el alquiler del departamento, el colegio de los hijos y hasta la propia salud mental.
Inflación del desempleo
Días después del cambio del mandato del país a manos del empresario Mauricio Macri, en un contexto complicado donde salía a flote la polarización de emociones frente a este hecho, se produjo el cierre de las revistas PIN y Pichuco a cargo de El grupo de Octubre y el vaciamiento del Grupo 23 con la consecutiva venta de Radio América y Tiempo Argentino. Despidos encubiertos en el diario El Argentino, Cielos Argentinos y 7 días, fraude laboral en Vorterix y un plan de pagos de salaries ilegales en CN23, Rock & Pop y Splendid. Estas acciones fueron tomadas por sus respectivos dueños, Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, quienes meses más tarde concluyeron en el cierre de los medios mencionados anteriormente, incluyendo Infonews en junio del año siguiente.
En febrero del 2016 empieza la ola de retiros voluntarios en el Grupo Crónica y en marzo los despidos en La Mañana de Córdoba.
Abril comienza con un ajuste en la Agencia de Diarios y Noticias (DyN), que comprende entre sus principales accionistas a los diarios Clarín, La Nación, Río Negro y La Gaceta (Tucumán), y continua con despidos en BAE, canal 26 y canal 9.
Durante el mes de mayo se abre un escenario de conflictos por los trabajadores de Página 12, Ámbito Financiero y AGEA Clarín exigiendo la negociación de las empresas que los representan para discutir una paritaria decente y acorde a la especulación de inflación.
En junio las y los trabajadores de Perfil llevan adelante una serie de medidas para que la empresa cumpla con el pago del acuerdo salarial y en paralelo, se producen despidos en el diario La Nueva de Bahía Blanca y el canal 9 de Comodoro Rivadavia.
Las desvinculaciones sin causa continúan en el mes de julio, esta vez afectando a trabajadores de La Nación.
En septiembre de ese mismo año Clarín hace sonar su reclamo por salarios dignos y octubre, por su parte, es protagonista por los paros en Infobae en pos de la reincorporación de una compañera desvinculada sin causa y el recorte de El Grupo Índalo en el diario Buenos Aires Herald que trae el efecto de 14 trabajadores en la calle.
AGEA Clarín denuncia la persecución en la planta de impresión durante el mes de diciembre, que a su vez coincide con el cierre del portal AGR Noticias y la protesta de Noticias Argentinas, haciendo referencia al “destrato y maltrato” por parte de sus representantes durante todo el 2016.
Cambio de año, no de políticas
El 2017 comenzó con 380 despidos en la planta de impresión de AGR Clarín y conforme avanzaba el año nos topábamos con los mismos acontecimientos una y otra vez: en febrero FTPLP se declara en emergencia por amenazas de despidos en La Razón, Bolivisión y PAT, en marzo se desvinculan a dos trabajadores de TKM de El Grupo Hadad y finalmente en abril, además de los damnificados que mencionamos a principio de la nota, también están los trabajadores de Telám que denunciaron el vaciamiento de la empresa.
Esta claro que el ojo del huracán comprende en gran parte a los compañeros y compañeras de prensa, y que las desvinculaciones sin causa, ni aviso ni respiro son parte de una mano invisible que con sus otras acciones de igual índole, pretenden evitar, arrasando contra cualquier obstáculo que se presente, que la verdad llegue a manos de quienes pueden hacer que la ruede gire en sentido contrario, y no en sentido figurado: las personas.
Pérdida de puestos de trabajo, falta de inversión, persecución gremial, falta de respeto de la especificidad profesional al asignar multi-tareas en multi-plataformas, las paritarias de Monopoly, son acciones direccionadas hacia el mismo fin: agobiar a la prensa, manipular las voces, usar la necesidad como anzuelo para no permitir la pluralidad, la diversidad, acercarse a la verdad.
La realidad construida por los medios es un hecho que nadie puede negar y si lo que se juega en esta construcción es el poder de la minoría, la lucha será eterna. Pero es una lucha tan necesaria como respirar, comer, amar. Es la lucha que se resiste a que la venda llegue a nuestros ojos, a los de todos y todas. No importa si es una realidad que se comparte, por la diferencia de contextos, opiniones, si estamos de acuerdo, si nos gusta, si la aprobamos o si no, pero es la realidad: la única verdad. Y a esa verdad, la que aunque no queramos merecemos, tiene solo una vía de llegada: Libertad de expresión.