Por Laura Salomé Canteros @laurasalome / Fotos: Julianite para Veinticuatrotres
La familia de Eva Analía de Jesús, la lesbiana detenida injustamente tras defenderse de un ataque sexual fue recibida por el fiscal que lleva adelante la investigación. Un hecho político que, protagonizado fuera del glamour y de las cámaras, evidencia un nuevo feminismo: el de acción directa.
Miércoles 11 de la mañana. En el tercer cordón del conurbano bonaerense, los cuerpos de cientxs dispuestxs a hacer estallar en los cristales de un edificio público los universos posibles de la lucha feminista. “Somos cinco: la madre, dos hermanas de Higui y dos familiares que acompañamos”, dijo una integrante de la Comisión por la libertad y absolución para Higui, la torta de barrio detenida injustamente desde octubre pasado tras haberse defendido del intento de violación correctiva de un grupo de machos violentos.
“Si no nos dejan entrar a lxs cinco, entramos todxs”, repitieron, exigiendo que el fiscal que lleva adelante la investigación, German Weigel, lxs reciba. ¿La respuesta de los poderes? Un operativo policial de medio centenar de uniformados que rodeó la masiva convocatoria.
Decíamos, los cuerpos. Disidentes. Nuestros canales para el deseo y nuestras armas para la revolución de los sentidos. Dispuestos para la acción defensiva, como nos lo enseñó la compañera por la que, enfurecidas, no deja(re)mos de gritar. El operativo ordenado no impidió a las familiares de la víctima el acceso a la UFI 25 de Malvinas Argentinas dando lugar a una extensa reunión concertada por el triunfo del poder popular en la acción directa y de la que también participó el fiscal general del distrito judicial.
“Ya liberamos a Ailén, a Yani y a Marina / Y hoy estamos acá pa´ liberar a Higuita”, bramaba la batucada feminista. Desde una ventana, la madre de Higui agitaba alternadamente los brazos, y todxs sonreímos. Un rayo de sol pechando contra el frío viento, un instante de triunfo del acompañamiento colectivo que quedará en la memoria de los territorios donde la violencia de la discriminación hacia las lesbianas es vulneración de derechos cotidiana.
El hecho político tuvo consecuencias inmediatas. Permitió a funcionarios/as del poder judicial conocer las voces de Susana, Azucena y Elisa, las sensibles caras detrás de las banderas y el reclamo; a la familia de Higui encabezar la lucha, inclusive enfrentando a la policía que irracional defendía metafóricamente a los agresores; a la abogada presentar -finalmente- su inmediata excarcelación; y al movimiento feminista popular organizado protagonizar, fuera del glamour y de las cámaras, con la potencia de las tortas de barrio, un grito más y que no cesará de hacer temblar a los machos y a las instituciones que los defienden, ¡libertad para Higui ya!
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