Texto y fotos por Analía Cid
Las mujeres de la línea Sarmiento inauguraron en Haedo un espacio para la contención psicológica y la asistencia legal a victimas de la violencia machista. Fue a la par de la lucha histórica contra la discriminación laboral que llevan adelante en el gremio ferroviario.
El viernes pasado se inauguró “La Casa que Abraza”, un espacio de contención y asesoramiento para mujeres que están atravesando situaciones de violencia de género en la seccional Haedo de la línea Sarmiento. Desde hace varios años la conducción del sindicato se encuentra en manos de la lista bordó, conteniendo dentro de sus filas a la agrupación de mujeres “Mujer bonita es la que lucha”, reconocida por haber ganado, entre otras, la batalla por el cupo femenino en el ferrocarril.
Sobre sus luchas en el sindicalismo, el crecer junto a otras en la militancia feminista y la organización como salida ante las maniobras de las gerencias y el funcionariado, entrevistamos a una de sus integrantes, Mónica Schlotthauer quien nos cuenta sobre este nuevo espacio para las mujeres en el conurbano oeste.
-¿En qué contexto laboral surge la idea de tener un espacio para la contención de otras?
Somos un grupo de mujeres organizadas del ferrocarril, “Mujer bonita es la que lucha”, y empezamos a organizarnos hace alrededor de cuatro años, en principio, en la pelea contra la discriminación laboral. En ese momento solo podíamos estar en limpieza y así, en cuentagotas, pudimos estar en evasión y boletería. Y luego empezamos a pelear por la posibilidad de poder escalar en la carrera ferroviaria y como a los dos años lo logramos, con la primera jefa en trenes.
Todos los 8 de marzo decidimos realizar algún encuentro, en el que nos felicitamos o brindamos por los logros que hayamos conseguido y vamos poniendo nuevos desafíos. El primer encuentro fue cuando logramos que entraran masivamente las banderilleras, el primer gran logro, que son las chicas que están al costado del ferrocarril en las estaciones, que es el trabajo más feminizado de todas las trazas, que en nuestro tren está lleno de mujeres, de Once hasta Moreno. El segundo año, logramos tener las primeras guardas y la primera electricista. Y ahí nos juntamos y pusimos como objetivo tener las mujeres conductoras, que es la conquista que nos falta.
-¿Cómo funciona la “Casa que abraza”?
Nuestra idea surge después de haber tenido dos casos muy serios de violencia contra compañeras, en que tuvimos que movilizarnos al juzgado para denunciar que los violentos no respetaban las medidas de seguridad. En uno de los casos, con perimetral mediante, el violento secuestró por tres días a una de ellas. Nos dimos cuenta que no alcanza con tener un acompañamiento sino que necesitas un abogado que siga el proceso, sino para la piba es imposible. Es a partir de estas dos experiencias que entendimos que necesitábamos una abogada, primero, y después psicólogas, porque las pibas necesitan estar acompañadas, una vez que empiezan con el proceso de denunciar. Porque por más que seamos solidarias ellas necesitan tener una asistencia específica.
Las dos patas que tiene el centro son, por un lado, asistir, y por el otro lado insistir en la capacitación. Hay una comisión que se va a encargar de esto, que no tiene que ver directamente con lo gremial, porque nosotras somos delegadas y/ o ejecutivas y queremos que la comisión funcione con compañeras abocadas a esta temática. Primero para que la compañera que participe o no de lo gremial pueda contar con esto, que sepa que es una cosa privada, que no es que se lo va a contar al delegado y se va a enterar todo el mundo en una asamblea. Luego, las delegadas somos las que decimos “vamos para adelante, hay que luchar”.
-Y todo a la par del crecimiento del movimiento de mujeres…
En todas las otras categorías, usando un término que tenemos en la corrida de trenes, “el cambio está hecho”. Al año de cumplirse la pelea por las mujeres maquinistas (pudimos hacer el examen pero no nos llamaron nunca) estábamos un poco empantanadas y dijimos, ¿qué podemos hacer? Para ese entonces ya estábamos organizadas, fuimos a los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM), al primer Ni Una Menos… las palabras “cupo femenino” las aprendimos por ejemplo de los Encuentros de Mujeres. Nos hemos nutrido y hemos nutrido a las otras por estar en un lugar donde son puros varones. En nuestro tercer 8 de marzo, juntas, nos pusimos como objetivo hacer “La casa que abraza”.
En su inicio fue un proyecto que le presentamos al gobierno, en el 2016 a través de la señora (Fabiana) Tuñez, en el Consejo Nacional de las Mujeres. Ella inclusive estuvo acá, hicimos una reunión con 200 mujeres. Nuestro proyecto consistía en que se utilizaran espacios vacíos del ferrocarril que hay en varias estaciones, para hacer centros asistenciales para víctimas de violencia de género. Queríamos impulsarlo sobre todo en Merlo, que es el municipio que tiene mayor tasa de femicidios en el conurbano bonaerense.
Estos edificios -que están vacíos pero copados por la dirigencia, y que se pueden reconvertir con muy poca plata- se pueden remodelar con el mismo personal del ferrocarril. Pero el Estado tiene que invertir en pagarles a las profesionales que se ocupen de los centros. La ley 26.485 dice que tiene que haber centros en todos los lugares urbanos, que tienen que tener patrocinio gratuito, que tienen que tener asistencia médica gratuita, y una serie de situaciones más para que haya trabajo, subsidios, etc. Entonces el proyecto de “La casa que abraza” nace como un pedido al gobierno para que se cumpla con la Ley 26.485 abriendo en la traza ferroviaria centros asistenciales para todas las mujeres del conurbano de esta zona.
-¿Y qué pasó, qué respuestas encontraron?
“Esto es un hecho chicas”, dijo la Tuñez, después de que le entregamos una carpeta con la propuesta, y a los 15 días no nos atendió más el teléfono. Y como había una demanda de las mujeres ferroviarias (si somos 300 en total, 200 estábamos acá ese día). El CNM, con la Gerencia, para maquillar el pedido y de alguna manera “desviar” la atención, ya estando el diálogo cortado con nosotras, empezó a hacer cursos sobre el tema a dedo, eligiendo la gente que querían. Por ejemplo, tenemos cuatro compañeras que habían sido víctimas de violencia de género y ellas no las invitaron a los cursos. Entonces hubo que pelear para que las dejaran entrar… Igual les seguimos hinchando y haciendo bochinche en cada curso en el que podíamos meter una compañera.
Lo que terminó pasando es que seguimos adelante, hicimos nuestros propios cursos a través de un convenio con el Conicet y la UBA, siendo quienes nos dictaron una capacitación de promotoras contra la violencia en el que participaron más de 70 compañeras. La verdad que estuvo buenísimo porque una toca de oído: nosotras venimos del sindicalismo, entramos al feminismo, y si bien empezamos con la igualdad laboral ahora vamos mamando otros conceptos como patriarcado, violencia simbólica… Esto pasó en septiembre.
Usamos todo 2016 para hacer los cursos, prepararnos, y después de que nos cerraron todas las puertas, y como soy diputada por el Frente de Izquierda y empecé el mandato en diciembre, dije “bueno listo, vayamos a pedir los subsidios”. Así que la llamamos a (María Eugenia) Vidal, que también había estado en la negociación con el CNM, y nos otorgaron 3 subsidios, de 7.000 pesos cada uno, para pagarle a las profesionales (ese es el sueldo de miseria que van a cobrar). Así que pesar de que nos mintieron, de que nos cortaron el rostro, ellas y la Gerencia que también es macrista porque el tren es estatal, seguimos adelante.
-¿Cómo ven la iniciativa dentro de una lucha mayor?
En realidad nosotras estamos pidiendo la aplicación de la Ley 26485: esto es un parche. Igual estamos súper orgullosas, porque vamos a tener abogada, psicóloga, y además podemos avanzar en la capacitación de los compañeros también. La idea es que una de las psicólogas haga la asistencia y la otra vaya a hacer talleres y reuniones en los distintos sectores del ferrocarril. Que se pueda ir instalando la idea de qué es lo que queremos: hay gente que se te ríe, que no entiende qué demandamos de los varones. Aunque en términos generales, podemos decir que los compañeros nos han apoyado.