Por Demián García Orfanó* / @Demian_LB
Este jueves 6 de abril marca un hito en la gestión macrista. El paro nacional es la medida más contundente que recibirá el Gobierno como parte de un largo mes que fue récord en la masividad de las movilizaciones contra su ajuste.
Mal que le pese, la movilización del 1 de abril a su favor no logró eclipsar a la presencia callejera de medidas sectoriales de los 30 días anteriores (por ejemplo a la docente del 6 de marzo). Tampoco funcionaron las múltiples instancias, amenazas y hasta migajas (para los dirigentes) para quebrar la medida de fuerza.
Por eso, desde la medianoche (en que se escriben estas líneas), ya se siente el efecto del que, se prevee, sea un paro de alto acatamiento en fábricas, establecimientos que prestan servicios, organismos públicos, escuelas, facultades y transportes.
Unidos por el espanto
El malestar social no arrecia. Los despidos, las suspensiones, las paritarias que el Gobierno aspira a cerrar por debajo del 20%, la caída notoria en la actividad económica y especialmente la industria, los tarifazos, son medidas que explican que haya un millón y medio de nuevos pobres en el país -según cifras de la UCA-. Se adicionan ciertos posicionamientos regresivos en ciertos temas sensibles (edad de punibilidad, el número de desaparecidos, etc), los episodios de beneficios a empresas familiares y socios, etc. Estas condiciones actuaron como una masilla política. Los dirigentes sindicales con perspectivas políticas que no aciertan construir una oposición unificada dentro del Congreso (massismo, peronismo, kirchnerismo), se vieron empujados a encarar el plano sindical de esa manera.
Esa frágil unidad no logró ser quebrada por las maniobras del macrismo tales como amenazas de reformas en las elecciones gremiales, diatribas contra las “mafias”, señalamiento del carácter político del paro, entre otros. Pero no se trató de la falta de vocación conciliadora de la dirigencia de la central. Recordemos que Carlos Acuña, uno de los integrantes del triunvirato que la conduce, planteó la necesidad del paro “para descomprimir” la situación.
Se trata de una situación que palpó esa dirigencia cuando otro de los integrantes del triunvirato cometió un furcio el martes 7 de marzo. Ante una multitud que escuchaba (desconfiada y expectante) las peripecias de los oradores para no ponerle fecha al paro, prometió que el mismo sería “antes de fin de año”, para luego corregirse e indicar que sería a “fin de mes”. La bronca que había convocado a esa masa enorme de laburantes (entre 300 y 500 mil) llegó a un límite insostenible, que algunos sectores del sindicalismo de base y combativo canalizaron al copar el palco y hacer volar el añoso atril por el aire.
Gritos o susurros
Esa presión de las bases atraviesa prácticamente todos los sindicatos y sectores. Si bien la apertura importadora y la apreciación cambiaria afecta a algunos sectores más que a otros, tal como en su momento hicieron la “tablita” de Martinez de Hoz o la convertibilidad, la crisis económica impacta en prácticamente todos. Si alguna excepción podría haber en el sector agropecuario, basta recordar que se trata de una actividad con altos índices de informalidad y salarios muy relegados. Y como buena presión, incide sobre las estructuras que las contiene. Así sean estructuras sindicales tradicionales y con escasas prácticas de democracia interna. Aparecen voces que expresan esas presiones, sin necesariamente sostener nuevos modelos (ni ser nuevos referentes), como Francisco “Barba” Gutierrez de la UOM, o Hugo Yasky de la CTA “de los trabajadores”. Incluso su oratoria refleja una notoria falta de actualización que los coloque discutiendo con trabajadores/as que viven en el siglo XXI.
Precisamente estos referentes son algunos de los que representan un sindicalismo identificado con el kirchnerismo y con discursos de resistencia a un modelo económico que a todas luces perjudica a los trabajadores y trabajadoras. Son quienes más tienen para ganar en su posicionamiento contra el ajuste. Sin embargo, quiénes los conocen hace más tiempo saben que lo principal en su posicionamiento no es ser, sino parecer. Lo que diferencia la simple prédica antiajuste de un verdadero plan de lucha es la continuidad, organizada para tener cada vez mayores efectos, y apropiada, discutida y definida por las bases.
Nada de esto domina la escena. Si no cabe esperarse ese cuadro entre los sindicatos conciliadores, tampoco sucede entre los más confrontativos. El esquema de paro “dominguero” se encarga de no repetir exabruptos de base como los del 7M, ni posibilitar tomar cabal conciencia de la fuerza que se despliega cuando la clase trabajadora toma medidas de lucha de conjunto. Parece ser la condición que aceptan esas conducciones supuestamente confrontativas, que rehuyen de apostar, a nivel general, a movilizaciones, concentraciones y piquetes durante el paro. Esa convocatoria “por televisión” abre grietas a la presión patronal, dispuesta a pagar remises, organizar recorridos de autos o incluso de hacer campaña por las “eco bicis”, con tal de que el paro no haga mella la asistencia.
Pero las calles no estarán tan vacías
Ante este panorama poco prometedor, que solo alcanza para presionar parcialmente a la burocracia conciliadora, se le contrapondrán dignas pinceladas de resistencia real. Algunos sindicatos como Aceiteros impulsan concentraciones en las puertas de las plantas para garantizar el paro. La combativa comisión interna de la línea 60 hará una asamblea en la cabecera de la línea, con el mismo fin. El sindicato de prensa SIPREBA adhirió junto con su federación a nivel nacional FATPREN, con medidas en los principales medios. En la mayor urbe del país, habrá concentraciones por la madrugada en el norte y oeste del conurbano bonaerense en las autopistas Panamericana y Acceso Oeste, en los emblemáticos puentes Pueyrredón, Saavedra, la Noria y Constituyentes (donde habrá un piquete con eje que visibilizará reclamos contra el ajuste en Ciencia y Técnica) en la CABA, y también la ciudad de La Plata.
A instancias del SUTNA, también habrá una concentración en el Obelisco cerca del mediodía, buscando mostrar la vocación por movilizar. A la misma concurrirán docentes universitarios (AGD UBA), de escuelas (Ademys), investigadores/as (JCP) y otros.
Distintas organizaciones de desocupados/as y precarizados/as también expresarán en la calle su repudio al ajuste en los planes de trabajo, entregas de mercadería a comedores, y otras demandas, como la CCC, el Polo Obrero, FPDS o un frente de lucha constituido por las organizaciones FOL, CCRS, MTDAV, MTRDD, M8A, AB-VC. Este frente incluso protagonizará una movilización al capítulo latinoamericano del Foro Económico Mundial, que reunirá a representantes de empresas multinacionales y organismos multinacionales.
En varias provincias, otras movilizaciones tendrán lugar, impulsadas especialmente por sindicatos docentes, universitarios y estatales, principalmente de la CTA Autónoma. En algunos casos incluso saltando las internas que enfrentan a gremios alineados con Yasky (sean docentes enrolados/as en la CTERA o fracciones de ATE) y otros alineados con el degenarismo (como en Neuquén y Río Negro). En Córdoba, serán las CGTs locales las que le pondrán movilizaciones a la jornada. Una excepción especial será Comodoro Rivadavia, donde el paro será parcial para continuar asistiendo a las personas damnificadas por las inundaciones. De todas formas, otras ciudad como Tucumán también tomarán recaudos para evitar complicar afectados/as por las lluvias.
Una jornada atípica
El discurso que se pretende instalar contra las movilizaciones no impedirá que se exprese en la calle otra forma, incipiente aún, de encarar las luchas contra el ajuste.
No es el primer paro ante las políticas económicas de un gobierno. Pero lo novedoso es que se realiza en el marco de una CGT más unificada que en el gobierno anterior, en la que además se expresa una disputa de fracciones al interior de las cúpulas sindicales. Y que también se mueve al calor de una presión de las bases que también, con sus disputas, busca abrirse un cauce y configurarse en un actor político propio (o actriz, quizás logre también superar la histórica presencia mayoritaria masculina en esos espacios de dirección, si se lo propone).
* Militante de la Corriente Político Sindical Rompiendo Cadenas.