Por Vivian Palmbaum / @vivi_pal – Foto por Agustina Salinas
Este 1º de abril reunió a las personas que respaldan al gobierno de Mauricio Macri para movilizarse en “defensa de la democracia”. Un eslogan que parece indicar que la democracia podría estar en peligro. Un punto de coincidencia con los sectores a los que enfrentan, trabajadoras y trabajadores asalariados y de la economía popular, excluidos y marginados de las actuales políticas del gobierno nacional.
Piquetes y cacerolas
El pasado 1 de abril se convocaron los sectores que respaldan al gobierno de Mauricio Macri. En la cuna de los Cardenal Newman boys, en San Isidro, solo un puñado de embanderados que alcanzarían para llenar el salón de una fiesta de 15 años, se juntaron. En una placita ubicada en la intersección de Belgrano, 9 de julio y Acasusso, corazón de la zona céntrica de San Isidro, con banderas en sus hombros, reunidos detrás de la causa macrista, en un ritual, del que parecían un poco ajenos. Calladitos, casi en silencio aguardaban algo, que no se sabía muy bien que era.
Cada tanto, se profería un “¡Viva La Patria!” y un aplauso acompañaba de manera sostenida esa invocación. Señoras de infaltable cartera e impecables hombres de elegante sport. “Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de sus boquitas pintadas”, cantaba Gardel en Rubias de New York. En ese ámbito una mujer joven sostenía un cartel: “Respeto Por La Democracia y al Gobierno elegido Por el Pueblo”. Reunidos los que otrora se expresaban con el golpe de las cacerolas y anteriores llamados al terror.
No podemos soslayar algunos puntos. En primer orden, que las mismas personas que cuestionan los cortes y movilizaciones como herramienta de reclamo de la clase obrera, sí legitiman sus actos con argumentos tan banales y que no merecen análisis como “No vinimos por el choripan” o que “Nadie pagó los micros”. No profundizaremos en la episteme de estos conceptos.
Otra cuestión es la impronta rencorosa de la marcha. Las mismas personas que hace algún tiempo manifestaban su bronca contra el gobierno kirchnerista, hoy organizan jornadas de apoyo donde lejos de reinar la alegría (que manifestó el presidente Macri desde las redes sociales), sostuvieron el enojo de antaño. Incluso la provocación de Cecilia Pando, comparando su marcha patriótica con cualquiera que pueda organizar la izquierda.
¿Democracia en peligro?
Una campaña sostenida contra el 24 de marzo y esa conmemoración se impulsó desde el gobierno nacional, tanto que se había decidido retirar la fecha como feriado nacional -que luego fue reformulado-, porque no le convenía avanzar con esa iniciativa. Entonces le hicieron decir a sus legisladores y otros funcionarios de menor jerarquía, que el 24 no es patrimonio de ningún sector o contra el negocio de los derechos humanos.
Con anterioridad ya funcionarios de gobierno vienen discutiendo el número de desaparecidos, como si eso fuera importante para restarle importancia a los asesinatos cometidos desde el aparato estatal. Recordamos que hasta el año 1983 gobernó de facto el partido militar, como mano de obra de los ideólogos civiles que se beneficiaban con esas políticas de gobierno, que no fueron juzgados y que hoy están bastante cercanos al poder y, en muchos casos, fueron designados a cargo de funciones de gobierno.
¿Que quiere decir la democracia? Para un gobierno que está respaldado por una población que defiende algún tipo de libertad a expensas de otra parte de la población que está padeciendo la falta de perspectivas de futuro y que día a día tiene dificultades para alimentarse. Algunos datos comienzan a indicar un decrecimiento en el consumo de lácteos, que es tan necesario para que se alimenten nuestros niños y niñas. Al mismo tiempo que disminuyen los índices de consumo de alimentos y aumentan los precios de los productos de primera necesidad.
La semana pasada una integrante de La Poderosa interrogada respecto a los derechos humanos en un barrio, respondía: tener para comer. Desde el conurbano bonaerense se advierte el creciente número de asistentes para recibir un plato de comida. “La comida ya no nos alcanza” decía un referente del barrio 14 de febrero de Longchamps.
Argumentos
El viernes 31 en el editorial el diario La Nación se encuentra la argumentación de la movilización paqueta: “Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en agosto de 1984, el Congreso de la Nación sancionó una ley de defensa de la democracia. Esta norma modificó artículos del Código Penal con el fin de proteger las instituciones de cualquier atentado contra el orden constitucional y la vida democrática. Desde entonces se estableció, de acuerdo con la modificación del artículo 226 de ese código, que serán reprimidos con prisión de cinco a quince años quienes ‘se alzaren en armas para cambiar la Constitución, deponer alguno de los poderes públicos del gobierno nacional, arrancarle alguna medida o concesión o impedir, aunque sea temporariamente, el libre ejercicio de sus facultades constitucionales o su formación o renovación en los términos y formas legales’”. Un poco más abajo continúa: “Seguramente no hace falta recordar esta norma de memoria para sentir tanto pasmo como indignación frente a ciertas manifestaciones escuchadas el viernes 24 en la Plaza de Mayo. Supuestamente, se trataba de una marcha en repudio de los golpes de Estado, como el acaecido en 1976; sin embargo, allí se pidió a los gritos que se vaya el actual presidente de los argentinos”.
El término democracia parece variar de significado. Un vocablo que quizás haga falta volver a definir porque no quiere decir lo mismo cuando un gobierno defiende los intereses que responden a las grandes corporaciones y las clases que de ello se benefician, que cuando niega los derechos a las masas de la población que ese mismo gobierno debiera representar. Así visto parece que nuestra democracia corre el riesgo de tener que llamarse de otra manera.
De cualquier modo, la movilización del último sábado pone de manifiesto una cuestión central: para muchas personas y, evidentemente, un buen numero de funcionarios y funcionarias públicas, no entienden que el 24 de marzo sea el día legítimo para revitalizar la defensa de la Democracia que, al calor de lo evidente, se debe sostener todos los días de la vida.