Por Rosario Luaces y Nicolas Martinovich*
Crónica de una lucha que crece con creatividad desde las bases y que se ha transformado en una experiencia clave de cara a un 2017 con la conflictividad social en alza.
El conflicto docente nacional iniciado a principios de marzo, ya está cumpliendo un mes y lejos está de su resolución. La chispa que encendió la mecha fue el cierre de la Paritaria Nacional, legado de la Ley de Financiamiento Educativo sancionada durante la gestión kirchnerista. El argumento del gobierno nacional para su cierre fue la firma por parte de los sindicatos nacionales de una cláusula gatillo en la paritaria nacional del 2016 que indicaba una actualización automática del salario docente en función de la inflación.
De esta manera, la anulación de la Paritaria Nacional implica el desentendimiento del Gobierno Nacional de garantizar un piso salarial para las provincias cuyos presupuestos no alcanzarán a garantizar el salario negociado en la misma. Así, se continúa la desfederalización del sistema educativo que se complementa con el vaciamiento de los programas federales como Conectar Igualdad y con el intento de cierre de la entidad que garantiza a nivel nacional la capacitación docente gratuita Nuestra Escuela, el Instituto Nacional de Formación Docente.
En este contexto, el año comenzó con conflictos y con un enfrentamiento mediático directo basado en la deslegitimación de los sindicatos, y sobre todo de la figura de Roberto Baradel, Secretario General de SUTEBA con filiación kirchnerista. La provincia de Buenos Aires fue el primer distrito en sostener una oferta salarial del 18% (igual a la firmada por el sindicato estatal UPCN a fines del 2016), cifra que está muy lejos de la actualización salarial que se precisa para equiparar la inflación actual, y que los demás gobernadores de Cambiemos intentan poner como referencia para sus propias paritarias. Por eso, es en esta provincia donde los medios de comunicación eligieron focalizar la problemática, solapando que en realidad es de carácter nacional porque el reclamo principal es el respeto de la Paritaria Nacional.
Frente a un conflicto iniciado desde el Ministerio de Educación, la conducción de CTERA reaccionó esbozando un plan de lucha que luego bajó a los plenarios de los sindicatos provinciales y que acaparó todo el mes de marzo. Actualmente lleva ya siete paros nacionales (contando el del próximo 30 de marzo), acompañados con diversas movilizaciones masivas, donde se destaca la convocatoria de 400.000 docentes de todo el país el pasado 22 de marzo en la Marcha Federal a Plaza de Mayo.
En Ciudad de Buenos Aires, la oferta salarial llegó tardíamente a fines de febrero y era prácticamente igual a la oferta de Vidal en provincia: 18% en dos cuotas, la última a cobrarse prácticamente a fin de año. Considerando el acuerdo paritario y la inflación del año pasado y teniendo en cuenta que la inflación estimada para el 2017 probablemente supere bastante el 18%, los salarios de los docentes porteños ya habían perdido un 10% de poder adquisitivo. La oferta salarial fue rechazada de cuajo. Los sindicatos porteños exigen entre un 35% (UTE) y un 40% (Ademys) de aumento salarial.
La docencia porteña, viene asistiendo desde hace casi diez años al vaciamiento y la privatización del sistema educativo, y al continuo desprestigio mediático de los funcionarios del PRO. La reacción ante el cierre de la Paritaria Nacional y la oferta salarial del 18%, fue la organización de asambleas abiertas en las sedes de capacitación. Por primera vez en la historia, toda la docencia de la Ciudad se juntó a capacitarse en servicio. En los recreos o en la hora del almuerzo, se organizaron decenas de asambleas multitudinarias de docentes que empezaron a debatir reivindicaciones que superan ampliamente la cuestión salarial y van al meollo de la crisis educativa: la reducción del presupuesto educativo, la deplorable infraestructura escolar, la falta de escuelas en la zona sur porteña, entre muchas otras problemáticas.
Desde entonces hasta la actualidad, la participación de docentes de base fue multiplicándose en las asambleas distritales en toda la ciudad, y en las asambleas unificadas promovidas por Ademys. En esos espacios se fue engrosando y vitalizando un plan de lucha que si bien tiene la agenda marcada por lo que decide y anuncia en palcos CTERA, está nutrido por diversas medidas creativas de protestas que se gestan principalmente en las asambleas y que tienen sus antecedentes tanto en el conflicto del cierre de las Juntas de Clasificación en el 2011, como el año pasado en la resistencia al Operativo Aprender. Durante este mes, se han realizado decenas de cortes zonales, volanteadas, ollas populares, caravanas y recorridas barriales con el objetivo de difundir las reales causas de la protesta que son ocultados y tergiversados por los medios hegemónicos de comunicación. Estas actividades en muchas oportunidades fueron acompañados por familias de las escuelas y vecinos que muy lejos de pensar que las y los docentes son ‘vagos’ o que ‘tienen de rehenes a los chicos’ como anuncian las y los funcionarios, entienden que este reclamo no es corporativo sino que incluye a la escuela pública y a las y los trabajadores en su totalidad.
También, las asambleas distritales tuvieron una destacada participación en la marcha de antorchas realizada el pasado 20 de marzo por la avenida Corrientes. Esta medida votada en una asamblea unificada masiva, por fuera del paraguas de UTE y CTERA, demostró que son las y los docentes de base que están dinamizando el conflicto y que se organizan con sus compañeras y compañeros de escuela y distrito, poniendo en claro que para poder superar la oferta de hambre por parte del gobierno es necesario replantear nuestros propios espacios de organización.
El caso de los Maestrxs Villerxs quizás se constituya como una de las más novedosas formas organizativas del momento. Docentes de las distintas escuelas y niveles de la villa 21 24 unidos por la identidad de trabajar en uno de los territorios más vulnerados de la ciudad, se organizaron para recorrer el barrio junto a las familias en caravanas y mostrar la necesidad de salir a luchar hoy por la Escuela Pública de conjunto. Este nutrido grupo de maestras y maestros populares son reflejo de un trabajo en el que se funda la construcción territorial, la organización sindical y una pedagogía de la liberación, enraizada en las problemáticas reales de la comunidad.
En este mapa, quizás queda un bastante vacante el lugar que ha ocupado el sindicato mayoritario de la Ciudad, UTE, como vocero durante el conflicto. Frente a los constantes ataques mediáticos, han sido más bien las figuras sindicales de provincia de Buenos Aires las que han salido a responder, tanto Roberto Baradel, como Romina del Pla de la lista opositora Multicolor. Poco se ha visto a referentes de UTE salir a discutir con los medios o en respuesta a los dichos de las y los funcionarios porteños, así como también pocos fueron los espacios convocados por el sindicato a sus afiliadas y afiliados para dar la lucha específicamente en Capital Federal. Sólo se puede mencionar el plenario de delegadas y delegados de fines de febrero, donde la conducción propuso el plan de lucha digitado por CTERA, y donde, sin embargo, gracias a los mandatos de las y los delegados de escuelas donde se expresó la composición femenina de la profesión (tres de cada cuatro docentes son mujeres), se agregó la convocatoria al Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo.
El plan de lucha propuesto por CTERA, obligada a sostener la lucha a riesgo de perder su rol principal como negociadora ante el cierre de la paritaria, termina este 30 de marzo. Ni a nivel nacional, ni en provincia de Buenos Aires, ni mucho menos en Capital Federal, donde de hecho se cerró la paritaria por decreto, el conflicto parecería acercarse a las reivindicaciones planteadas por la base docente. Queda por verse, cuánta presión puedan meter las asambleas y las y los docentes organizados desde abajo hacia los sindicatos y los distintos gobiernos, para que la lucha, sin duda histórica, sea conducida hacia una victoria para la educación pública y para las y los trabajadores.
* Militantes de La Simón Rodríguez