Por Gabriel Casas.
Este intercambio epistolar entre Ángel Cappa y Gabriel Casas y entre dos océanos es sobre fútbol. Pero como el fútbol es una excusa para hablar de muchos temas más, acá hay política, hay miradas sobre la realidad y sobre la historia argentina; hay resistencias y corrupciones que nos van dejando marcas. La pelota rueda, y las palabras cobran sentido.
Hola Ángel, ¿cómo andás? Espero que muy bien.
Acá Buenos Aires es la ciudad de la furia a la que le cantaba Gustavo Cerati. Estamos en la era donde hay que legitimar (y explicar desde qué lugar) todo lo que uno dice y hace, porque se cuestiona todo, algo que igual me parece un buen ejercicio y que los argentinos deberíamos haber hecho hace mucho, pero sin embargo, se hace según de qué clase social provenís o de qué lado de la grieta (que la hay, como las brujas) te ubicás. Te cuentan siempre las costillas. A mí, que como sabés soy periodista y docente, me toca por partida doble. Hoy los docentes y los periodistas están en el ojo del huracán. Y se olvidan que somos trabajadores como cualquiera y que lo primero que nos suele mover (al menos, a la gente que yo conozco en mis profesiones) es la pasión. Por la educación en una y por la información y la investigación para desde un medio, intentar cambiar las cosas que viene oprimiendo a las clases bajas y más desprotegidas desde hace tanto.
Bueno, pero quería contarte todos los dimes y diretes del paro de futbolistas. Siempre fui de pensar que a los futbolistas argentinos les cuesta defender sus derechos y sindicalizarse. Ahora pareciera que ser sindicalista es sinómino de mala palabra, pero yo crecí, por ejemplo, admirando a Agustín Tosco y su rol de importancia vital en el Cordobazo. Suelo escuchar en el ambiente del fútbol argentino, la frase de “a mí no me interesa la política”, o peor, la de “Yo soy apolítico”, como manifestó La Bruja Verón sin ponerse colorado y sin entender que desde su cargo de presidente de Estudiantes de La Plata hace política diariamente. Es que también está asociada a que es algo sucio. Los dirigentes que hacen malas políticas, sean partidarios o de clubes de fútbol, son los que la desvalorizaron hasta el subsuelo. Todas y todos hacemos política. El asunto es poder hacerlas con el objetivo del bien del pueblo y de mejorar la calidad de vida de los argentinos.
La crispación social ante un Gobierno que te clava un puñal en el corazón todos los días con medidas o decretos en contra de las clases más humildes. Y desde el principio de su gestión, favoreció a las clases dominantes. Es algo que está en su naturaleza. Es un gobierno de Ceos empresariales. Y, paradójicamente, los primeros que le pusieron un paro que le hizo trastocar a sus principios de salvaje capitalismo, fueron los futbolistas con su paro. Porque si hay algo que le interesa a Macri y ahí se nota que está en su salsa, es el fútbol. Sabe cómo se mueven los humores de la sociedad con la pelota rodando. Sabe que si no hubiera sido presidente de Boca con tantos títulos bajo sus mandatos, jamás hubiera llegado al sillón Rivadavia. Por eso, a su Gobierno le interesó más levantar el paro de futbolistas que el de los docentes. Ahí apareció el dinero que se necesitaba para solucionar el conflicto. Y si bien el representante del gremio, Sergio Marchi, no les debe caer mucho en gracia a los futbolistas porque saben que es muy difícil justificar el patrimonio del dirigente gremial, que dio un salto tremendo de progreso económico bajo el ala de Julio Grondona.
Apoyé de movida el paro de futbolistas, porque siempre apoyo a los que reclaman sus derechos y sobre todo porque es conocido que a los jugadores de las categorías de ascenso (los que no llevan una vida de confort, sino de esfuerzo) se les complica hasta pagar los servicios esenciales de sus casas y hasta algunos tienen que sumarse algún trabajo extra, para vivir con dignidad. Y también porque era lógico, ya que se le debían muchos meses de sueldo y que ese dinero debía salir de la rescisión del contrato de Fútbol para Todos que el oficialismo se había comprometido a pagar el año pasado.
Los futbolistas se bancaron la presión de tipos pesados como Angelici y Moyano (por nombrar a los dos más poderosos), y del Gobierno Nacional que necesitaba el arranque del fútbol, para tapar con eso el malhumor de una gran parte de la sociedad hacia su gestión. Sin embargo, los futbolistas no se achicaron, pese al apriete del Estado y de los dirigentes de Boca, Independiente y Racing, en conjunto, nada menos. Al fin, los que juegan en los clubes grandes y tienen un pasar económico muy bueno, se solidarizaron con los otros, que son los más. Hay que rescatar estas luchas. Y sobre todo mirar mucho más a sus colegas uruguayos de la otra orilla, donde los futbolistas se plantaron ante el negocio del uso indebido de sus imágenes para el lucro mediático de los empresarios que le exprimen el jugo a la pelota y tienen a los verdaderos protagonistas sin respetarles esos derechos.
Y ahí se pusieron al frente de esta lucha desde el exterior, los jugadores más famosos e históricos como Lugano, Luis Suárez, Godín, etc., porque tienen las espaldas para bancarla ante el monstruo de Tenfield, por ejemplo. A mí me hubiera gustado que esos días del paro de jugadores en Argentina, las estrellas de la Selección en el exterior como Messi, Mascherano, Di María, Agüero, Higuaín, etc., se hubieran pronunciado públicamente al respecto, con mensajes de apoyo a sus colegas, y teniendo en cuenta que ellos también sufren cuando vienen a jugar Mundiales, Copa América, Eliminatorias, la desorganización y los desaguisados de los dirigentes de la AFA, que no son ni más, ni menos que los que tienen en rojo a los clubes. Y que ahora primero se pelearon a muerto por el puesto vacante tras la muerte de Grondona y la continuidad, también nefasta, de Luis Segura, y ahora por orden del Gobierno acordaron para que haya una sola lista de unidad en las elecciones con Chiqui Tapia a la cabeza y dejarle a Tinelli y D’Onofrio, el manejo de la futura Superliga.
Espero con ansias, tu opinión y tu reflexión al respecto.
Un abrazo a la distancia.
Gabriel.
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Hola Gabriel.
Argentina tiene un gobierno continuador de las medidas económicas y sociales de la dictadura militar, que como sabés fue más un golpe del neoliberalismo incipiente que otra cosa, y del menemismo, que terminó en el desastre casi absoluto.
El macrismo tiene los mismos objetivos y casi los mismos mecanismos para conseguirlos. Que no son otros que aumentar los beneficios de las élites dominantes, a costa del sacrificio de la clase trabajadora. Es el capitalismo que se reacomoda en América Latina (una nueva etapa del capitalismo diría yo) después de combatir la gesta liberadora que iniciaron Chávez y el pueblo venezolano.
Macri, aun a pesar de su manifiesta ignorancia de los temas fundamentales y su consecuente superficialidad, ocupa un lugar de vanguardia en esta contrarrevolución que iniciaron los poderes económicos para recuperar el terreno perdido en Sudamérica. No por él, por supuesto, sino por la importancia de nuestro país en este proceso.
No obstante, Argentina no es la misma que en épocas pasadas. Quiero decir que el pueblo está mucho más y mejor organizado y concientizado para resistir y oponerse a este nuevo intento de las clases dominantes por imponer sus medidas tan injustas como antidemocráticas.
Por eso las luchas en todos los frentes están complicando y frenando al gobierno macrista que se ve muchas veces en la necesidad de retroceder en sus propósitos.
Y también en el fútbol con sus maniobras para pauperizar y hundir a los clubes y así facilitar las privatizaciones programadas.
No te olvides que los jugadores argentinos tienen una larga historia de resistencia, empezando por aquella famosísima huelga que encabezaron en los años 40 figuras como Podernera, Rossi, Di Stefano, y muchos otros que terminaron jugando en Colombia.
También reclamaron en aquél entonces el pago de los sueldos adeudados a los jugadores de clubes más modestos.
Y es cierto lo que decís. El fútbol es usado como pantalla de entretenimiento y ocultamiento de la realidad. Por eso apareció la plata para solucionar este problema, y no la de los maestros. Además, y como también es antiguo y archisabido, los que mandan prefieren a gente que no piense, antes que a un pueblo concientizado y crítico.
Yo también, como vos, extrañé el apoyo de las grandes figuras que juegan en el exterior, a este movimiento de los jugadores locales. El ejemplo de los futbolistas uruguayos en ese sentido, es envidiable. Luis Suárez, Godín, y en general todos los seleccionados, se unieron a los que dentro del país, reclaman lo que les corresponde.
El fútbol argentino está en una etapa donde ya es imposible ocultar la corrupción e incapacidad de la mayoría de sus dirigentes. Una especie de explosión del caos que impera desde hace muchos años.
Tal vez sirva para iniciar una renovación imprescindible, aunque todo parece indicar lo contrario.
Impulsado desde el mismo gobierno, el negocio ya ha puesto sus manos encima del lodo y con la excusa de una “oxigenación” le sacará hasta la última moneda.
También nos roban el fútbol, Gabriel, si me permitís parafrasear el título del libro que acabo de escribir con mi hija María, donde queda retratada la verdadera cara de la intromisión del negocio (el capitalismo para entendernos) en el fútbol.
Un abrazo, y la seguimos.
Ángel.