Por Mateo Munin Prado / Fotografía: Juan Noy, Natalia Saá y Juan Salvador Bordas
Cien mil docentes marcharon en todo el país durante el que hubiera sido el primer día de clases. Mientras tanto, el Presidente inauguró el inicio del ciclo lectivo trunco en la provincia de Jujuy, donde ya se siente local. La palabra de un docente y la mirada de muchas y muchos más.
Es difícil poner en palabras lo que se sintió hoy en las calles de la Argentina, particularmente, y en nuestro caso, en el centro de Buenos Aires, donde se convocó la comunidad educativa no sólo para reclamar por la apertura de paritarias o defender la educación pública, sino para pararle la mano al gobierno de Cambiemos. Más que hablar de una movilización masiva, podríamos decir que fue contundente: con 70 mil personas en la Ciudad de Buenos Aires, la marcha se extendía desde el Palacio Pizurno, en la calle Paraguay, hasta Congreso; esto es más de 10 cuadras repletas de gente, de familias, de trabajadoras y de trabajadores.
Movilización contundente decíamos ¿Por qué? ¿Solo por su número? Creemos que hace mucho no se veía una movilización tan terminante no solo en la cuestión cuantitativa, sino en la cuestión cualitativa. Creemos que en esto no es menor el rol que jugaron los gobiernos nacional y provinciales: desde el rechazo del ministro de Educación, Esteban Bullrich, a realizar la legítima apertura de paritarias, hasta las amenazas de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires de descontar los días de paro. Si a esto le sumamos el constante intento por deslegitimar la lucha docente con los grandes multimedios a la cabeza y el ejército de trolls que operan en la redes sociales, el resultado fue contrario, ya que el 85% de las y los docentes se plegaron al paro en todo el país.
Mientras el Presidente Macri intentaba tapar el sol con la mano, haciendo una puesta en escena de inauguración del ciclo lectivo en la provincia de Jujuy -donde el acatamiento a la huelga fue del 95%, por lo que superó la media nacional-, la que gobierna su aliado radical, Gerardo Morales, y donde elige presentarse cada vez que quiere huir del rechazo que se genera en CABA. Ese mismo rechazo que se vislumbró en las calles, en una movilización unitaria de todos los gremios docentes, tanto de privados como públicos, de organizaciones sociales, sectores estudiantiles y otros sectores de la clase trabajadora. En ese sentido, uno de los momentos más emotivos fue cuando la larga fila pasó por el Hotel recuperado Bauen, que ya es un símbolo, donde sus trabajadores y trabajadoras se asomaron por las ventanas, aplaudieron, saludaron, y cantaron con nosotras y nosotros mientras nos reconocíamos mutuamente.
Detrás del pedido del Presidente de que “vayamos por el camino de sentarnos en una mesa a dialogar”. Detrás de esa frase que repite mientras las decisiones de decretos y de silencios suelen ser unilaterales, recordemos algunos números concretos que enmarcaron este día: el gobierno ofreció un aumento del 18%, cuando el año pasado el sector docente tuvo una paritaria que cerró en 32% mientras que la inflación fue del 40% o más. Este año se prevé un 30% más de aumento, casi el doble del ofrecimiento gubernamental. Por eso es que las y los trabajadores de la educación piden entre un 35 y 40% de aumento. Además, se suma la defensa de la educación pública, en el marco de un gobierno que ya conocemos desde hace años en CABA y que se dedicó sistemáticamente a vaciarla, en beneficio de una educación privada y de elite. La falta de materiales, el mantenimiento edilicio y cuestiones curriculares son, también, reclamos que se suman desde hace años.
Hoy no fue un día más, mañana y pasado tampoco lo serán. En nuestra propia vida escolar hemos tenido momentos que nos marcan. Pruebas de fuego, enseñanzas cotidianas que no tuvieron que ver con contenidos académicos, sino de valores para una vida digna.
Hoy las clases no las dieron las y los voluntarios que agitaron las redes pero no pudieron detener el grito multitudinario. Hoy las clases las dimos las y los docentes en la calles. No sólo en lo que se refiere a la educación, sino en la movida contundente de parar los abusos, decretos y arremetidas de un gobierno neoliberal que busca correr los límites cada día.