Por Gabriel Casas
Inauguramos esta sección en la que el intercambio epistolar entre el periodista y el Director Técnico es una excusa para hablar, sobre todo, de fútbol y política. Un diálogo apasionado para un deporte que seguimos con la obsesión de defender y retomar. En esta primera entrega, el placer de jugar o el negocio de ganar.
Con un océano en el medio, el periodista deportivo Gabriel Casas inicia un diálogo desde Buenos Aires en el que un disparador es el motivo para que del otro lado de la computadora el Director Técnico Ángel Cappa deje que sus pensamientos se vuelvan palabras. El fútbol, la política, los negociados, los jugadores que ya no disfrutan y las y los espectadores a la espera de un partido con lujos y fintas que nunca llegan… el presente y el futuro de un deporte que nos sigue apasionando.
“Hola Ángel, ¿cómo andas?
Espero que el invierno en Madrid no te trate tan duro como el verano a nosotros en Buenos Aires.
Te cuento que ayer escuché a Diego Cocca en un programa de la televisión argentina decir que los futbolistas acá perdieron el placer por ganar jugando bien al fútbol.
Y eso me hizo recordar lo que había dicho Jorge Sampaoli hace unos días en sentido contrario. Eso de que tratar de ganar como sea, genera un stress terrible.
¿Será tan así cómo lo manifiesta Cocca? ¿Será una combinación con lo que dice Sampaoli, para que en general se vean partidos de tan bajo nivel técnico en el fútbol argentino y en otros países como Italia?
Es como si yo fuera a un restaurant y con tal de comer, eligiera el menú que sale más rápido y no el que más me gusta y disfruto. Total, el objetivo de llenar mi barriga, estaría igual cumplido. Te pongo este ejemplo porque pareciera que a muchos futbolistas, entrenadores, periodistas e hinchas, se les atrofió el paladar. Y eso lo sufro, Ángel. Y mucho”.
Te mando un abrazo y saludos a la familia.
Gabriel”.
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“Hola Gabriel.
Así es. La intromisión del negocio en el deporte, y en el fútbol por consiguiente, le ha cambiado sus propios valores. De la cultura del merecimiento, hay que ganar mereciéndolo, se pasó a que lo único que importa es ganar. Más o menos la ideología del capitalismo: la ética de beneficio rápido y a costa de lo que sea. El negocio arrasa con todo, con la gente y con la naturaleza. En el fútbol del placer de jugar se pasó a la obligación de ganar. El futbolista profesional ya no juega, trabaja. Es un productor. Y el fútbol un producto más de consumo. Del placer de jugar, se pasó a la ética de la penuria: hay que sufrir. No digo que antes y siempre lo primero era y es ganar, por supuesto. Me parece una obviedad tener que mencionarlo. Pero había que ganar, insisto, mereciéndolo, jugando mejor que el adversario. El negocio fue imponiendo poco a poco su valor principal: solo se trata de ganar. El cómo no importa o importa muy poco.
El jugador está sometido a esa presión permanente, y no arriesga. Por lo tanto se limita a cumplir. Se pone el acento en el esfuerzo físico. Y el jugador sabe que ahí no va a ser cuestionado. En cambio si se atreve a crear a jugar y no le sale o pierde, sabe que será juzgado severamente.
En fin Gabriel, que nos cambiaron el fútbol. Ya es otro juego. No obstante, siempre hay excepciones y todavía quedan equipos y jugadores con los valores originales.
En cuanto a nuestros países, Argentina, Uruguay, Brasil, etc. el éxodo de jugadores hacia los centros de poder económico, es incesante. Casi imposible pensar en un fútbol mejor. Nuestros campeonatos sirven como vidrieras para vender jugadores.
Un abrazo. Hasta la próxima.
Ángel”.