Por Vivian Palmbaum*
El miércoles 15 de diciembre se aprobó en la Cámara de Senadores la ley que declara la Emergencia Social para trabajadores y trabajadoras de la economía popular, el sector más vulnerable de la sociedad y el más afectado por las políticas del gobierno de Cambiemos. Una mirada que abre el debate para profundizar en los detalles de la ley.
El pasado miércoles, en una nueva manifestación frente al Congreso Nacional se congregaron las trabajadoras y los trabajadores de la economía popular, con olla popular y radio abierta para manifestar la necesidad de la ley que declarara la Emergencia Social que se estaban tratando en la Cámara de Senadores, y que finalmente tuvo sanción definitiva.
Esta ley vino a normativizar el acuerdo que el Gobierno Nacional se vio obligado a firmar por la masiva movilización del conjunto de la clase trabajadora. Esta nueva movilización popular frente al Congreso Nacional tuvo como acto de cierre a varios oradores, que representaban a las organizaciones y movimientos presentes. Para comenzar, se mencionó a los luchadores populares que este año quedaron en la historia como el Boli Lezcano, Raimundo Ongaro, Carlos Chile y, por supuesto, Fidel Castro.
Por su parte, el secretario general de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Esteban “Gringo” Castro, sintentizó las principales conquistas alcanzadas: “logramos la declaración de la Emergencia social por tres años, logramos el consejo de la economía popular para todas y todos los trabajadores. Se crea el registro de trabajadores de la economía popular y el salario social complementario, que se implementarán para trabajadores y trabajadoras de la economía popular”.
Pero por otro lado, Castró aclaró que “esta lucha no se termina con que nos digan que vamos a tener el registro o el salario social complementario, la lucha continuará en la calle, hasta que no quede un solo trabajador sin salario social”. Además afirmó: “con este reconocimiento no va a alcanzar porque sabemos cómo trabajan los monopolios de los alimentos y el salario no nos va a alcanzar”, y propuso que la lucha sea por un proyecto de país.
Un año de movilizaciones en las calles
Frente al malestar y la protesta por la pérdida de fuentes de trabajo en todos los sectores de nuestra economía durante el primer año del gobierno de Mauricio Macri, se realizaron medidas de protesta en distintas ciudades del país para visibilizar el reclamo de la clase trabajadora, que se mostraba cada vez con mayor unidad. Movimientos y organizaciones populares, herederas de los piquetes y con una gimnasia de calle, llevaron adelante medidas de fuerza con movilizaciones de mayor o menor magnitud que ponían de manifiesto una situación que se fue agravando.
Recordemos que a poco de asumir la actual gestión los despidos y la represión contra los trabajadores de Cresta Roja fueron la marca que anticipó lo que se venía. La detención política de Milagro Sala mereció la manifestación y el repudio de todo el arco político, a excepción del oficialismo, no tan apegado a las leyes. Por otro lado, las masivas manifestaciones convocadas por ATE y las centrales sindicales CTA también contaron con la presencia de las y los trabajadores de la economía popular.
Pero fue quizás la movilización del 7 de agosto, San Cayetano, la que convocó a una movilización sin precedentes, en por lo menos el último decenio y fue el antecedente de la movilización por la Emergencia Social del 18 de noviembre. Allí 200 mil personas que responden al conjunto de las y los trabajadores confluyeron en unidad. Con sus banderas bien en alto, referenciadas en diferentes organizaciones y movimientos sociales, tanto los nucleados en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) como la Corriente Clasista y Combativa y Combativa (CCC) Barrios de Pie, el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) entre los más numerosos, avalados por la Confederación General de Trabajadores que respaldó la convocatoria y movilizó a los trabajadores nucleados en dicha central, para expresar la urgencia de la necesidad que afecta a los sectores más vulnerables frente a las políticas de gobierno que están vaciando las mesas de los trabajadores, al tiempo que desaparecen las fuentes de trabajo de toda índole.
Tal fue la magnitud de la protesta que el gobierno se vio obligado a negociar un acuerdo que luego fue refrendado en el Congreso Nacional, y que constituye una conquista y un incentivo para continuar la lucha, si bien es insuficiente.
Si se mira de cerca estas conquistas, que no pudo capitalizar políticamente ningún partido y que incluso mereció críticas desde sectores que se dicen más afines a los sectores populares, fueron conseguidas contra las políticas de exclusión gerenciadas por el actual gobierno nacional.
Recordemos que el 10 de diciembre de 2015, asumió la presidencia de la Nación Mauricio Macri, en representación de la alianza Cambiemos, ungido por el voto de una mayoría, para asombro de propios y ajenos y el beneplácito del poder más conservador al que representan. Un año de deterioro consecutivo obligó al conjunto de la clase trabajadora a reconocerse y luchar en unidad para conquistar algunas insuficientes mejoras que permitan un mínimo de dignidad en la mesa de los trabajadores de la economía popular, frente a la urgencia.
*integrante de la organización social y política Los Pibes