Marcha
    Facebook Twitter Instagram YouTube
    Facebook Twitter Instagram
    MarchaMarcha
    • Quienes somos
    • Sin Fronteras
      • Democracia
      • Derechos Humanos
      • Economia
      • Extractivismo
      • Migraciones
      • Política
      • Opinión
    • Feminismos
      • Derecho a Decidir
      • Violencias
      • Entrevistas
      • Librelocalab
      • Nuestra América
      • Trata y explotación sexual
      • Opinión
    • Especiales
      • ¿Quién defiende a lxs defensorxs?
      • #SomosMultitud
      • Defensoras. La vida en el centro
      • ¡Nosotres Sim!
    • Niñez
      • Crianzas
      • Derechos
      • Educación
      • Nuestramérica
    • Deportes
      • Opinión Deportes
      • Crónica
      • Pinceladas
      • Otras Yerbas
    • Culturas
      • Películas y series
      • Libros
      • Entrevistas
      • General
      • Especiales
      • Música
      • Teatro
      • Yo estuve ahí
    • Marcha 10 años
      • Ciencia y Tecnología
      • Economía
      • El País
      • Especiales
      • Opinión Nacionales
      • Policiales
    • Archivo Fotográfico
    Marcha
    Home»Marcha 10 años»Economía»Otra economía posible: contra el ajuste, la esperanza
    Economía

    Otra economía posible: contra el ajuste, la esperanza

    16 diciembre, 20166 Mins Read
    la-esperanza-portada-r
    Compartir
    Facebook Twitter LinkedIn Pinterest Email

    Por Carlos Javier Andujar* / Ilustración por Cabro

    Durante ocho encuentros, recorrimos la economía política desde una mirada diferente, que nos aleja del puro mercantilismo y nos acerca a la de a pie, la cotidiana, la que llevamos adelante todas y todos. En esta última entrega, una mirada esperanzadora sobre otra economía posible.

    El fin de año huele a compras,

    enhorabuenas y postales

    con votos de renovación;

    y yo que sé del otro mundo

    que pide vida en los portales,

    me doy a hacer una canción.

    La gente luce estar de acuerdo,

    maravillosamente todo

    parece afín al celebrar.

    Unos festejan sus millones,

    otros la camisita limpia

    y hay quien no sabe qué es brindar.

    Hace cuatro meses comenzamos a recorrer un camino que intentó, no sin dificultades, descolonizar la mirada sobre la economía política. Si hemos tenido algún grado de éxito, nuestros lectores y lectoras, es decir, ustedes, deberían haber acumulado nuevas preguntas y algunas, muy pocas, certezas.

    Entre ellas pretendimos dejar en claro que cuando hablamos de economía lo hacemos siempre en referencia a la reproducción de la vida, es decir al ser humano vivo, necesitado y comunitario, que produce mediante el trabajo junto a otro ser humano lo que necesita para su existencia.

    El problema central de la economía política no es nunca la escasez de bienes (que fue un invento teórico para legitimar las injusticias), sino las formas en que se produce, disputa y legitima la apropiación del excedente económico.

    Nuestro intento fue dar la batalla cultural a algunas legitimaciones que sostienen y reproducen las injusticias más flagrantes, historizando lo que nos muestran como natural y humanizando los complejos modelos matemáticos a través de los cuales pretenden explicar la realidad.

    En este sentido vimos cómo se nutren el machismo y las desigualdades de género invisibilizando y desvalorizando las actividades del cuidado y cómo nos enseñan desde chicos y chicas que los precios son el fruto del “libre juego” de la oferta y la demanda y que, por lo tanto, solo podemos adaptarnos a ellos. Pensamos al Estado como violador y a la vez garante de derechos y, por lo tanto, como espacio de disputa en sí mismo. En un mundo en el que el derrame sucede si se quiere derramar y el dinero no es sólo el facilitador del intercambio, sino principalmente fuente de acumulación y especulación, el desarrollo y el subdesarrollo se volvieron a encontrar no ya como caminos independientes sino, como diría Galeano, como derrotas que siempre estuvieron implícitas en victorias ajenas.

    Se nos suele decir que el capitalismo es lo que hay y, más que correrlo un poco a la derecha o un poco a la izquierda, otra cosa no se puede hacer. Tal vez nos sea útil recurrir, como ya lo hemos hecho en otras oportunidades, a la historia. El neoliberalismo nos invita (nos empuja) a la inmediatez, a pensar una realidad sin historia y sin contexto. En rigor, el capitalismo como tal tiene, en el mejor de los casos, trescientos años. Escasos trescientos años de vida sobre diez mil de historia de la humanidad. Como dice Enrique Dussel, los burgueses, todavía minoría con respecto a la nobleza británica, hicieron la revolución inglesa a finales del siglo XVII, y desde la regulación del Estado implantaron el capitalismo como sistema económico hegemónico desde las puntuales experiencias exitosas anteriores.

    Un sector informal que puja

    Tener no es signo de malvado

    y no tener tampoco es prueba

    de que acompañe la virtud;

    pero el que nace bien parado,

    en procurarse lo que anhela

    no tiene que invertir salud.

    Por eso canto a quien no escucha,

    a quien no dejan escucharme,

    a quien ya nunca me escuchó:

    al que su cotidiana lucha

    me da razones para amarle:

    a aquel que nadie le cantó.

    No serán las contradicciones del sistema capitalista, otrora inexistente y ahora hegemónico, las que produzcan su caída. Tampoco harán lo propio las luchas sociales de las y los que las sufren día a día. Serán esas luchas ancladas en esas contradicciones las que nos permitirán construir una sociedad, posible y concreta, basada en la vida, la solidaridad y la justicia como principios rectores.

    Muchas experiencias productivas que se desarrollan en la actualidad todavía en minoría en relación al hegemónico sistema capitalista, algunas de las cuales tienen raíces precoloniales y precapitalistas, ponen en cuestión el consumismo, la competencia, el comercio desigual, la apropiación del trabajo ajeno, la propiedad privada liberal y la destrucción de la naturaleza. Movimientos sociales y campesinos, empresas recuperadas, formas cooperativas y comunitarias, prácticas de la llamada economía social y popular ancladas en el denominado “sector informal”, entre otras, demuestran, día a día, no desde un academicismo estéril, sino desde la práctica, que otra economía es posible.

    Estas luchas contrahegemónicas por una economía no capitalista no pueden prescindir, dejando en manos de quien hoy está, las regulaciones provenientes del poder estatal.

    Tal vez sea conveniente recordar que el poder político reside siempre en la comunidad y sólo su institucionalización es lo que denominamos burocracia estatal. El poder hacer o deshacer, proteger o desproteger, distribuir o concentrar, afectar o desafectar, que tiene la burocracia estatal es siempre derivado y nunca originario.

    Siguiendo nuevamente a Dussel, precisamente la corrupción política, por fuera de las visiones neoliberales y mediáticas instaladas, nace cuando ese poder político olvida que es siempre obedencial (que obedece a la comunidad que se lo otorgó provisoriamente) y se cree sede del mismo, se fetichiza y se corrompe. Dicha corrupción es siempre doble, de los funcionarios que se creen sede del poder y de la comunidad que se lo permite.

    El final que es el comienzo

    Por eso canto a quien no escucha,

    a quien no dejan escucharme,

    a quien ya nunca me escuchó:

    al que su cotidiana lucha

    me da razones para amarle:

    a aquel que nadie le cantó.

    Mi canción no es del cielo,

    las estrellas, la luna,

    porque a ti te la entrego,

    que no tienes ninguna.

    Mi canción no es tan sólo

    de quien pueda escucharla,

    porque a veces el sordo

    lleva más para amarla**

    Parte de los procesos de legitimación del sistema capitalista consisten en fortalecer un proyecto permanente, sostenido y hegemónico de desesperanza. Los neoliberales son especialistas en presentar sus políticas de ajuste como inevitables, hay que ajustarse el cinturón, hay que aguantar, nos suelen decir. Como dice Freire, la desesperanza nos inmoviliza y nos hace sucumbir al fatalismo en que no es posible reunir las fuerzas indispensables para el embate recreador del mundo. Obviamente que la esperanza necesita anclarse en la práctica para volverse historia concreta. Sin un mínimo de esperanza, nos decía el gran pedagogo brasileño, no podemos ni siquiera comenzar el embate, pero sin el embate la esperanza, como necesidad ontológica, se desordena, se tuerce y se convierte en desesperanza que a veces se alarga en trágica desesperación.

    No queremos ser esperanzados por pura terquedad, queremos serlo, como Paulo lo fue, por imperativo existencial e histórico.

     

    la-esperanzaa

     

     

     

     

     

    *Docente. Integrante del Colectivo Educativo Manuel Ugarte (CEMU) Contacto: fliaandujar@gmail.com

    ** Las estrofas pertenecen a “Canción de Navidad”, de Silvio Rodríguez

    Cabro Carlos Andújar economia Economía política economia social Freire mas noticias

    También te puede interesar

    Confiabilidad resquebrajada

    21 febrero, 20255 Mins Read

    20 años de Cromañón: prohibido olvidar

    31 diciembre, 20245 Mins Read

    ¿Y si sale mal? Los límites del consenso del ajuste

    20 diciembre, 20248 Mins Read
    Podcast

    Marcha Noticias

    Domicilio legal: Llerena 2579, Código postal 1427
    Dirección de correo electrónico: marchanoticias.org@gmail.com

    Registro de Propiedad intelectual RL-2021-78108500-APN-DNDA#MJ

    Ciudad Autónoma de Buenos Aires
    ARCHIVO
    MARCHA_ARCHIVO
    Descargar
    Manual
    Facebook Twitter Instagram YouTube

    Enter para buscar. Esc para cancelar.