Por Juan Manuel de Stefano. Le ganó 1 a 0 a Corinthians por los octavos de final de la Copa Libertador. En un partido duro y emotivo, el equipo se reencontró con los valores y las virtudes que destacaron al club a lo largo de su historia. Jugó el partido con una seguridad que no venía mostrando y el domingo lo espera River.
Mística, pasión, garra y fútbol. Todas esas virtudes demostraron los equipos de Bianchi en ediciones anteriores dela Copa. Noches triunfales con equipos que se iban derrotados y Boca los dejaba en el camino con una fórmula innegociable: la actitud. En la noche dela Bombonera, Boca volvió a ser. Sobrevolaron los fantasmas de Bermúdez, Serna, Guillermo Barros Schelotto y compañía. Para ganarle al Corinthians- un equipo de gran jerarquía- debía pelear cada sector de la cancha y las pelotas divididas pasaban a ser primordiales. Ganar cada centímetro del campo y una vez recuperada la pelota tratar de darle un buen destino.
El equipo de Bianchi demostró desde el primer minuto que la leve mejoría mostrada ante Estudiantes (a pesar de la derrota) le dejó cosas positivas para comenzar con la recuperación. La firmeza de la defensa se notó en la buena actuación de los 4 de atrás, con el punto más alto en los centrales; Caruzzo y Burdisso no dejaron grietas en el fondo y jugaron como deben jugar los defensores en estos partidos de copa. En el primer tiempo el mediocampo funcionó bien en la contención y trató de darle juego a los delanteros. Los primeros 25 minutos de Erviti fueron muy buenos. Sin posición fija cuando Boca atacaba, se tiraba a la derecha para colaborar en defensa en el momento que la pelota la dominaba el rival. Con la presión de Somoza y Erbes y la zurda prodigiosa de Sánchez Miño las chances comenzaron a caer casi por decantación. A los 34 minutos Martínez cabeceó al medio luego de un gran pase de Erbes pero contuvo el arquero. Al minuto siguiente Burdisso casi convierte de cabeza tras un córner y cerca del final de la primera etapa, Blandi (también de cabeza) se perdió el primer gol.
El Corinthians por su parte, no pudo manejar la pelota ni imponer las condiciones de su juego. Emerson trató de desbordar por izquierda pero Marín se mostró muy firme y casi no lo dejó mover. Romarinho y Danilo tampoco pesaron en el trámite del encuentro.
En el segundo tiempo la figura de Sánchez Miño creció y desde la izquierda salieron los mejores y más profundos ataques del equipo local. Pero faltaba algo, el Burrito Martínez no encajaba, falto de confianza y sin desnivelar en el mano a mano, pareció una sombra del jugador que deslumbró en Vélez y que volvió al país a buscar la chance de estar en el Mundial del año próximo. Blandi luchaba más de lo que jugaba pero con buenos movimientos desgastaba a los defensores del Timao. La media distancia de Sánchez Miño comenzó a preocupar a Cassio pero el arquero se contuvo sus remates.
Recién a los 58 minutos llegó el gol. Erbes demostró su gran despliegue y pisó el área rival, remató cruzado pero Blandi corrigió el disparo y decretó el único tanto del partido. El delantero fue quizás, el símbolo de un Boca esforzado, luchador e incansable. Su olfato y su buena ubicación son características que Blandi heredó de Palermo. Con ganas y a fuerza de goles y buenas actuaciones se ganó el puesto y la confianza de Bianchi.
Luego del gol Boca sintió el peso del partido y las molestias de varios jugadores (Caruzzo, Rodríguez, Somoza, Martínez y Blandi) hicieron que el equipo se repliegue y tenga que sufrir hasta el final. Orión cumplió con su parte y salvó a Boca cuando más lo necesitaba, Romarinho remató de volea y el arquero respondió en gran forma sacando una pelota que buscaba la red. Erviti le dejó su lugar a Ledesma y el 4-4-2 fue el sistema elegido por Bianchi. A los 69 minutos el peruano Guerrero hizo temblar al palo izquierdo tras una gran jugada colectiva del Corinthians. A los 82 minutos le anularon un gol a Ledesma por posición adelantada pero el volante fue amonestado por sacarse la camiseta en el festejo. Un minuto después, se iría expulsado de manera increíble por una dura entrada. Y más que nunca, Boca fue el Boca dela Copa Libertadores. Serna se paró al lado de Somoza y raspó junto con Erbes y Traverso. Caruzzo y Burdisso ayudados por Bermudez y Samuel sacaron todo los que le pasaba cerca y con firmeza y vigor hicieron olvidar las malas actuaciones y ahuyentaron las dudas. El Burrito Martínez hizo recordar a Guillermo con sus piques y su sacrificio al servicio del equipo (se paró de volante por derecha luego de la expulsión de Ledesma). Y la Bombonera toda, cumplió con la parte que le tocaba, se venía abajo en cada pelota trabada o en cada cruce salvador.
En las vísperas del clásico ante River el domingo, Bianchi parece que encontró soluciones, o al menos, un poco de confianza y una brisa de aire fresco para empezar a torcer la historia. No fue una gran demostración de fútbol ni mucho menos, pero se pondera la actitud con la que el Xeneise salió a jugar el partido. No tuvo errores en defensa, el mediocampo fue un relojito y en la delantera faltaron luces pero Blandi encendió la ilusión. Las dificultades en la creación se taparon con los “fantasmas dela Bombonera” y el equipo volvió a personificar y representar lo que indica la historia.
Como dijo Román antes del partido: “Boca es Boca y nosotros tenemos 6 Libertadores y Corinthians una”. Había que ganar y Riquelme a pesar de no jugar, les mostró a sus compañeros el camino a seguir. El triunfo tuvo incluso ribetes de hazaña, por la cantidad de jugadores con complicaciones físicas y por el peso específico del rival. Pero ya habrá tiempo de pensar en la revancha. Por lo pronto, Boca se demostró que puede y eso, a pocos días de jugar ante River, no es poco.