Por Leda Berlusconi
Crónica en primera persona de un viaje a Cuba para un Congreso de Periodistas y que fue la oportunidad para entrevistar a Fidel. Aquí, la trastienda de la nota donde Fidel adelanta la implosión del gobierno de la Alianza, dos meses antes al 19 y 20 de diciembre.
Hacía muchos años que venía forzando espacios en los programas de radio, donde trabajaba para que las noticias sobre la situación de Cuba tuvieran presencia. Se hacía cuesta arriba. Era fines de una década frívola, consumista, destructiva.
De todos modos, cada vez que podía “sacábamos al aire” noticias de la Multisectorial de solidaridad con Cuba, de la Embajada, de alguna efeméride cubana.
Un día, como reconocimiento quizás, la puerta de la Embajada se abrió para mí. Alejandro González Galeano y Danilo Sanchez me dieron su mano y me sumaron a los trabajos que hacían los amigos de la embajada. Pioneros en Argentina, Libertad a los 5, Sermin Cuba, conmemoración por José Martí, reuniones para pensar mediáticamente algunos temas, mojitos inolvidables en el salón de la planta baja con personajes maravillosos… “los amigos de Cuba”. En ese tiempo era una colaboradora permanente de la UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires) y la relación con los cubanos era estrecha, permanente…
Un día me llamó Danilo para que lo lleve a mi compañero, Quique Pesoa, porque querían hablar con él. Fuimos, la reunión fue formal, le informaron que lo habían elegido junto a un grupo de periodistas para un congreso que se realizaría en La Habana por su permanente apoyo a la Revolución. Salimos recontra contentos. Cuba lo distinguía como profesional amigo y mucho más, lo invitaba con todos los gastos para que la falta de dinero no sea un impedimento para viajar. Solo le pedían una ponencia en el congreso, que deje algo de su saber, de su hacer para compartir. En la embajada vimos a Luis Bruschtein, a Miguel Bonasso, a Susana Viau, a Mario Wainfeld, al Coco Lopez, al viejo Livingston, a la gente de Brecha, una lista enorme de gente seleccionada.
Quique saldría con el grupo, el 5 de octubre para llegar a los actos conmemorativos de la masacre de Barbados el día 6. Luego, reuniones y recorridos con los casi 400 periodistas del continente y el 8 de octubre del 2001 daría comienzo, con la presencia de Fidel, el Congreso de Periodistas Latinoamericanos y Caribeños, convocado por la Unión de Periodistas de Cuba.
Que alegría enorme, recuerdo como si fuera hoy a mi corazón tratando de salirse de mi cuerpo de la emoción. Le hablé sin parar en el auto de regreso a casa. Todo lo que vería, lo que aprendería. Estaba decidida a lograr que Quique pudiera tener un cruce de palabras con Fidel. Llevaba años solicitando por las vías legales y las no tanto una nota. Se formó el grupo, no estábamos los mismos de la reunión, algunos desistieron. Subimos al avión y me retumbaba la voz de Hamlet Lima Quintana en la última fiesta en la embajada reclamando, cansado de pedir, de esperar años conocer a Fidel, aunque sea tenderle la mano, decirle que lo admiraba. Me parecía que si Hamlet, hombre que mereció sentarse muchas veces a charlar con el comandante, no lo había logrado, tampoco sería posible para nosotros.
Llegamos con la gente de la UTPBA y los periodistas chilenos, uruguayos y argentinos en un vuelo de cubana de aviación y desde el aeropuerto nos llevaron derechito a la plaza de la revolución a compartir con mas de un millón de cubanos el discurso de Fidel y las emotivas palabras de Silvio. Al día siguiente tal lo programado comenzó el Congreso con Fidel sentado en el centro de la mesa oficial. Nosotros llegamos entre los primeros así que logramos la primera fila y además ocupábamos un buen tiempo en desplegar nuestro equipamiento, teníamos una cámara de video 8, un grabador de mini disc con su micrófono externo y cámara de foto. Tardábamos siempre un buen rato en desplegar cables, cargar, enchufar, cambiar cassettes, pilas, etc, etc. No teníamos trípode por lo tanto, cada uno cargaba con una de las herramientas guardando en ambos formatos, las 12, 13 o 14 horas diarias de ponencias y discursos de Fidel. Teníamos un descanso de 1 hora o 2 para almorzar y todos los días Fidel cerraba el congreso con un discurso que nunca finalizó antes de las 2 de la madrugada. Nos pasaba a la inversa para lograr un buen lugar donde comer porque casi siempre quedábamos últimos, tardábamos como 15 o 20 minutos en desarmar nuestro cablerío y guardar los equipos en sus bolsas protectoras.
El Congreso fue convocado expresamente por Fidel, contaron los compañeros de la UPEC, porque quería escucharnos debatir sobre los problemas de la información, las posibilidades de los medios alternativos y el pensamiento contra hegemónico. Le preocupaba a Fidel el papel de la prensa y el rol de los periodistas amigos de Cuba y buscaba la aprobación de todos nosotros de su idea de integrarnos entre nosotros, crear una red de sostén y encontrar algunas fórmulas con la que oponerse al lenguaje único y manipulador de la gran prensa.
No voy a negar que muchas horas se fueron en aburridas alocuciones de históricos PC que, anclados en viejos manuales, pretendían adoctrinarnos desde el pulpito sin dejarnos espacio para pensar. Discursos patriarcales fuera de tiempo y espacio que hasta lograron que Fidel se hiciera una siesta y me diera la foto del millón!. Sin embargo en compañeros menos esquemáticos, encontré fuerza y nuevos aires. De cada uno de ellos tomé sus datos para regresar y reorganizar el aire de nuestro programa de “la oncediez” llamado “En la vereda”, proponiendo dúplex con “las radios y periodistas amigos” que conocimos en el congreso para ser una buena alumna del querido comandante y poner las palabras en acción.
Justamente fue en uno de esos momentos de desarmar cables y guardar cosas, apurados para no quedarnos sin comida cuando él se acercó. Se dirigió a Quique, le gritó algo asi como que los argentinos éramos grandotes porque comíamos mucha carne, y casi sin darnos tiempo a reaccionar se arrimó, se paró frente a Quique y lo saludó, yo empecé a enchufar todo, grabadores, cámaras, 5 o 6 periodistas que se estaban retirando del salón se volvieron y los grandotes de la custodia cerraron el cerco. El elegido era Quique sin duda. Quede medio tirada en el piso, con un ángulo relativo para la foto pero con la suerte de alcanzar la mano de Quique para pasarle el micrófono del minidisc. Fidel le dio pié a Quique para que haga la primer pregunta.
– ¿Qué va a pasar con la revolución cubana después de Fidel? Largó Quique para romper el hielo. Y Fidel le contestó:
– “Tu me estás hablando en serio?” y ahí nomás salió la pregunta que le confirmó a Fidel que se quedaría las dos horas destinadas por el congreso a quedarse charlando con Quique.
– “Muchos se hacen esta pregunta pero nadie se anima a hacérsela a usted”
Exactamente dos horas hablaron, mientras se corrió la voz y algunos congresistas fueron logrando arrimarse. Hablaron del pasado, del tipo de pueblo que eramos, de los peronistas, de los radicales, del lame botas. Nos dijo que Argentina iba a estallar, que ningún país podía resistir lo que estábamos viviendo. Un camarógrafo asignado por el gobierno filmaba todo lo que hacía Fidel y detalles del congreso previamente pactado. Terminó el descanso, se abrieron las puertas, Fidel caminó hasta su asiento y todos se fueron acomodando menos nosotros dos, que no podíamos hacer volver el alma al cuerpo.
No pude retener nada de lo que ocurrió a continuación, solo trataba de contenerme y esperar pacientemente al final para poder chequear con el parlante al palo si tenía la charla con Fidel o no. Miraba el contador del grabador tratando de adivinar si había corrido la cinta. Escribía en un cuadernito las frases que recordaba por si nada se había grabado. No hubo forma de restituir mi mente al recinto. No pestañeaba, no paraba de repasar lo vivido.
A la noche, nos juntamos Luis Bruschtein, su mujer, Miguel Bonasso, Ana de Skalon, Quique y yo y repasamos lo vivido, escuchamos la grabación y decidimos darle la primicia a Pagina 12. Salió en tapa el 10 de octubre de 2001 con ese título: “Argentina va a estallar”.
En la sala de prensa montada en el Palco (Palacio de las convenciones) Luis y yo nos sentamos a trabajar. Yo desgrabava y él armaba la nota. Nos corría el tiempo, las horas de diferencia, la tapa del día. La metáfora de Fidel fue la frase de tapa. “Argentina va a estallar”. A la tarde, el camarógrafo gentil que tenia toda la charla copiada, Diego Vidal, nos regaló ese material en un betacam que nos trajimos a casa en el vuelo de regreso. La cámara se convirtió en el tesoro mas cuidado de los últimos 37 años de mi vida, en ella estaba la foto de Quique con Fidel.
El aprendizaje de esos 6 días en Cuba fueron para mi superadores de tanta academia caminada. Me devolvieron ideas, éticas, futuros posibles, razones por las que luchar una vida diferente para mi y para mis hijas.
Regresamos de Cuba, volví a la embajada a sumarme nuevamente a las tareas que siempre eran necesarias y armamos una columna semanal con cada país de Latinoamérica y el caribe. Volvimos, nos trajimos la tarea de mantenernos unidos, de acompañarnos, de crear espacios en los medios que nos diera espacio a nosotros.
Se nos iban los días trabajando hasta que llego la explosión anunciada por el mas grande estadista de todos los tiempos. El 19 y el 20 de diciembre Argentina estalló. No era una metáfora, él lo sabía. Lo sabía porque sabía pensar. Sabía leer, escuchar y luego pensar, deducir, comprender.
Vino finalmente a Argentina, vino para la asunción de Kirchner, llegó unos días antes y armó, a su estilo, el despliegue de seducción. Me llamaron de la embajada. Querian que Quique y yo fuéramos a un almuerzo con Fidel, lo daría para los amigos de Cuba en un hotel céntrico. Fuimos, claro!. Allí nos encontramos con Armando Hart, con Danilo Sanchez, con el propio embajador Don Alejandro Gonzalez Galeano, nos sentamos con Patricio Contreras y saludamos y departimos con una larga lista de amigos. En un momento dado Fidel se subió a una mesa y nos dio un discurso, dijo que tanto tiempo aceptando sacarte fotos él, hoy quería sacarle fotos a sus amigos le manoteo la cámara a su camarógrafo personal y nos sacó fotos a todos que mirábamos absortos la agilidad del Comandante.
Siempre supimos que Chávez eligió a Quique para hacer una de sus dos únicas entrevistas en Argentina aquel mayo, porque Fidel quiso.
Unos años después se realizó la marcha del ALCA desde Buenos Aires a Mar del plata y nosotros ya vivíamos en Córdoba. Entonces recibimos el llamado de la organización. Alguien pedía que Quique fuera el conductor de ese evento. Andá a decirle que no a Fidel!.
Antes de que lo envíen a otro destino, Alejandro, el embajador, vino a Córdoba y nos invitó a almorzar, charlamos, nos encomendó no alejarnos de la revolución y nos regaló “Todo el tiempo de los cedros”, un libro especial, una edición especial. Yo le agradecí aquel viaje a la isla, le conté que no lo olvidaría jamás, y le confesé que Fidel y el Che, me ayudan a diario a no perder el camino, a no pensar la vida sin revolución y sin poesía.