Por Camila Parodi
Reina Maraz pudo relatar su historia y contar su verdad para la revisión de la sentencia que la condenó a una pena perpetua. Tras la respuesta favorable para su libertad visitamos a Reina junto a feministas latinoamericanas que se acercaron a compartir la mañana del viernes #25N con ella.
Es 25 de noviembre y, como todos los años en Nuestra América, las mujeres volvíamos a salir a las calles contra todo tipo de violencias machistas. Si se pudieran enumerar las múltiples formas de opresión patriarcal que las mujeres e identidades diversas sufren, posiblemente tendíamos una interminable lista.
Sin embargo, como anticipamos, esta violencia no se expresa de la misma manera en todas las mujeres, se trata de un sistema que, en complicidad con el capitalismo y el colonialismo, se ensaña en la opresión de algunos cuerpos y vidas, y en ellas la historia de Reina Maraz. Por eso su historia se nos vuelve a presentar como urgente a la hora de pensar las múltiples violencias hacia las mujeres y ante un día de tanto valor para nosotras volvemos a visitar a Reina y a dialogar con sus compañeras para seguir afirmando nuestro compromiso con su libertad.
Creemos en su inocencia, la libertad esta cerca
El pasado martes se realizó en los Tribunales de Casación Penal en La Plata, la primera audiencia en la que Reina Maraz pudo relatar -en su lengua y junto a su traductora y su alfabetizadora- su historia y contar su verdad para la revisión de la sentencia a perpetua que la condenó en octubre de 2014, luego de seis años de injusticia e impunidad.
Reina Maraz, mujer migrante y quechua parlante condenada sin haber tenido el derecho a la defensa sintió más cercana la tan ansiada libertad.
Si bien su historia es un ejemplo claro de violencia institucional que, inclusive ese mismo día se volvió a expresar ante la demora del Monitoreo del Sistema Penitenciario que pudo haber interrumpido la instancia. Gracias al accionar comprometido de la Comisión Provincial por la Memoria junto a la Campaña Contra las Violencias, quienes acompañan a Reina desde que se tuvo conocimiento de su historia y volvieron a soliticitar la revisión de la causa, se realizó la primer audiencia en la que Reina se pudo contar su historia en la Sala 6 del Tribunal de Casación de La Plata.
Ese martes, las compañeras del feminismo popular organizado y hermanas bolivianas le desearon suerte y la acompañaron desde temprano en las puertas del Tribunal ya que sabían se trataba de una instancia decisiva previa a la resolución de los jueces que se encuentran revisando su condena. La defensa pidió la absolución de Reina, mientras que la fiscalía atenuó el “delito” a la figura de “homicidio simple” reconociendo que la misma había sido victima de violencia emocional, psicológica y física. Se calcula que hacia fin de año el Tribunal tomará la decisión.
Esta instancia para las organizaciones que acompañan a Reina sin embargo ya es un triunfo parcial de la lucha y así lo celebraron. Ya que, se reconoce por un lado las violencias que sufrió Reina por ser mujer como atenuante desde la fiscalía y se trata de un panorama que en sus peores consecuencias otorgará la libertad condicionada. Sin embargo quedará trecho por caminar junto a ella una vez libre, el reconocimiento de las violencias institucionales que tuvo que atravesar a lo largo de estos seis años.
“Reina no está sola, está organizada”
“Salimos muy temprano desde nuestros barrios para darle fuerza, era el sentimiento que queríamos que sintiera” cuenta Carla, integrante de la Asamblea de Mujeres de la Fob Lucha y Libertad de Lugano, y ante la desprolijidad intencional del monitoreo manifiesta “como siempre sucede con ella, la violencia volvió a ser parte de su historia”. “Sin embargo nosotras aguantamos esperando -explica-, estábamos convencidas que había que esperarla y acompañarla hasta la hora que sea, la espera nos lleno de rabia pero también de espectativas”.
Por su parte, Patricia del Pino del Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, quien acompaña a Reina en su proceso de alfabetización desde principios de año expresó, “tenia que llegar a las 10 a Tribunales, como es habitual no la fueron a buscar como lo hicieron en otras oportunidades con sus turnos médicos”. En ese contexto, Patricia –quien acompañaría a Reina junto a su traductora-, relató “llega a las 13.30 con un remis donde las compañeras la esperaban fue un recibimiento masivo de mujeres, al llegar había algunas cámaras y ella decide hablar, se muestra muy segura y expresa ´hoy voy a hablar porque sé que no estoy sola´”. De esta forma, Reina ingresó por las escaleras principales del Tribunal con un ramo de rosas -para la buena suerte- que sus compañeras le entregaron.
“Si no la liberan ya, que quilombo se va a armar, le cortamos las calles y el piquete se va a armar”, gritaban las hermanas bolivianas organizadas en la Asamblea de Mujeres en las veredas de los Tribunales de La Plata. “Creemos en su inocencia, la libertad está cerca, pero es ahora cuando no hay que aflojar”, relató convencida Carla luego de haber compartido un día junto a sus compañeras y recalcó, “que ella pueda ahora denunciar todas las violencias que sufrió también es importante”.
Patricia logró entrar a la audiencia junto a Reina luego de haber compartido meses de talleres de alfabetización en su casa junto a su hija Abigail. “Era una sala muy pequeña donde muy pocas pudimos entrar”, explicó Del Pino, “ella saluda y pide conocer a los jueces, allí el defensor le pide que hable de su vida en Bolivia, de su pueblito”. Se trataba de la primera vez en la que Reina podría expresar su verdad en su lengua, y muy tranquila y segura “cuenta que a los 14 años conoce a Limber quien sería su marido”, “y que se casa con él a los 16 pero que no se vieron mucho durante esos dos años por las distancias, ella queda embarazada, tiene su bebé y a los cinco meses vuelve a quedar embarazada este último nace enfermo ya que ella durante ese embarazo recibe varios golpes y entre ellos uno muy fuerte, él viaja a Buenos Aires y a los dos años vuelve con la idea de llevársela con él mientras tenía 18”.
Por su parte la defensa manifestó que la intención era que Reina sea escuchada y mirada por lo que celebró que este primer objetivo se cumpliera, “cuando salimos la esperaban con canciones y papelitos” contó emocionada Del Pino, “y luego la despiden con una cueca boliviana”. Si bien “sigue siendo la justicia tan patriarcal y racista la que la juzga vimos la fortaleza que tenemos las mujeres cuando nos juntamos, había tanta alegría en esas mujeres”, y explicó “quienes la conocemos y la vemos cotidianamente con su cara triste la encontramos con un rostro iluminado y fuerte, seguro”.
Reina sin fronteras
Nos recibió en su casa, otra vez los colectivos y las largas cuadras caminadas nos demostraron la hostilidad de la vida en las barriadas del conurbano bonaerense. Acompañadas por hermanas de distintos rincones de Nuestra América el 25 de noviembre nos acercamos convencidas que era allí donde teníamos que estar. La historia de Reina Maraz interpela a toda mujer sin importar fronteras. Por eso, una vez conocida, las feministas Mar Daza del Programa de Transformación Global de Perú, Eliana Quiñonez del Colectivo Imillas de Bolivia, Lorena Cabnal de la Red de Sanadoras de Guatemala y Nadia López de Conamuri de Paraguay tejieron con ella su sororidad.
Una vez allí, Lorena Cabnal feminista comunitaria quien junto a otras compañeras crearon la Red de Sanadoras para acompañar, sanar y proteger a las mujeres que se encuentran en defensa de sus territorios en Centroamérica le propuso a Reina una sanación que ella aceptó. Mientras se dialogaba, aceites y velas comenzaron a circular en la ronda, donde Abigail, la niña de Reina, miraba asombrada ante las visitas no habituales.
Reina está contenta, sabe que la libertad está más cerca; sin embargo nos explica que no se quiere anticipar “hasta que no haya claridad en la resolución que tomen en el Tribunal no se quiere emocionar”, explicó Jilma de la Asamblea de Mujeres de la Fob quien, desde hace dos años visita, traduce y acompaña a Reina. “Ella dice que ´no se va a olvidar nunca de aquel día en el que la encontraron, si no hubiera sido por esas mujeres -haciendo alusión a las integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria- yo seguiría sola”.
Si bien no se quiere ilusionar, Reina se imagina en poco tiempo junto a sus dos niños, acción que añora desde que se encuentra privada de su libertad. “Ella quiere volver a su pueblo”, nos contó Jilma, quién se entristece un poco al traducirla, “sin embargo dice que no tiene ni una camita para poder quedarse por eso por ahora sólo se imagina yendo a verlos” contó.
Rápidamente Eliana, feminista boliviana, pidió traducción -paradójicamente no habla el quechua y se sorprende que las hermanas bolivianas en Argentina lo utilicen para su resistencia cultural-, y le dijo “ya no estarás sola ni aquí ni allí, si tus deseos son estar en tu tierra nosotras te estaremos esperando, con la camita, la piecita y lo que sea necesario para que comiences tu vida allí”, y Reina asintió agradecida.
Para finalizar, Lorena nos propuso un compromiso a las allí presentes y comparte aquellas velas con las que sanó a Reina y explicó, “a la hora que sea la próxima audiencia en Bolivia, Paraguay, Perú, Argentina, Guatemala e inclusive otros territorios nos vamos a convocar para enviar nuestra fuerza a la hermana Reina, allí en Guatemala con la Red de Sanadoras tenemos fuego ceremonial donde llevaré una”.
Y con la certeza de que hasta la libertad y felicidad de Reina -y de todas- la lucha va a continuar una mirada cómplice donde no se necesitaron traducciones ni explicaciones nos encontró. Reina ahora lo sabe y lo dice: no estamos solas.
Leé el especial: Munani Justiciata Reina Maraz