Por Guillermina Huarte* desde Córdoba / Foto: Colectivo Manifiesto
El sábado pasado, por octava vez, se realizó la Marcha del Orgullo en Córdoba que contó con dos columnas, una oficial que su recorrido finalizó en Plaza Agustín Tosco, y otra independiente que terminó en Plaza de la Intendencia.
Pasadas las seis de la tarde ya íbamos encolumnándonos sobre el puente. Ese puente que cada noviembre se tiñe de colores, y las pintadas de aerosol se pueden leer con ternura un día cualquiera que el contexto de pasar por ahí es otro. “Viva la pepa”, “romper el clóset con memoria”, “dios es trans”, “ningunx pibx nace hetero”, entre otras, son las frases que quedan plasmadas por las calles.
Los puntos de partida para las marchas en Córdoba hacen a esa memoria que se construye en y desde las calles donde concentramos siempre antes de marchar. Colón y Cañada, Colón y General Paz, y en este caso el Parque de las Heras. Y aunque parezca solo un detalle, ver estas cotidianidades de luchas colectivas en las calles plasmadas en fotos, en notas, o en documentales, configuran una historia que nos potencia. Es esta también una memoria que recorre nuestros cuerpos y nuestras existencias. Son lugares que transitamos siempre.
La Marcha del Orgullo es una de las pocas marchas donde principalmente se festeja. Festejamos con alegría que existimos. Ahí nos encontramos las lesbianas, trans, travestis, maricas, queers, lxs que nos corremos de la heterosexualidad obligatoria que tanto se empeña en intentar normalizar nuestras existencias, nuestros deseos y nuestros cuerpos. A esta norma le decimos que no, y con mucho orgullo.
El orgullo es político, y la marcha también lo es. Hay muchos intentos por despolitizarla, así como también despolitizar la disidencia sexual. Cierto es que la marcha particularmente es linda porque es un festejo, pero pareciera que eso no es político. Marchamos por razones políticas que nos hacen encontrarnos en la calle. Visibilizarnos es político. Con todas las diferencias que existen entre las agrupaciones o las personas organizadas que participan. Es un error pensar que sólo la disidencia nos une y no hay diferencias entre nosotrxs. Las hay, y son muchas.
Pero también existe organización, una politización de nuestras vidas y de nuestros cuerpos. Reunirse a pensar cómo hacemos para resistir frente a la avanzada de la derecha hacia nuestro colectivo. Reunirse para un besazo porque la policía demoró a dos chicas menores de edad por besarse en la calle. Discutir las consignas, discutir en qué columna marchar; todas estas son formas de hacer política, y es importante resaltar que eso existe en el movimiento lgtttbiq (lesbianas,gays,travestis, transgénero, transexuales,bisexuales,intersex,queers).
La marcha de este año tiene sus particularidades, y están referidas al contexto político actual. Teniendo a Macri como presidente, y con un avance notorio de la derecha, que instala un fuerte sentido común pro-vida, pro-familia heterosexual, y neoliberal. Junto con los dichos de Bergoglio que van directamente en contra de nuestras existencias. En Córdoba, la policía no se queda atrás, y mediante el ambiguo e inconstitucional “código de convivencia” puede, entre otras cosas, interpretar nuestras expresiones de afecto en el espacio público como “tocamientos indecorosos” que dañan la moral de niñxs y familias.
Otra particularidad que tuvo esta marcha es la consigna de “Justicia para Laura Moyano“. Laura era una mujer trans que hace más de un año fue asesinada en su barrio. Después de todo el tiempo que pasó a esta parte la causa sigue sin ningún avance. Quisiera nombrar la incansable lucha de su hermana Soledad Moyano, quien pone todo de ella para saber qué le pasó a Laura. Desde la ternura y un afecto inevitablemente contagioso, no se detiene. Su lucha inquieta llevó a la conformación de la Coordinadora de Justicia por Laura Moyano.
En un sistema que cotidianamente construye y ejerce odio hacia las mujeres trans y travestis, manifestado en cada asesinato brutal a ellas, su expectativa de vida no pasa de los 35 años. Además mediante la exclusión laboral y social sus vidas son precarizadas. No podemos ser indiferentes a esta realidad. Es fundamental que alcemos el nombre de Laura, y de todas las que nos faltan bien alto.
Además, por primera vez en el escenario de la columna oficial hizo presencia AMMAR Córdoba (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina), poniendo su lucha bien alto y hablándole a “los gobiernos y la sociedad conservadora” que “aún tratan de esconder nuestras identidades, nuestros cuerpos”, afirmando que “seguimos organizadas para transformar nuestras realidades”, transmitiendo a quienes escuchábamos adrenalina y emoción.
Desde las distintas cosas que nos nuclean: la alegría, el afecto, el orgullo; así como también el dolor frente a los golpes del avance de derecha neoliberal, volvimos a salir a las calles a mostrar nuestras identidades disidentes, feministas, y eternamente orgullosxs. Porque no sólo luchamos en contra de las opresiones que nos atraviesan, apostamos a una vida libre en la que nuestras identidades y deseos sean posibles.
El día anterior al de la marcha se realizó un homenaje a Carlos Jáuregui, activista LGTB que impulsó en 1992 la organización de la primera Marcha del Orgullo en Argentina, ocasión en la que se presentó un documental sobre su vida y su vital aporte al movimiento LGTTTBIQ argentino. En palabras de Jáuregui, “en una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”.
*en Desde el fuego Córdoba