Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros / Foto: Paula Bonomi
A dos años de la condena perpetua a Reina Maraz, la lucha por su liberación llegó a La Plata, donde Casación Penal debe dictar sentencia sobre la revisión de la pena. Dialogamos con sus compañeras, quienes afirman que “día y noche” caminarán hasta verla libre.
“Nosotras estamos aquí luchando por la compañera Reina Maraz, necesitamos que ahora la liberen, que nos den una fecha exacta”.
El 28 de octubre de 2014, un tribunal machista, clasista, colonialista y heteropatriarcal condenó de por vida a Reina Maraz a una pena privativa de su libertad. Una mujer que estuvo presa sin entender por qué, que fue víctima de violencias de parte de su marido, que es migrante y quechua parlante -motivo por el que nadie le explicó en su lengua de qué la acusaban-, fue sentenciada por operadores/as del poder judicial argentino.
El 20 de octubre de 2016, las mujeres organizadas en la Comisión Solidaridad con Reina Maraz se encontraron para exigir justicia y su pronta liberación. Y así como la hacen presente en sus banderas y producciones, estuvieron frente a los Tribunales de Casación Penal en La Plata, con el objetivo de lograr la “solidaridad de todxs”. La concentración se realizó mientras otras presentaron el pedido formal, y “para que sean muchas voces las que acompañen a Reina y para que ella no se encuentre tan sola ante tanta injusticia”.
Siempre llevar el nombre de Reina
Reina Maraz es una más de sus banderas. Las vecinas organizadas en la Asamblea de Mujeres de la Federación de Organizaciones de Base (FOB) de Lugano dentro de la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres son quienes acompañan de forma cotidiana a Reina Maraz. La visitan en su prisión domiciliaria, y son quienes más se preocupan por su salud y le comparten de lo que falta y de lo que sobra.
Ellas fueron quienes, organizadas, viajaron hasta los Tribunales de La Plata para exigir que la Sala I dicte sentencia sobre la revisión de su condena. “Venimos a apoyar a una compañera que es de Bolivia, que la trajo su marido desde Avichuca maltratandola”, afirmó Jilma, una de sus más amigas, “se trata de una compañera quechuaparlante, es decir que no habla castellano. Estamos reclamando justicia ahora”, agregó, “día y noche vamos a estar caminando. Como mujeres acompañamos a la compañera que a su vez tiene hijos”.
Aquel 28 de octubre de 2014, al momento de conocer la resolución del Tribunal Oral N°1 de Quilmes -integrado por Silvia Etchemendi, Marcela Vissio y Florencia Gutiérrez-, Reina dependió de una traductora y haciendo cuerpo el dolor, lloró al saber su futuro condenado por quienes eligieron sostener una matriz social basada en la discriminación y las desigualdades.
“A Reina la acusaron de matar al marido siendo que no es así”, agregó Daisy, “a su vez se le violaron todos los derechos como mujer”, dijo segura ante la inminente decisión que debe tomar el juez de Casación Penal, Ricardo Maidana.
”Tampoco se le garantizaron las posibilidades para que ella se pudiera defender desde un principio”, agregó Daisy a la prensa demostrando que Reina no está sola, “ella asegura que no es quien mató a su marido y por eso nos acercamos hasta este tribunal para exigir su libertad, y que nos den una respuesta ya que la justicia no respondió como debería haber respondido. Ella está detenida hace años sin haberse podido defender de la acusación que le hicieron con sus propias palabras. En vano la juzgaron”.
La causa: dos años sin revisión de la condena
Ricardo Maidana, juez de la Sala I de Casación Penal, recibió, el pasado 20 de octubre, a las compañeras de Reina, integrantes de otras organizaciones de mujeres, al abogado defensor y a la directora de Litigio Estratégico de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), Margarita Jarque. Y en la reunión no sólo se habló de leyes sino también de derechos. En español y en quechua.
“Reina está en prisión domiciliaria sin que se respeten sus turnos médicos”, informó Jilma, comunicando que “no está bien de salud” y “sin una alimentación adecuada”. A su vez, como en cada situación donde una madre padece una pena privativa de la libertad, el maltrato de la institución carcelaria -y de la ausencia de los Estados- recae también sobre los niños o niñas. “Su hija, Abigail tiene bronquiolitis”, agregó Jilma. Cabe recordar que sos dos niños mayores se encuentran, alejados de ella, en Bolivia.
En la reunión Tefira se dirigió al juez en quechua, “no vamos a parar, día y noche vamos a movilizar a todos lados. Somos mujeres, somos mamás, tenemos que luchar para que esto no pase más. Queremos una respuesta, queremos justicia y la libertad para Reina Maraz”.
Ante esto, el juez Maidana se comprometió a dar su dictamen antes de la feria judicial que comienza en diciembre.
A la salida de la reunión, una improvisada asamblea feminista. “Nos recibió el juez que está evaluando la causa, quien con mucha flexibilidad escuchó nuestros argumentos y dió espacio para que pudiéramos hablar y compartir la voz de Reina”, informó Eugenia Lara a quienes esperaron afuera del palacio de Tribunales.
“El juez dijo que el objetivo es tener una sentencia para fin de año, y van a poner en evaluación tres instancias importantes: la perspectiva de géneros, la importancia de los derechos de los pueblos originarios y la revisión de las pruebas”, agregó, “esta movilización que nos costó tanto tiempo y esfuerzo, es muy importante. Lo próximo que nos queda es ver si podemos lograr que se expida la libertad de Reina Maraz”.
Munani Justiciata. ¡Libertad para Reina Maraz!
Leé las notas sobre Reina Maraz en: http://www.marcha.org.ar/especial-reina-maraz/