Por Redacción Marcha
La organización comunitaria estudiantil para enfrentar el “Operativo Aprender”. La alegría como forma de lucha. Y la apropiación del edificio escuela como acción que reafirma la consigna: La educación es del pueblo y no se toca.
La toma por dentro
En la calle, un centenar de estudiantes secundarios levantaron sus manos en forma unánime para tomar el Instituto Lomas de Zamora, junto a otras ocho escuelas de la zona sur (de Lomas, Quilmes, Lanús y Adrogué).
Selene, la presidenta del Centro de Estudiantes estaba eufórica, pero a la vez asustada; nunca habían tomado una escuela. “¿Cómo vamos a organizar todo esto?”, pensó. A los quince minutos, ya estaban formadas las comisiones de seguridad, difusión, comida, higiene y hasta una de bienvenida (para explicar la acción a los visitantes y cuidar a las y los menores). “¡Todas las chicas y los chicos se pusieron las pilas y en quince minutos ya tenían todo organizado!”, no lo podía creer: no hizo falta pedirle nada a nadie, cada uno se hizo cargo de una parte y lo cumplió.
Abril, que estaba en la comisión de comunicación, corrió a la biblioteca y prendió una computadora. Selene y otro grupo la acompañaron. Iban a escribir el primer comunicado. Mientras la computadora se encendía, Abril largó una carcajada y no paraba de reírse. “¿Qué te pasa Abril? ¿De qué te reís?”, le preguntaban. “¡La escuela es nuestra!”, contestó ella.
Las emociones surgían a borbotones, en una toma con banderas mojadas por la lluvia, grandes ollas de guiso comunitario, caras de sueño pasado pero mucha responsabilidad. En la puerta, un grupo de chicas y chicos anotaban con nombre y apellido a quienes entraban y salían. Y después se rotaban los turnos de trabajo, juegos, música en vivo y espacio para debatir la educación que se viene.
Por la mañana, las y los docentes que se acercaron, bromeaban: “La escuela está más limpia que de costumbre, hay que hacerlo más seguido”. Es que todos y todas se esmeraron por asumir un compromiso y una responsabilidad. Durante ese tiempo, la escuela era verdaderamente de ellos y de ellas. Que nadie venga a quitarla o a ensuciar su sentido.
Esta vez, el enemigo intentó meterse en sus casas: Evaluadores externos cargados de un multiple choice con preguntas nefastas. El enemigo extranjero los invadía y era fácil detenerlo, solo había que sentarse en la puerta desde temprano y no dejarlos pasar. Una acción sencilla pero que servía para transformar su (contra)discurso en lucha.
Agustín iba y venía hacia distintas escuelas tomadas, entre las cuales se había formado una especie de coordinadora. “Hay que rescatar el gran esfuerzo de unidad que tenían todos y todas en el ENAM, a pesar de tener varias fuerzas políticas que suelen pensar distinto. Todas se pusieron a trabajar por lo mismo”. Ayer, miércoles por la noche, se encontraron de todas las escuelas en el ENAM para festejar el triunfo: Una cadena de tomas sucesivas que jodieron los planes de Macri.
Se levanta, pero se sigue resistiendo
Por la tarde, la Asamblea votó levantar la toma y convocar activamente a una Marcha Federal el próximo martes 25 de octubre, segundo día de evaluación del Plan Aprender.
El balance de la toma fue intenso. Las chicas fueron quienes más tomaron la palabra: hablaron de una jornada alegre y de mucho compañerismo. Risas y llantos salían a borbotones. Agustina quiso recordar a las chicas y chicos de la noche de los lápices pero se le quebró la voz y nunca pudo terminar la frase. Muchos de ellos y ellas, envueltos en frazadas, hacía días que no dormían y comían bien. Habían pasado noches enteras en otras tomas, ayudando a otras escuelas.
La solidaridad fue la clave de la lucha. El día anterior, cuando cortaron la calle con bancos de las aulas, vieron a lo lejos la bandera del Centro de Estudiantes del ENAM (los primeros en animarse a tomar, la semana pasada) que se acercaba para apoyarlos. Cuando se encontraron, se abrazaron, cantaron, saltaron, y sintieron el poder de la fuerza colectiva. ¿Cuántas lecciones pueden sacar de estas acciones todos los sindicatos, incluido el docente?
Ramiro reflexiona: “Los adultos nos critican: que no queremos estudiar, que no pensamos en los otros, pero en realidad muchas veces cargamos en nuestras espaldas las consecuencias de sus decisiones. Yo entiendo que hacen el sacrificio de tomar grandes decisiones, porque existe un sistema legal que nos prohíbe hacerlo a nosotros, pero muchas veces lo hacen con corrupción y egoísmo, y a nosotros nos toca limpiar y arreglar. Está la generación que se cree el presente y no mira al futuro. Y estamos la generación que nos creemos el futuro y por eso podemos mirar al presente analizando lo que será nuestro futuro”.
Nota relacionada: Aprender, un acto de transgresión