Por Francisco Farina – @panchofarina y Nadia Fink
Una caravana, que duró más de 12 horas y recorrió 20 kilómetros, denunció la desigualdad que existe entre el norte y el sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El pasado viernes, el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y Barrios de Pie realizaron una “Caravana por la Ciudad: 20 kilómetros de desigualdad”. Durante el recorrido denunciaron al gobierno de la Horacio Rodríguez Larreta, la desigualdad existente entre las zonas más ricas y más pobres de la CABA y reclamaron “más trabajo y menos pobreza” y “que se garantice el derecho básico a la vivienda y al trabajo”.
Si bien el Gobierno de Larreta comenzó su mandato el 9 de diciembre pasado, su partido (PRO, devenido en la alianza Cambiemos) viene dando muestras de su política desde hace 9 años en la Ciudad de Buenos Aires. Desde los sectores de trabajadores y trabajadoras, organizaciones sociales y personas desocupadas (o subocupadas, a mayoría de las veces) venimos reclamando la falta de trabajo digno, el deterioro de la educación pública, el crecimiento de comedores (y, sobre todo, de niñas y niños que asisten a ellos) en las barriadas populares. También vemos el desinterés de parte, no sólo de funcionarios y funcionarias, sino también de los gremios (que, supuestamente, representan al sector de quienes laburan) en llegar a acuerdos que beneficien a quienes realmente lo necesitan. Asistimos a los arreglos “por arriba” de la CGT, que acepta un mísero bono de fin de año, mientras los últimos del INDEC arrojan un número contundente: el 32% de la población es pobre y el 17%, indigente.
El sur también existe
La larga caminata, que atravesó seis barrios populares de la Ciudad (llamadas, “villas”), fue un precalentamiento para realizar una “Olimpiada por el Trabajo Digno” en la Villa Olímpica, uno de los principales ejes de denuncia de las organizaciones políticas que se movilizaron, porque las desigualdades de distribución de los recursos tiene su representación más visibles entre el norte y el sur. Según explicaron, en el marco del Plan de la Comuna 8, el Gobierno de la Ciudad avanza “con la construcción de la Villa Olímpica, preparando un barrio que ha sido marginado por décadas para el negocio y el turismo que traerán los Juegos Olím1picos Juveniles 2018: un gran negocio inmobiliario que excluye a los propios vecinos y vecinas del barrio”. “Para iniciar las obras de la Villa Olímpica, de 160 millones de dólares, el gobierno ya se endeudó internacionalmente por 50 millones” agregan en su comunicado.
La gravedad de esta situación e iniciativa gubernamental radica en que “el déficit habitacional en la zona es el más alto de toda la Capital Federal” y en lo que Mauricio Giambartolomei explica en La Nación: “Al menos una de cada tres familias porteñas es inquilina, según los últimos datos disponibles. Se trata de 343.000 hogares en estas condiciones a los que se deben sumar las 132.570 familias que necesitan una solución habitacional y las 72.000 que demandan una vivienda nueva”.
La Comuna 8 es una de las más abandonas en lo que respecta a políticas que beneficien a los sectores populares. Entre las denuncias se encuentran los subsidios millonarios a las empresas privadas y la eliminación de impuestos, así también en la otorgación de 37 hectáreas a manos privadas para un centro de cargas y descargas.
A esto se le suma que “no se avanzó en la urbanización de los villas, aún después del desalojo violento del Indoamericano y el desalojo del barrio Papa Francisco”. En lo que respecta a educación, “cientos de pibes y pibas que no consiguieron vacantes en las escuelas del barrio” y esto se explica porque según un informe del año 2010 “en el Norte hay 1.168 establecimientos públicos contra 1.045 del Sur. ¿Y cuántos privados?: 1.025 versus apenas 505. El total da 2.193 contra 1.550” publicado en el Diario Clarín.
20 kilómetros de desigualdad
Consultado por Marcha, Ricardo Fernández, del Frente Popular Darío Santillán (FPDS), explicó los motivos del reclamo: “Estamos denunciando la falta de trabajo, la pobreza que hay en la Ciudad y la desigualdad de la zona sur con la zona norte de la Ciudad”. La caravana comenzó en el Obelisco a las 7 horas y se marchó por la Avenida 9 de julio hasta la Estación de Constitución, para luego llegar a la Villa 21-24 en Barracas y seguir a a la jefatura de gobierno ubicada en Uspallata 3150 donde se realizó una olla popular. Walter Córdoba de Barrio de Pie expresó que se trata de “una caravana por el sur de la Ciudad de Buenos Aires, las comunas del sur, marcando las diferencias entre el norte rico de la Ciudad, y el sur pobre pasando por 6 villas de la Ciudad”. La jornada siguió por el barrio de Flores, Ciudad Oculta, Cildañez, Villa 20 y concluyó frente a la Ciudad del Rock, donde hoy se construye la Villa Olímpica para los juegos juveniles 2018. “Pedimos que se generen puestos de trabajo, que incluyan a los sectores populares”, explicó Cordoba.
“Nosotros tomamos un parámetro de la falta de trabajo, de la desocupación que en la zona sur es de un 13% contra un 6% de la zona norte”, puntualizó Fernández y agregó: “Con respecto a la mortalidad infantil, es de un 10% en la zona sur y un 4% en la zona norte”.
El pasado 5 de octubre estas mismas organizaciones, en conjunto con otras nucleadas en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), exigieron la aprobación de la Ley de Emergencia Social con una jornada nacional de lucha, y mil ollas populares en distintas ciudades del país. En esta oportunidad, reclamaron que “también se impulse una iniciativa similar en la Ciudad de Buenos Aires, ya que el Gobierno porteño poco ha hecho para defender el ingreso familiar y el trabajo de los vecinos”. “Rodríguez Larreta debería tomar en cuenta nuestras propuestas para paliar la crisis social que también se siente en los barrios humildes del distrito que gestiona”, exigieron.
El pedido de Emergencia Social que se hizo a nivel nacional semanas atrás y que se empezó a exigir con esta caravana de 20 kilómetros seguirá su curso y necesitará todas las formas posibles para que siga siendo visible. Con los medios hegemónicos más poderosos del país de su lado, los gobiernos nacionales y de CABA se garantizan páginas centrales de mascotas que viajan en subte o de parques renovados y calles luminosas. La injusticia de una Ciudad que alberga espectáculos internacionales en un predio que hasta hace poco era de esparcimiento gratuito; que construye edificios suntuosos de cara al río, mientras el riachuelo sigue siendo basural y perfume constante para las zonas populares; o que habla de “meritocracia” (“podés lograr lo que quieras”) mientras brinda desiguales posibilidades de acceso al trabajo, a la educación, a la salud y a la vivienda (todo eso que en las publicidades se logra en segundos) no puede ser desoída ni barrida bajo la alfombra. Las ollas populares como símbolo del hambre que hace ruido en las panzas y la calle como lugar donde seguir diciendo que una Ciudad justa es una en la que quepamos todas y todos, sin exclusiones ni eufemismos.