Por Noor Jiménez Abraham* / Ilustración por Maite Larumbe para Hamartia
“Estamos preparadxs en alguna medida para que los ataques lleguen de afuera, pero cuando vienen de adentro, la realidad es devastadora”, asegura Paula Wachter, Directora Ejecutiva de Red por la Infancia, en entrevista con Marcha.
Red por la Infancia es una organización que se creó a partir de la necesidad de un grupo de madres en circunstancias en que denunciaron al abusador de sus hijos e hijas y se encontraron con un sistema que no les creía, no las protegía y que revictimizaba a los niños y niñas. En esta situación, ellas fueron conectándose hasta armar un tejido de cobertura nacional que articula acciones con profesionales preparados en la temática para llegar a tener mejor acceso a la justicia.
“El agresor es alguien que queremos e incluso con el que formamos una familia; el mundo como lo conocemos se desmorona y hay que empezar a construir otro”, manifiesta Watcher, “es necesario describir la soledad de las mamás denunciantes, porque no hay un programa dentro del Estado que acompañe a estos niños, sus madres o adultos protectores, hay un vacío legal, donde las mujeres tienen que no solo sostenerse a sí mismas y a sus hijos, sino que son obligadas a entender un sistema que es confuso y contradictorio”.
En muchos de estos casos los niños y las niñas son revinculizadas con sus agresores, en varias ocasiones a través del inexistente y llamado Síndrome de Alienación Parental -rechazado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) hace ya 15 años por no cumplir con los criterios clínicos para ser catalogado como tal-. Mediante este proceso, que se utilizó en Argentina y que fue invalidado por dictámenes del Congreso de la Nación, pero que aún en la actualidad sigue siendo fundamento de fallos judiciales –si bien no se manifiesta abiertamente-, se desconfía de lo expresado por las niñas y los niños y se invierte la carga de la prueba, por lo que la mujer que denuncia es acusada como madre maliciosa, que contamina a sus hijxs con recuerdos falsos en contra de su padre por venganza hacia él.
“Solamente el 12 % de los niños y las niñas abusados obtienen ayuda”
“La piedra angular del abuso es la coacción, al niño o a la niña se le impone el silencio obligado, se lo amenaza con que si lo cuenta le va a pasar algo malo a él, a la madre, o a quien lo denuncie”, asegura Wachter.
El nuevo Código Civil y Comercial proporcionó un avance al jerarquizar la potestad del o la menor a ser oído y a ejercer su derecho a revincularse, o no, con su progenitor; y con la implementación de la figura del abogado del niño o la niña. De este modo, niñas y niños empiezan a tener su propia voz en el proceso y a expresarse sobre cuestiones que afectan su vida, en un conflicto que antes se consideraba solo de adultos, cuando en realidad son ellos los más afectados.
En la actualidad, existe un protocolo diseñado para las escuelas, con el propósito de que las y los docentes tengan un rol más activo, especialmente en lo que se refiere a la denuncia, dado que se debe generar conciencia sobre lo importante de su observación, dado que muchas veces los niños y las niñas confían fuertemente en sus maestrxs o son lxs docentes quienes pueden percibir comportamientos abusivos a través de manifestaciones de sus alumnxs; con la premisa de que el niño o la niña suele hablar una vez, la calidad de la escucha de aquella persona con quien se encuentra va a condicionar su futuro, porque “si observa que alguien juzga o ignora su relato de abuso, posiblemente no lo vuelva a repetir”, sentencia la Directora Ejecutiva de Red por la Infancia.
Uno de cada cinco niñxs es abusado antes de los 18 años
Todo funcionario/a público tiene la obligación indelegable de poner en conocimiento de las autoridades si sabe sobre el abuso hacia un niño o niña, por lo que el hecho de estar preparado para responder en estas situaciones, disminuirá el impacto inicial frente a la parálisis emocional que podría provocar el mandato de actuar.
La Guía de orientación y recursos sobre abuso sexual en la infancia es un material de consulta que la Red por la Infancia presentó en agosto junto con FEIM (Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer) y Salud Activa, con fondos de la embajada de Canadá, con el objetivo de acompañar a madres y a niñxs a lo largo de la ruta crítica de la denuncia.
Se estima que de cada 100 abusos, solo uno recibe condena, por eso desde el 2015 la ley contempla los plazos para la prescripción del delito a partir del momento en que la víctima decide realizar la denuncia, ya que las personas abusadas deben romper con barreras como la estigmatización, la acusación a un familiar cercano, y la propia dificultad de revivir un relato que les resulta demasiado doloroso. Sin embargo, es a través del pedido de justicia como finalmente pueden reparar ese capítulo de sus vidas. “Devolverle la voz a estos adultos que a su vez fueron niños abusados y que lo digan cuando quieran y puedan”, relata Paula Wachter.
“Todos tenemos un caso en la familia o entre nuestras amistades, y en la medida en que se derribe el mandato de que de eso no se habla, vamos a lograr una mejor respuesta institucional. Darle voz a estos niños y sostener a las familias que estén pasando por esa situación, es tarea de todos; el proceso resulta arduo, pero con el apoyo adecuado se puede cambiar el futuro”, afirma Paula.
*Doctora en Ciencias de la Comunicación Social