Por Mauricio Polchi y Nadia Fink
Revelados los datos del INDEC, el 32% de las argentinas y los argentinos es pobre. El gobierno nacional intenta excusarse en la pesada herencia del kirchnerismo, mientras no ofrece propuestas de cara al futuro.
No es novedad para quienes venimos diciendo cada día desde este portal que desde que el presidente Mauricio Macri iniciara su gobierno, su idea de distribución de la riqueza esté enfocada en que fuera hacia quienes más tienen. Fiel a su estilo de beneficiar a las amistades, las medidas tomadas no dejan dudas: aumento de las tarifas de hasta el 400%, quita de subsidios, inflación en alza, aumento de los productos de la canasta básica; en contraposición: quita de retenciones al campo (y otras actividades que no se han visto perjudicadas por las políticas del gobierno kirchnerista), apertura a las importancias, devaluación, entre otras.
Pero la noticia de esta semana fue que el Indec (cuyo último informe había sido a mediados de 2013) anunció que el 32% de las argentinas y los argentinos es pobre, lo que representa a 14 millones de personas; y un total de 1,7 millones en la indigencia. Para un gobierno que en la campaña destacó a la alegría como su mayor virtud, al trabajo en equipo como su fortaleza y a la “Pobreza Cero” como meta cercana; tampoco son buenas noticias.
Las palabras que se lleva el viento
El 13 de septiembre 2015 en un acto en el barrio de Flores, el entonces candidato presidencial de Cambiemos había prometido trabajar en tres ejes: “Pobreza cero, derrotar al narcotráfico y unir a todos los argentinos”. La presentación había sido realizada junto a su compañera de fórmula, Gabriela Michetti, y la entonces aspirante (hoy electa) a gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
También como eje de campaña podía leerse al respecto en el “Nuevo plan de Pobreza Cero”: “Vamos a construir un país orgulloso de su gente, de su clase media, donde todos puedan ser dueños de su futuro y se sientan parte de una sociedad que crece y se desarrolla”.
La imagen del globo que se desinfla resulta ser la metáfora más presente en un gobierno que sigue empujando personas hacia los límites del mapa (territorial, económico, de consumo) mientras repite palabras sin contenido político ni propuestas concretas de acción.
Por eso, con los datos en la mano, el slogan, o el globo, se pinchó: “Pobreza cero en cuatro años es obvio que no se alcanza. Es un objetivo que no puede resolver un solo gobierno”, admitió el presidente. Y agregó: “Lo que tenemos ahora en Argentina son datos reales. Lo que teníamos hace unos meses atrás era una ficción de cifras que no respetan la realidad. Este es el verdadero punto de partida de la Argentina, esta es la realidad. Yo acepto ser evaluado en si pudimos reducir la pobreza, y este es el punto de partida. Lo otro son excusas” para despegarse de sus propias palabras de campaña y para echar un manto de piedad sobre la “pesada herencia kirchnerista”.
También según Macri, “el camino para reducir la pobreza es la generación de empleo” y “la mejora de la calidad de la educación pública”. Por el lado de la generación de empleo, uno de los pocos intentos (que finalmente anuló la Justicia) fue el de “Primer empleo” para jóvenes en el local de comidas rápidas McDonald’s, que se destaca por la explotación de sus empleados y empleadas. Respecto de la educación pública, las y los docentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, después de casi diez años de gobierno del PRO, explican el vaciamiento que se da en las escuelas públicas, el corrimiento de las Cooperadoras en pos de negociados en mantenimiento e instalaciones, la falta de mantenimiento edilicio, la complejidad para la inscripción online, etc.
Personas, no números
Este excesivo foco en el discurso y en la justificación, corre el eje de lo que sucede con los números que salieron a la luz, aunque ya se manejaban de manera informal: el 32% de las personas del país es pobre; y además el informe revela que el sector más vulnerable de la población es el de las niñas y los niños de hasta 14 años, grupo donde el 47,4% es considerado pobre.
Hasta acá porcentajes, números, millones y miles. Datos, cifras, que no alcanzan a mostrar, para quienes lo miran por tevé, la realidad de sentirse y ser pobres. El miedo de no poder alimentar a tus hijos o a tus hijas; la falta de trabajo remunerado justamente; la escasez de la vivienda digna.
Pero ahí está Carmen, para contarlo. En la Villa 31, más precisamente en la manzana 22. un grupo de mujeres se hace cargo del roperito comunitario. “Eso los jueves desde las 10 de la mañana. Los lunes, miércoles y viernes tenemos la cena, y jueves y viernes la merienda”.
Estas formas organizadas de paliar el hambre en los barrios se repite y se propaga por toda la Ciudad. Respecto del año pasado, Carmen aclara: “La gente está viniendo muchísimo más de lo que solía venir. De hecho, las raciones no nos están alcanzando porque cada vez viene más gente”. Otra vecina llegó con sus dos hijas, y cuenta que por la tarde colabora en el merendero de La Poderosa: “Están yendo 108 chicos, más que antes. Estamos en lista de espera más de 50 chicos pero no alcanzan las raciones”, afirma.
Entre el lunes y el jueves un acampe se llevó adelante en Plaza de Mayo. Era contra el ajuste y la precarización, o dicho en criollo, por un “Basta de medidas contra el pueblo”, y lo conformaron varias organizaciones sociales. Esperanza planeaba la comida para el almuerzo y contaba: “Soy parte Movimiento de Resistencia Popular (MRP) y referente de un comedor en Constitución. Ahí la cosa está muy crítica, a nosotros nos dan 100 raciones para alimentar a 170 personas. Y con toda esta situación va más gente que el año pasado. Tengo 170 y hay en espera”. “Tengo que decirle a la gente que no tengo para darles de comer”, concluye.
Otra de quienes se animó a prestar la voz es Rosario, parte del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y del comedor de Lugano, Villa 20. “La canasta familiar ya no es lo mismo que era antes, y eso que estoy en este comedor desde hace diez años”, cuenta. Respecto de si nota un cambio en la situación, aclara: “Hace un año y medio eran 80 chicos y ahora hay 220. Hay más gente que se está acercando pero no dan los cupos para poder retirar. Ya no alcanza más en el barrio para poder sustentar tu familia. Le damos la merienda y la cena y está lleno de pibes”.
Cerca de la gente que quieren transformar en porcentajes o números (recordemos que el director del Indec, Jorge Todesca, afirmó en una entrevista en Radio 10 que “para el tamaño de Argentina”, la pobreza que registró el INDEC es “reducida”) las organizaciones se ponen creativas: acampes, pedidos de reuniones, misiones de consumo más justo y un exigencia de trabajo digno y de declaración del estado de emergencia social. Así lo afirman el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y FPDS Corriente Nacional: “¿Quieren saber qué tan pobres somos los pobres? Los invitamos a enfrentar nuestra realidad cotidiana: nuestras condiciones de vida empeoraron, cobramos menos de la mitad del salario mínimo, los comedores comunitarios están abarrotados de gente, nuestros pibes y pibas sobreviven como pueden y cada vez estamos más lejos de garantizar nuestros derechos básicos”.
Se trata de seguir pinchando globos amarillos hasta que el Gobierno responda a quienes se debe: el pueblo y la gente, cerca de la realidad y lejos de los números.