Foto y texto por Oscar De La Vega
Esto lo sintió Carolina Abregú a partir de acompañar a su hermana Karina. Y lo transformó en lucha tanto que forma parte de las Defensorías de Género, espacios autogestionados independientes del Estado y que accionan de forma directa junto a mujeres en situación de violencia machista.
“Ojalá no hubiese tenido que estar un año y medio golpeando puertas para que alguien nos ayude”. Ante las preguntas y tras tanta experiencia de lucha contra las violencias machistas Carolina Abregú, reflexiona. Y su convicción y voz empoderada la sigue. Es que es la hermana de Karina, quien desde el 1 de enero de 2014, lucha y sobrevive al intento de femicidio con fuego de parte de quien era su pareja, Gustavo Javier Albornoz.
Carolina es Karina, la lucha de su hermana es de ella y la de todas las mujeres, y lo demuestra en el día a día, sea poniendo la voz y denunciando los atropellos institucionales que la revictimizaron, como llevando mercadería o yendo a visitarla atravesando el conurbano porque se encuentra desempleada y con sólo el apoyo de su familia.
Nos sentamos, ponemos el agua para el mate y arranca a hablar. Su experiencia de vida, las iniciativas que integra para luchar contra las violencias, qué son las Defensorías de Género y cuáles son las mayores gratificaciones, en esta entrevista a Carolina Abregú, una luchadora.
-A partir de la experiencia de acompañar a tu hermana, ¿qué te parece que es lo primero que necesitan las mujeres en situación de violencias?
Es difícil precisar lo que necesitan las mujeres en situación de violencias. Cada caso es un mundo y por supuesto, lo primero que necesitan es que las escuchen, que las asistan, que las contengan y después que les brindemos las herramientas que les permitan encontrar el mejor camino posible para solucionar su cuestión.
En la instancia en que llegamos a cada víctima no es la misma, por eso cada caso tiene sus cuestiones y eso tiene que ver con la respuesta que se le da, la mayoría de las veces nos dicen que ojalá nosotras podamos hacer algo por ellas, y lo que nosotras decimos es que les vamos a dar herramientas, aparte de acompañamiento para que, de a poco puedan, ellas mismas, plantarse y reclamar por sus derechos.
Nosotras acompañamos. No nos vamos a poner al frente de ninguna lucha, porque el frente de cada lucha, de cada mujer violentada, o en el caso indefectible de que la mujer ya no esté más, darle las herramientas a la familia, la fuerza para entablar esa lucha y ese pedido de justicia.
-Contanos, ¿cuáles son las iniciativas o los espacios de los que estás formando parte y haciendo cuerpo, en el día a día, la lucha por una vida libre de violencias?
A partir del 3 de junio de 2015 y la primera marcha bajo la consigna “ni una menos” han cambiado un montón de cuestiones. Al menos en nosotras hizo un quiebre e hizo que nos preguntemos cómo continuar a partir de ello.
Llegamos a la conclusión de que el “ni una menos” no iba a ser posible con la realidad que tenemos sino al contrario, todos los días tenemos una mujer muerta más, entonces, frente a ello comenzamos a organizarnos alrededor de algunas consignas básicas que giran en torno a lo que es la autodefensa o la acción directa porque, más allá de darle curso legal a los problemas, caímos en la cuenta de que los tiempos de la justicia son muy distintos a los tiempos de las víctimas y de sus familiares.
Cuando una mujer o un niño están en peligro, el tiempo se mide en vidas, es así que, como medida defensiva, para que no nos sigan matando, y con la necesidad de organizarnos de forma inmediata, con un grupo de compañeras comenzamos con las Defensorías de Género.
-¿Qué son las Defensorías de Género?
Cuando nos preguntan “qué es una Defensoría de Género” respondemos que es un ámbito donde nos organizamos independientemente del Estado, el gobierno y los partidos políticos. Nos definimos un grupo de mujeres que tomamos la tarea de gestionar, de la mejor manera posible con la víctima y su familia, una solución concreta y directa a los problemas de forman parte de la violencia de género, reivindicando así la autodefensa.
Surgen como medida defensiva ante las violencias y tomando como herramienta principal el escrache, no solo en las redes sociales o en los medios de comunicación, sino también yendo a la casa de los abusadores y hasta en los lugares de trabajo tratando de poner freno, no solo a la situación de persecución, amenazas y violencia, sino sobre todo con la idea de generar una condena que no surge de la justicia sino una condena social, que en muchos casos, frena la acción del agresor.
Nuestra intención como mujeres luchadoras no es quedarnos en este paso defensivo, producto de una necesidad de urgencia, no solo vamos a escrachar femicidas y abusadores para que no nos sigan hostigando o matando, sino que vamos a escrachar a las instituciones que avalan esa violencia, al Estado, la justicia e incluso sus funcionarios como policías, jueces y fiscales que no cumplen con la tarea de defender a la víctima, dejando al descubierto el carácter machista y patriarcal de todos ellos.
También desde las Defensorías exigimos al poder judicial, a pesar de sus límites ya que forman parte de la misma impunidad que combatimos a diario, que cumpla con las leyes que tenemos de carácter progresivo. Nos vamos a asegurar de que nos tomen las denuncias y que se arbitren los medios necesarios para que las víctimas tengan abogadxs de oficio y que se respeten nuestros derechos como mujeres.
-¿Podes mencionar alguna situación que te haya gratificado?
En primer lugar, tener a mi hermana con vida, tras todo lo que padeció y que hoy esté tratando de cambiar su vida y tener una vida digna, feliz, como nos merecemos todas.
Después, es muy gratificante ir por la calle y que te reconozcan y te agradezcan. A veces no nos damos cuenta de las dimensiones que va tomando lo que hacemos pero, con ese tipo de acciones, aunque sea por un rato, tomamos conciencia. Y al rato nos volvemos a olvidar y seguimos.
Estamos haciendo muchísimo por muchas familias y eso hace que todos los días nos acostemos cansadas pero felices. No bien nos enteramos de cualquier tipo de situación, o alguien nos hace el contacto, enseguida estamos ahí asistiendo. Y eso es algo que no tiene precio, sobre todo cuando vemos a las mujeres pasar del rol de víctima a estar empoderadas y ponerse fuertes, eso es muy gratificante, no se puede explicar.
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