Por Aníbal Garzón desde España
El presidente Mariano Rajoy volvió a fracasar en su intento por formar gobierno en el Congreso y se abre el camino a las terceras elecciones en un año. Un análisis a fondo sobre el inédito escenario político en el Estado español.
En un futuro no muy lejano, en las clases de Historia de los colegios españoles se dará un temario posiblemente titulado: “2016, el año sin gobierno”. Un programa educativo que subrayará la anécdota novedosa de dos políticos, Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, que “salieron derrotados en sus investiduras”. Seguramente dejará al alumnado con incertidumbre, no sólo por no dimitir los dos líderes tras sus investiduras fallidas sino por los intereses ocultos que existieron. Intentaremos hacer de docente.
Desde las primeras elecciones españolas consideradas como el Fin de la Transición Política tras casi 40 años de dictadura franquista, elecciones celebradas en 1982, el bipartidismo hegemónico del PSOE (etiquetado como izquierda) y el Partido/Alianza Popular (etiquetado como derecha) nunca bajó de la suma de 280 diputados del total de 350. Nunca menos del 80% de los escaños. Hasta que las elecciones de diciembre de 2015 rompieron con esta estadística.
El bipartidismo con los años fue haciendo más borrosas las diferencias entre el PSOE y el PP al cumplir los dos partidos con las mismas políticas económicas elaboradas en entes superiores como la Unión Europea. Un bipartidismo que recordaba las falsas diferencias entre conservadores, liderados por Canovas del Castillo, y los liberales de Mateo Sagasta, a finales del siglo XIX. La política de privatizaciones, de flexibilidad laboral imponiéndose a demandas sindicales, de recortes en políticas públicas, de Si a la OTAN, o de aceptar la Constitución Europea y el modelo del Euro sin ningún mínimo debate.
La cada vez más inexistente brecha diferencial y un bipartidismo convertido en una imagen de la misma clase política provocó el nacimiento de las movilizaciones del 15M en 2011 contra esta élite burocrática; “No nos representan”. Movilizaciones que fueron prealimentadas por la Crisis Económica de 2008 que tanto afectó y sigue afectando a la población española. La crisis económica de 2008, y la crisis política de 2011, abrían un nuevo escenario. Fenómeno al que no atendió ningún actor del bipartidismo, sino justo lo contrario, siguieron apostando por sus pactos conjuntos. Uno de estos pactos más llamativos fue modificar el artículo 135 de la Constitución Española en septiembre de 2011 para llevar a cabo unas reformas de ajuste fiscal neoliberal sin, además, consultar a la población mediante un referéndum. Los parlamentarios del PP y PSOE decidieron conjuntamente y unilateralmente esta nueva política estructural.
2012, 2013, y 2014, fueron años de enfrentamiento social en España entre gran parte de la ciudadanía y el bipartidismo convertido en el unipartidismo; Asambleas del 15M, movilizaciones de Indignados, asambleas barriales, luchas locales, manifestaciones sindicales como mineros, e incluso reivindicaciones nacionalistas catalanas. Este punto temporal de indignación provocó lo que antes parecía imposible, un gran rasguño en la hegemonía bipartidista. El nacimiento de Podemos a inicios de 2014 y su buen resultado de 5 escaños en las elecciones europeas en mayo del mismo año (no sólo por el contexto social sino también por su buena estrategia comunicativa), puso en alerta al bipartidismo hegemónico PP y PSOE. La alerta se hizo más evidente con los buenos resultados de Podemos y las confluencias “Municipios del Cambio” en las elecciones locales de mayo de 2015. Victorias en las dos ciudades más pobladas, Barcelona y Madrid, entre otras. Muchos de los indignados contra la clase política veían esto como la alternativa electoral para cambiar la política económica.
Ahora bien, el bipartidismo del Régimen del 78 con más de 30 años de historia y arropado por instituciones poderosas como medios de comunicación (Grupo PRISA) y el poder económico (IBEX 35), además de asesorías de mentes académicas, iba a hacer todo lo posible para que el rasguño no se ampliará. Uno de los efectos, sin olvidar riesgos, podría ser la entrada en el juego institucional de nuevos partidos que “renovarían” el sistema político español y dejaría de ser visto como un bipartidismo cada vez más difuso en la opinión pública. Si entraba un partido que parecía representar el 15M, los de Abajo, como Podemos también daba lugar a poder insertarse un partido que representaba dialécticamente a los de Arriba, Ciudadanos. Así, a pesar de intentar en un inicio Podemos no etiquetarse de izquierda, sino de sentido común y mayorías contra el neoliberalismo del bipartidismo los últimos años para obtener así el mayor número de votos desencantados (incluso del PP, que muchos de sus votos eran de clase trabajadora afectados ahora por la crisis), la entrada de Ciudadanos como nueva derecha le sitúo finalmente a Podemos como nueva izquierda. Efecto que reprodujo el mismo partido de Pablo Iglesias al pactar finalmente con la izquierda histórica, Izquierda Unida. Y en segundo lugar, el asalto institucional de una fuerza que parecía representar a los indignados del 15M podría provocar un coste elevado electoral al bipartidismo pero a la vez una victoria en apaciguar los nacientes e impactantes movimientos sociales. Movimientos que tanto inquietaban a una parte del poder y por eso el PP aprobó leyes antidemocráticas como La Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, para ampliar legalmente la represión contra las protestas.
Las elecciones Generales de Diciembre de 2015 serían las primeras elecciones que pondrían en el punto de mira al bipartidismo PP y PSOE. Y así fue, pero no hubo disparo. El bipartidismo tuvo su peor resultado de la historia con la suma de 213 diputados (123 PP y 90 PSOE), es decir, 50,72% de los votos y 59,1% del total de diputados, pero Podemos no consiguió romper con el orden establecido y aleatorio entre PP y PSOE como las dos primeras fuerzas. Aún así, Podemos hizo historia y consiguió 69 diputados, más de 5 millones de votos. Podemos a pesar de los ataques mediáticos contra sus líderes, desde si tenían financiación de la República islámica de Irán o de la República Bolivariana de Venezuela, o que Monedero y Errejón cometieron negligencias administrativas,… consiguió situarse como la tercera fuerza en tan poco tiempo y con números que nunca antes ninguna fuerza política había conseguido.
Podemos al igual que fue el partido que más creció, también estaba expuesto a la amenaza de ser la organización electoral que más podría decrecer los siguientes meses. Era un Partido joven, con pocos recursos, con gente muy formada pero con muchos agujeros en organización, y con problemas internos muy considerados como sus contradicciones programáticas por la complejidad del Estado Español. Y el bipartidismo lo sabía. El nuevo Partido de Podemos que fue el instrumento que agrietó el Régimen bipartidista (PP y PSOE) en lo electoral podría, contradictoriamente, hacer renacer este mismo Régimen del 78 si finalmente era debilitado. Y así fue, Podemos tuvo mucha fuerza en las primeras elecciones, pero le faltó también mucho oxígeno en las segundas.
Tras los resultados de las elecciones de diciembre de 2015 la estrategia a nuevas elecciones era más que evidente. Algo nuevo sucedió en la política española. Rajoy siendo el más votado le dijo al monarca Felipe VI que no tenía los apoyos suficientes para ser investido y no se presentaba. Lanzó su piedra y la recogió el otro histórico del bipartidismo, el PSOE. Sánchez se presentó a la investidura como el segundo más votado pero sabiendo que su fracaso era más que esperado al pactar sólo con Ciudadanos, la nueva fuerza de derechas que su nacionalismo español y su neoliberalismo salvaje ponía barreras a que Podemos o las fuerzas nacionalistas vascas y catalanas dieran el apoyo al PSOE. Sánchez fracasó pero el bipartidismo conseguía mantenerse.
Las históricas segundas elecciones generales en junio de 2016 buscaban la finalidad de cansar políticamente a la población civil española que despertó contra el bipartidismo. Una población que salía a las calles con el 15M a protestar pero su atención a la telenovela institucional le dejó cada vez más paralizada. Pese a seguir creciendo la pobreza, desahucios, o desigualdad,… la falta de movilización social podía aumentar la abstención y perjudicar al voto que en las elecciones de Diciembre no se inclinó por el bipartidismo PP o PSOE. Y así fue. La participación electoral bajó el 3,2% y los dos partidos más perjudicados fueron Unidos Podemos (que presentó candidatura conjunta con Izquierda Unida) y Ciudadanos, es decir, la etiquetada “nueva política”. El bipartidismo renacía, golpeado, pero renacía, siendo el gran triunfador el PP al pasar de 123 a 137 diputados. Y el PSOE aún perdiendo 5 escaños no era desbancado de la segunda posición frente a Podemos, el llamado “sorpasso”, como muchas encuestas electorales dijeron días antes. Esta vez si que se animó Rajoy a presentarse a la investidura. Al igual que Pedro Sánchez pactó sólo con la nueva derecha del Régimen, Ciudadanos, y la diputada dócil de Coalición Canaria. Rajoy tenía la misma jugada que Sánchez y la historia se repitió. La investidura fracasó por 170 contra 180 votos. No fracasó porque el PSOE tenga como enemigo al PP, con quien había pactado muchas políticas económicas, sino porque si el PSOE le daba la investidura al PP podría ser perjudicado al darle el rol de oposición a Podemos. Dando, por lo tanto, mayor poder institucional del deseado al partido de Pablo Iglesias.
Aún así, finalmente la historia actual sigue haciendo Historia en España. 9 meses ya sin gobierno electo. ¿Qué sucederá ahora? ¿Qué más contaremos en los nuevos libros de Historia Contemporánea? ¿Terceras Elecciones?
Existen varias jugadas por parte del bipartidismo (PP/PSOE) para renacer la legitimidad del Régimen del 78.
1) La estrategia de evitar terceras elecciones, más por la fama internacional de una España bloqueada, podría justificarse con un nuevo rostro de líder del PP remplazando al derrotado Rajoy. Podría ser una mujer, la primera Presidenta española, y así generar la imagen de Regeneración que es el discurso utilizado por su socio, Ciudadanos. El PSOE, que ya han sonado voces históricas de su Partido reclamando dejar al PP gobernar como dijeron los expresidentes Felipe González y más indirectamente Zapatero, podría finalmente abstenerse justificándolo como fin del bloqueo para una sociedad cada vez más cansada e intentando, por lo tanto, estratégicamente la manera de evitar que Podemos obtenga el papel de oposición. Además el PSOE podría usar el discurso de la amenaza, nunca con hechos, para vestirse todavía más de “oposición” con la idea de disponer de la llave de la Moción de Censura. Serían 4 años más para intentar reactivar el bipartidismo con el uso constante de discursos demagógicos que calen en la opinión pública. Esta jugada de no terceras elecciones podría tener mayor aceptación según lo que suceda en las comicios gallegos y vascos el próximo 25 de septiembre.
2) La estrategia de celebrar terceras elecciones. Se celebrarían en diciembre, de momento con un preacuerdo informal de ser el 18 de diciembre y no el Día de Navidad. Estas elecciones podrían provocar el dato histórico de máxima abstención en unas Elecciones Generales por el cansancio social con la política electoral. 3 Elecciones Generales en 1 año. Posiblemente una baja participación del 60%. Y siguiendo la regla de las segundas elecciones, al salir más perjudicados por la abstención la “nueva” política, la reducción de apoyo electoral a Podemos y Ciudadanos podría reactivar más el bipartidismo. De esta manera, Podemos, la mayor fuerza institucional estatal crítica con el status quo actual, saldría muy tocada. Tanto a nivel institucional, por pérdida de votos y diputados, como a nivel organizativo por pérdida de motivación y confianza en algunos de sus líderes. El debate interno en Podemos podría ser más que productivo infructuoso, siempre atacado por medios de comunicación para tener efecto en la opinión pública. Y por otro lado, el aumento de abstención podría dar finalmente la mayoría absoluta al PP, pactando con Ciudadanos, es decir, los 176 escaños. Esto haría que el PSOE siga estando en su cómoda oposición para no tener que descifrar debates internos sobre posibles pactos que le podrían perjudicar internamente por su ambigüedad; desde el conflicto nacionalista con Catalunya hasta aceptar los recortes neoliberales de la Unión Europea llamándose partido socialdemócrata.
3) Y finalmente, una de las estrategias alternativas o mejor dicho imposibles es lo que algunos intelectuales y artistas españoles han presentado en un Manifiesto demandando un pacto entre Podemos, PSOE y Ciudadanos. Un pacto que cavaría la tumba de Podemos al ser totalmente opuesto a Ciudadanos, el mismo Partido que Podemos ha criticado duramente de ser un producto del IBEX-35 y de buscar realimentar el Régimen del 78. Ya fue imposible en la investidura de Sánchez. Y otro escenario, que se podría etiquetar como la única ruptura de la Regeneración, es un pacto entre todas las fuerzas políticas que dijeron No a Rajoy en su investidura, los 180 diputados. Aún así, es contradictorio que un partido miembro del histórico bipartidismo como el PSOE quiera llevar a cabo una ruptura con el Régimen del 78, y más si entrarían a debate las demandas soberanistas de Catalunya y seguidas de Euskadi. Partido que no quiere ni debatir sobre construir un Estado Plurinacional, una propuesta de Podemos.
Como se podría decir en el libro de Historia, el bipartidismo histórico español (PP-PSOE) ha sabido utilizar el “año sin gobierno” para intentar evitar su derrumbe total como está sucediendo en algunos países europeos. Año sin gobierno que ha buscado producir cansancio político en la ciudadanía que hace poco gritaba en las calles. Posiblemente algunos líderes de Unidos Podemos, la principal alternativa institucional española al Régimen del 78, tengan que repensar que aquello que les dio oportunidad para nacer, la movilización social en la calles por el 15M, se deba reactualizar sino quieren desgastarse al centrarse principalmente en el voto y los mecanismos institucionales. La calle y las instituciones van de la mano. La protesta y la construcción política. Toca repensar, toca reactuar, toca hacer Historia.