Por Redacción Marcha
¿Es posible construir y sostener organizaciones sociales y políticas sin apartar a los violentos? Entrevistamos a Estela Díaz, secretaria de igualdad de género de la CTA Nacional. La perspectiva de Derechos Humanos y la fuerza política de las mujeres.
Estela Díaz es secretaria de igualdad de género de la CTA Nacional y referencia casi obligada al momento de pensar la discriminación, la misoginia, la invisibilización y las violencias machistas en derredor a la participación política de las mujeres en las organizaciones sociales, partidos políticos y sindicatos.
Seguimos reflexionando sobre la necesidad de los debates colectivos y organizados que nos lleven a pensar las sanciones contra los varones violentos y que deben venir del seno mismo de la sociedad. Y para eso le preguntamos a Estela Díaz…
–¿Qué opinión te merece la problemática de la violencia machista en el contexto de organizaciones y movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos?
Considero que lo fundamental para abordar las problemáticas de violencia machista en las organizaciones es tener procedimientos institucionales definidos que establezcan con precisión los pasos a seguir. Porque siempre las situaciones de violencia tienen particularidades, que muchas veces te llevan a estar empezando de nuevo frente a cada caso.
Se pueden dar diversas situaciones de violencia para las que es necesario contar con equipos para la intervención. Puede ser que una dirigente o activista del espacio sea víctima de violencia, que un dirigente sea violento en sus relaciones de pareja, que la violencia sea hacia una compañera de la organización, puede ser como el acoso sexual, pero también puede ser ejerciendo factores de discriminación de género, no reconocer el lugar de poder de la compañera, darle oportunidades diferentes a varones y mujeres para el uso de la palabra, la distribución de responsabilidades, etc.
Nos podemos encontrar con varios tipos de violencia de las que define la ley 26.485, es importante diferenciales y establecer los caminos a seguir ante cada situación. En alguna la organización puede ser acompañante, pero en otras situaciones debe actuar para que cese la violencia, hasta avanzar en denuncias penales y sanciones concretas contra el violento.
-¿Cuál o cuáles son los pasos a seguir ante situaciones denunciadas o evidenciadas?
Si bien es cierto que cada situación tiene su particularidad, también hay factores generales que se repiten, muchos ya definidos en la legislación nacional, internacional y en los marcos teóricos de abordaje de la violencia de género, es necesario tomar una posición como organización frente al tema, para hacerse cargo de cumplir con las normas vigente, que no es otra cosa que respetar el paradigma de los derechos humanos.
Para esto hay que establecer protocolos de actuación, que definan los recorridos a realizar. Dependerá del tipo de violencia que se esté abordando para definir el tipo de intervención que se realizará. El procedimiento debe ser administrativo, garantizar privacidad, neutralidad, celeridad y perspectiva de género en la intervención. Han sido muy útiles las experiencias de alianzas sindicales para contar con equipos que se conforman desde distintos sindicatos. Esto permite que una mayor neutralidad del equipo que actué frente al caso.
También considero que estamos lejos todavía de que esto suceda en los partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales en general. Las movilizaciones del Ni una menos de 2015 y 2016 han permitido que la sociedad en general se sienta más involucrada e interpelada por la violencia machista, pero las organizaciones tienen todavía cierto letargo para asumir el abordaje de estas temáticas.
–Entre las resoluciones, ¿cuáles considera buenas experiencias y cuáles no tanto?
Una experiencia que se repite en las organizaciones políticas y sociales es explicarse el caso de violencia desde las internas en juego. En todas las organizaciones hay tensiones de poder, cuando aparece la denuncia de violencia de género, la rápida tentación es minimizar el caso y explicarlo desde la interna política. Por eso es importante la neutralidad y más que eso, la perspectiva de género para analizar la situación denunciada.
Hay solidaridades de género masculina que rápidamente se ponen en juego, pero muchas veces también las mujeres construyen solidaridades machistas, porque la ideología dominante conforma un “sentido común” patriarcal que es dado como natural y lógico. Mirar las relaciones de poder de la organización y los vínculos de violencia desde otra perspectiva, es una práctica contracultural y eso requiere de fuerza política de las mujeres y de los compañeros que son aliados en el tema.
-Hay una historia relacionada al sindicato de prensa, ¿está al tanto?
Tuvo mucha repercusión la denuncia de violencia contra un dirigente del sindicato de prensa. Me parece que en general el abordaje del sindicato fue correcto. Pidieron asesoramiento externo, separaron preventivamente al compañero de la conducción, no ocultaron la situación, por el contrario dieron a conocer que estaban abordando la temática. Producto de este caso, están trabajando para desarrollar un protocolo de actuación, van a realizar capacitaciones en violencia de género para la conducción, etc.
Luego hay diferencias con la resolución final que reintegra al compañero a la conducción. Aquí surgen varias preguntas a realizar. ¿Puede ser dirigente, delegado, referente, quien ejerce violencia contra su pareja? Pienso que claramente no, hay una incoherencia ética, se supone que tengo un compromiso social y político para transformar la realidad que debe ser coherente con mi vida. Ahora bien, qué pasa si el compañero ya no está con esa pareja, reconoció lo que hizo, está en tratamiento psicológico, plantea que ha cambiado, se autocrítica de esa situación. ¿Cuánto tiempo es la sanción? ¿Es para toda la vida?
Sobre las sanciones y el punitivismo
“En general todavía hay bastante poco desarrollo de la actuación con los violentos y las experiencias más conocidas son bastante frustrantes”, afirmó Estela Díaz, “hay todo un camino a recorrer y también diferencias según la gravedad de la situación planteada. No todos los casos son iguales”.
El debate alrededor de las sanciones sobre los violentos no tiene consenso dentro de los feminismos, pero sí es importante avanzar hacia formas y estructuras que no sean expulsivas de la participación de las mujeres, sus aportes y miradas, dentro de las organizaciones sociales y políticas, porque son ellas las que generan cambios profundos.
“Hay que cuidarse también de no caer en un punitivismo extremo, que a veces suele ser tentador”, advirtió Díaz. Y en eso estamos, y seguimos pensando. Porque si queremos organizaciones sociales, sindicatos y partidos políticos con plena paridad, desde y en respeto de las y los de abajo, primero deberíamos desterrar las prácticas violentas hacia las mujeres, la mitad de la población.
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