Por Federico Orchani* – @fedeorchani
El gobierno de Mauricio Macri prometió que durante el segundo semestre la situación iba a mejorar. Muy lejos de eso, más lejos aún de la tan anunciada “lluvia de inversiones” y quizás la promesa más audaz de campaña, “pobreza cero”, la cosa va de mal en peor. Así lo afirma un documento de la CGT que trascendió por estos días muy crítico del rumbo asumido por el gobierno de Cambiemos. Aunque de momento, no parece estar en los planes de la central sindical, que camina hacia la unidad el 22 de Agosto, un llamado al paro o medida más contundente –a esta altura justificada– si se advierte el creciente malestar “por abajo” alimentado por las medidas económicas regresivas del gobierno de Macri.
Pocas cosas preocupan más en la casa rosada que el empeoramiento del “humor social”, una posta clave para avanzar en el plan de “normalización y sinceramiento” de la economía que se propuso Cambiemos. El duro ajuste que generó una brutal transferencia de ingresos desde los sectores asalariados hacia los sectores más concentrados de la economía ya tiene su talón de Aquiles: el tarifazo.
El tarifazo acompañado del aumento de precios, empujaron a la pobreza a un millón y medio de personas, como volvió a hacer notar el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). El informe de la UCA también es citado por el economista Alejandro Bercovich en el Diario BAE de esta semana, en un artículo donde advierte sobre la creciente “destrucción del empleo”, que entre una serie de consecuencias, también genera malestar en sectores del empresariado y comerciantes vinculados a la industria y la obra pública que no se vieron beneficiados por la política económica del gobierno de Macri. “Lo que está en juego es el esquema de precios relativos que sobrevendrá al ajuste salarial, que desde noviembre ya rebanó un 13% del ingreso real promedio de los trabajadores.” En este cuadro de crisis, la protesta social se hace sentir.
El palacio y la calle III
Agosto es el mes de las protestas. Algunas de carácter espontaneo y autoconvocadas como los diferentes “ruidazos” que se manifestaron en barrios de la Capital Federal y principales puntos del país. Al mismo tiempo, empieza a coagular una expresión de resistencia callejera un poco más nítida, aunque sectorial. Nos referimos a las movilizaciones y jornadas de protestas contra los aumentos y tarifazos de los días 2 y 7 Agosto pasados y del día 9 convocada por “el sindicalismo combativo y la izquierda”. También hay planteada una “marcha federal” por la CTA que conduce Hugo Yasky.
De diferente tenor y características las manifestaciones del 2 y 7 tienen un “sujeto” común, aquellos trabajadores precarizados, cooperativistas y desocupados que son quizás los más golpeados por las medidas de ajuste de Macri. Se calcula que por cada puesto de trabajo registrado menos, se pierden al menos tres puestos precarios o no registrados. La precarización del empleo es un rasgo estructural del sistema laboral que ni los gobiernos anteriores de Néstor y Cristina Kirchner y mucho menos el de Mauricio Macri han sabido resolver. Tampoco son eficaces las centrales sindicales en este aspecto, más preocupadas por la negociación de salarios y convenios de aquellos sectores de la clase trabajadora privilegiados, porque pueden acceder a una mesa paritaria. Desde la izquierda muchas veces se subestima la organización de este sector de la clase trabajadora, en el mejor de los casos llega a ser el “brazo piquetero” del partido, una concepción cuasi instrumental.
Existe otro “vector”, con protagonismo de recicladores, cooperativistas, manteros, trabajadores autogestivos o de empresas recuperadas, productores independientes que se nuclean en la denominada “economía popular”. Un sector que crece en organización y que tiene en mucho de los casos como empleador al estado. La marcha convocada con la consigna “Paz, pan y trabajo” por una serie de organizaciones referentes del sector y una importante adhesión reunió a miles de personas durante la celebración de San Cayetano. Para otro grupo de organizaciones populares y movimientos la orientación vaticana que le imprimen algunos de los principales convocantes genera desconfianza. Otra lectura es la que aporta Ana Natalucci, acerca de la convocatoria del pasado 7, “recuerda además la marcha convocada por la CGT Brasil en 1981 también desde San Cayetano con la consigna “Paz, pan y trabajo”.
El histórico movimiento piquetero, que tuvo su apogeo a fines de los 90 y principios de la década pasada, hoy se reconfigura en organizaciones territoriales densamente complejas que abordan un amplio abanico de reclamos, desde el trabajo hasta la puesta en marcha de experiencias educativas novedosas como los bachilleratos populares. El horizonte común en muchos casos, es la organización “por abajo” para disputarle al Estado pero, al mismo tiempo, configurar a futuro una nueva institucionalidad superadora con el eje puesto en la autoactividad y protagonismo popular.
Diferentes posturas
Los desafíos del presente demandan mayor unidad para enfrentar la avanzada derechista en la región que en Argentina la expresa el gobierno de Cambiemos. El aumento de precios y el tarifazo es uno de los problemas que preocupan al gobierno, sin embargo no deja de ser un panorama defensivo para los sectores populares y trabajadores. El macrismo ha significado hasta ahora un cambio en la correlación de fuerzas, no solo material. Que se instale como debate la duda sobre el número de personas desaparecidas por la última dictadura cívico militar o si los represores de avanzada edad deben abandonar la cárcel común mientras Aldo Rico desfila por las calles vestido de militar es un efecto simbólico del retroceso que significa el gobierno de Cambiemos.
Es aquí cuando cobra importancia el debate que parte aguas en el campo popular y sectores de la izquierda argentina. Quienes no son capaces de solidarizarse con el reclamo de libertad a Milagro Sala o el ataque sufrido por la Asociación Madres de Plaza de Mayo –independientemente de la trama judicial sobre “sueños compartidos” que importa menos que el ataque a Hebe de Bonafini– corre el riesgo de abonar a una postura reaccionaria y aislacionista. El kirchnerismo y aliados perdieron mucho más que elecciones el pasado 10 de Diciembre. El gobierno de Macri es un gobierno que se asume abiertamente de derecha legitimado por primera vez en las urnas, no reconocer el cambio regresivo de etapa es cometer un error grave. No se pierde independencia política defendiendo los derechos humanos y las libertades democráticas cuando los ataques provienen desde lo más podrido y rancio de la derecha argentina, al contrario, se gana en sectarismo. Los ataques sufridos por Hebe de Bonafini y Milagro Sala –también en Jujuy fueron encarcelados militantes del SEOM que poco tienen en común con el kirchnerismo– van más allá de su persona: responden a una ofensiva generalizada sobre conquistas populares en medio de un clima de fuerte revanchismo donde toman relevancia grupos o posturas abiertamente fascistas.
Las señales que marcan un reflujo son varias. Que organizaciones populares adhieran a la propuesta de “Tierra, techo y trabajo” lanzada por el Papa Francisco es una muestra de ello. Es decir, si en el ciclo anterior emergieron liderazgos como el de Hugo Chávez o Evo Morales, fue producto de una fuerte ofensiva de masas. El propio Hugo Chávez puso nuevamente en vigencia la lucha por el socialismo como horizonte superador de la barbarie capitalista. De todos modos, aquel no es el escenario al que nos enfrentamos. Ahí que la consigna de las “tres T” sea progresiva en este contexto y más si son avaladas por el Vaticano y un Papa que en su liturgia cuestiona el libre mercado y las “teorías del derrame”. ¿Podrá la calle ser escenario de una confluencia táctica entre organizaciones sociales y políticas con intereses políticos diversos? Francisco no es comunista, Bergoglio ni si quiera adhirió a la Teología de la Liberación. Si se tienen claro los límites del proyecto “reformista” de la Iglesia, las organizaciones y movimientos sociales que adhieren a las consignas levantadas por Francisco y aquellas corrientes que se plantean ir “más allá del capital” pero que reconocen la necesidad de frenar el ajuste del gobierno de Macri pueden establecer un dialogo mediado por la lucha social y la calle. El riesgo de quedar diluido o ser “furgón de cola” de un proyecto político ajeno es menor si se afianzan los rasgos identitarios e ideológicos de la organización y proyecto propio. Algunos interrogantes que se irán resolviendo, o no, al calor de la lucha callejera y los acalorados debates que atraviesan a la militancia argentina.
*Militante del Frente Popular Darío Santillán