Por Noor Jimenez Abraham – @noor_j_abraham / Foto por Tadeo Bourbon
“Yo aprendí a arreglar mi cama desde muy pequeño, a cocinar, a hacer compras, a autoabastecerme, a no funcionar como un discapacitado hogareño que espera que la mujer, por ser mujer, lo esté sirviendo”.
Enrique Stola es médico, socio-psicodramatista y psiquiatra, se define como feminista: “las prácticas machistas, que son esas prácticas cotidianas que muestran la jerarquía masculina en relación a la femenina y a otros cuerpos feminizados, van cambiando de acuerdo a las modificaciones socio-económico-culturales y a las tecnologías, pero no dejan de ser efectivas porque el eje es el mismo desde hace siglos, lo que va cambiando es la modalidad”.
Stola da cuenta de que la dominación masculina está absolutamente en todos los países y en todo el mundo ya que todos los sistemas privilegian la figura masculina, y asevera que los datos de Naciones Unidas con respecto a que el 99% de las propiedades están en manos de los hombres y solo el 1% en manos de mujeres, muestra la situación de desigualdad; afirma que se puede demostrar científicamente, con criterio estadístico, que las mujeres están en desventaja con respecto a los varones en todos los países del mundo.
En esta charla, Stola hizo referencia a que los hombres feministas todavía se mueven con los privilegios que les da la sociedad y que la diferencia entre un hombre feminista y una mujer feminista son las luchas de las mujeres y las teóricas feministas a través de quienes varios de ellos han abierto los ojos, porque al ver la desigualdad de género se les plantea un dilema ético, un imperativo para la acción.
Reyes
En cuanto a la actitud de las propias mujeres frente al feminismo, Stola cita a Donna Haraway y su planteamiento de un punto de vista epistemológico, un conocimiento privilegiado en aquellas personas o grupos sociales que están en una posición de subordinación y que siendo dominadas pueden ver aspectos de la realidad que los dominadores no ven; esto les da la posibilidad de generar prácticas o estrategias que van sacando el velo a la dominación en la medida que luchan por su liberación: “Esto lo vienen haciendo muchas mujeres desde hace siglos”.
En relación a las mujeres que son colonizadas por la ideología patriarcal, Stola hace referencia a Pierre Bourdieu, autor del libro “La dominación masculina”, y a sus manifestaciones de que las personas dominadas aprenden a ver la realidad con las categorías de observación del dominador. Esta es la razón por la que “muchas mujeres están colonizadas y defienden posiciones machistas; porque el machismo atraviesa absolutamente todos los cerebros, impregna todas las redes neuronales, independientemente de los sexos, ya que el cerebro femenino y el masculino son iguales”.
Sobre su historia, Enrique Stola cuenta que tuvo la posibilidad de estar en una situación de subordinación en cuanto a clase social, por pertenecer de niño a una franja media baja, trabajadora. Hijo de padre obrero y de madre docente, se crió en un pequeño pueblo “que me ubicaba en un lugar donde podía ver cómo se daba la dominación política”. Dice que en su hogar trabajaban su mamá y su papá y que ambos hacían absolutamente todas las tareas. “Mi padre era un tornero mecánico, cocinaba, lavaba, limpiaba, al igual que mi madre, co-gestionaban el hogar”. Agrega que su situación personal le permitía experimentar las circunstancias en otras familias donde el hombre era atendido tal un rey, circunstancia que continúa observando en cualquier clase social y en todos los niveles educativos.
“Nada más parecido a un machista de derecha que un machista de izquierda”
En su diálogo con Marcha, Stola afirma que el punto de quiebre fue durante su militancia revolucionaria, en los años ´70, cuando una compañera, en la ciudad de Córdoba, le contó muy enojada que había ido a una heladería y un hombre le había dicho algo muy desagradable; ella le contó que le había pegado con su mano el helado mientras él estaba justo tomándolo para revolvérselo en la cara: “Esa actitud de esa compañera me impactó muchísimo y me hizo ver claramente lo que era la cuestión del acoso”.
Recuerda que se enroló en el feminismo sobre todo al comprobar que lo que eran las fuerzas revolucionarias, las fuerzas de izquierda y de centro izquierda, planteaban una lucha en la que las mujeres ponían el cuerpo al igual que los varones pero en cuanto a derechos “esto era para resolverlo cuando se transformara la sociedad”.
Mandatos y casamientos
En relación al casamiento, Stola recomienda no casarse nunca, en referencia a la institución -no a la conformación de pareja-, dado que considera que no fue creado para la libertad sino para el control de la sociedad, de la sexualidad y de las mujeres.
Según su mirada, tanto hombres como mujeres tienen que renunciar a mandatos, y pone el énfasis en que existe uno muy fuerte para las mujeres en cuanto a que se les pide ser comprensivas, algo así como educadoras permanentes; observa que existen mujeres que tienen parejas heterosexuales y que de alguna forma están llevando adelante ese mandato. “Yo creo que los hombres tienen que educarse solos y que es el No sostenido, el No empoderado, lo que modifica las relaciones”.
Hombres feministas
“Los hombres que se dicen feministas tienen que actuar coherentemente y ahí donde hay un grupo de mujeres feministas o un acto o cualquier situación que implique exposición, mandarse a guardar, pasar a segundo plano y callarse la boca, tienen que ser las mujeres las que coordinen, los hombres colaboramos”, afirma Stola en relación a hombres que tienen un discurso políticamente correcto, aceptable emocionalmente para el grupo, pero que utilizan los recursos valorizados y jerarquizados para dominar y ocupar el espacio.
Se refiere también a la marcha #NiUnaMenos y a su impacto para el colectivo masculino porque “ahí las mujeres aparecieron con sus dolores, con sus broncas, con sus alegrías, con el ejercicio de sus derechos e irrumpieron en el espacio público, que es un espacio público masculino”.
De acuerdo a la observación de Stola, muchos varones se dedicaron a tener discursos políticamente correctos durante las primeras 72 horas cercanas a la movilización, pero pasado ese tiempo, cesó el efecto: “En esas marchas en las que participaron grupos políticos identificándose como tales yo creo que hubo mucho macho suelto oportunista”.
Repartir poder
Stola define su posición como feminista a partir de mujeres feministas, y detalla que se considera en permanente aprendizaje. Cuenta que no trabaja en el tema de las nuevas masculinidades porque cuando los hombres reflexionan sobre lo bueno que es poder llorar o abrazar generalmente ya están en una actitud de cambio. Se manifiesta en cuanto al piropo como un instrumento del acoso en el espacio público que muestra que son los hombres los que van señalando qué mujer tiene que tener qué características que merezcan el aplauso de ellos o la reprobación.
En relación a la crítica sobre que sus expresiones dejan todo el peso de las transformaciones a las mujeres, Stola agrega: “si estamos dentro del sistema capitalista, los grandes capitalistas no entregan absolutamente nada salvo que quienes están sometidos por el capitalismo luchen para modificar la realidad. Esos capitalistas no van a hacer un curso sobre ética y cómo ser un buen capitalista”.
“Históricamente los hombres hemos cambiado porque las mujeres han dicho que No, los dominadores no entregan las cosas porque sí, los dominadores no permitieron que las mujeres voten porque sí, por su propia reflexión ética. Fue la lucha de las mujeres la que consiguió el ejercicio del voto para las mujeres. Así fue en todo el mundo. Los dominadores no renuncian a dominar, pero es la lucha de las mujeres en todos los planos lo que hace que tengan que modificarse y aceptar ir repartiendo recursos y poder”.
*Doctora en Ciencias de la Comunicación Social