Por Matías L. Marra. Hoy se exhibe en Buenos Aires el cortometraje Implantación, sobre el barrio porteño Piedrabuena. Entrevistamos a los realizadores, que cuentan cómo fue su proceso de abordaje a un documental que se sitúa en la frontera entre la ficción y la no ficción.
El cielo. Cables. Una cámara que se mueve. Un árbol. Un sonido inquietante que se repite. Así empieza Implantación, y así entramos a Piedrabuena. Producción íntegra de La Siberia Cine, productora conformada por Romina Ballester, Lucía Salas, Sol Bolloqui y Fermín Eloy Acosta; Implantación narra las complejidades de abordar un documental y trabajar directamente con un otro que tiene sus propias complejidades individuales.
Implantación fue hecho en el marco de Diseño Audiovisual, la materia más importante de la carrera Diseño de Imagen y Sonido de la UBA. Las implicancias de haber realizado esta producción de excelente calidad en un ámbito académico genera, frente a la diferenciación estanca de roles (dirección, guión, fotografía, etc), un trabajo en equipo que, dentro de los límites de lo prolijo y lo posible, deviene en una producción horizontal.
Es una de las formas en que los nuevos se ponen en marcha. Entrevistamos a La Siberia, que nos cuenta más su proceso , sus intenciones políticas y adelantan que ya están trabajando en su primer largometraje.
–¿En qué sentido el espacio académico en el que hicieron Implantación les aportó a la construcción del relato?
-Lucía Salas: El espacio académico nos aportó primero desde la consigna. El corto lo hicimos para Diseño Audiovisual 2 y la consigna era hacer un documental bajo el concepto de “hábitat”. El concepto era extraño y nos llevó a pensar si podíamos en un cuatrimestre llegar a insertarnos en un hábitat, entenderlo y filmarlo. Bueno, la respuesta fue no. Nos peleamos mucho con la cátedra, nos exigieron mucho y si no fuera por esa constante confrontación creo que no podríamos haber hecho el corto como está ahora.
-En Implantación hablan de una imposibilidad de acercarse sin un guía, de una estructura cerrada. ¿Cómo atravesaron esa condición del espacio para poder hacer el corto?
-LS: En un principio nos familiarizamos con el espacio con fotos y mapas. Después fuimos al barrio a recorrerlo, a plantear recorridos posibles, y nos encontramos con un laberinto enorme que no se parecía en nada a lo que habíamos imaginado. El guía que teníamos terminó funcionando al revés, de alguna manera nos perdimos más. Entendimos que nunca íbamos a poder comprender el barrio en su totalidad porque somos de afuera y nuestro guía nos lo remarcó. Ese era el lugar desde el cual teníamos que empezar.
–El corto es una frontera entre la ficción y la no ficción. Sin embargo, ustedes lo caracterizan como documental. ¿Qué tanto perturba a los espectadores esa desestabilización de su lugar, al no poder identificar tan cómodamente si se trata o no de un documental?
-LS: No se si perturba, creo que incomoda pero de buena manera. Hoy estamos más acostumbrados a ver y que nos gusten documentales fronterizos, porque está de moda y porque el documental en Argentina fue avanzando hacia ahí y este elemento de perturbación o incomodidad es parte de esto. Nosotros fuimos conscientes de que era extraño, posiblemente criticable (tuvimos nuestras peleas en la facultad) pero que era interesante.
–Sin tematizar algo estrictamente político han dado cuenta de las problemáticas habitacionales que atraviesa la ciudad. ¿Cómo trabajaron lo político en relación a la representación?
-LS: ¿Lo político en cuanto a políticas ocupacionales? En cuanto a eso, la idea siempre estuvo relacionada con el plan de erradicación de villas o el plan “topadora fácil”. La idea de la nave espacial tiene que ver con estas políticas de vivienda social que se daban a grupos de arquitectos que estaban más preocupados por el diseño y lo estructural y no consideraban las necesidades de las personas que ocuparían las viviendas. Viviendas hechas desde afuera, documentadas por gente de afuera.
-Fermín Acosta: Creo que lo político está allá donde pongas una cámara. Es un acto político decidir hacer un corto en cierto espacio, sea cual fuere y es un acto político hacer retratos sucedáneos de ese mismo espacio. Creo que si uno va formando una opinión de un lugar, lo político, lo ideológico aparece de forma natural en la narración.
–Han conformado La Siberia como una productora de contenidos donde el trabajo es hecho por cada uno de ustedes. ¿Cómo ven este trabajo en equipo frente a la producción verticalista que exigió tradicionalmente el cine como industria?
-LS: Difícil. Nos cuesta mucho que nos dejen no poner nombres propios en la categoría “dirección”. La costumbre es poner a uno, pero los trabajos en la facultad son (por lo general) un trabajo en equipo y debería poder reconocerse de esa manera. Pero se considera poco serio poner que un corto tiene muchos directores, incluso en el largo sucede lo mismo y en el INCAA lo presentamos como un trabajo de Fermín. Supongo que a la hora de los papeles siempre es difícil con este tipo de trabajos colectivos que a grandes rasgos todos dirigimos, todos escribimos, todos montamos, etc.
–¿Cómo siguen?
-LS: Ahora vamos por el largo… nos presentamos a quinta vía del INCAA y entramos en diciembre así que estamos en preproducción. La idea es explorar otros barrios, otras relaciones arquitectos/usuarios en la vivienda social. Y seguimos en la facultad, tres de nosotros vamos a cursar Diseño Audiovisual 3 con este proyecto y recibirnos, así que acá estamos…
-FA: La idea es generar un material que tome como punto de partida el documental anterior y explotar al máximo la premisa de que estos no son edificios sino naves olvidadas.
Implantación se exhibe hoy en el marco de la “Primera Semana de Imagen y Sonido”, a las 22 horas, en el Cosmos-UBA (Av. Corrientes 2046).
Implantación estuvo seleccionado en 23 festivales, de los cuales fue premiado en 6. Está nominado a Mejor Cortometraje en los Premios Cóndor de Plata.