Por Francisco Longa @queseabisma / Foto por Anita Pouchard Serra
La actual crisis por las tarifas echó luz sobre el flagrante doble discurso del gobierno: mientras se realzan las figuras del mérito y del éxito social, se escudan en los ‘errores pedagógicos’ cuando sus propios ministros fracasan.
En la presente columna de análisis sustento dos hipótesis acerca del actual gobierno nacional: en primer lugar, el resultado actual de la economía no responde a ‘errores’ o falta de preparación, sino a la aplicación de políticas económicas concretas, con previsibles resultados; la segunda, que el gobierno ostenta un grosero doble discurso en función de relativizar sus fracasos, el cual choca con la prédica meritocrática que propone hacia la sociedad.
¿Equipo de exitosos o banda de improvisados?
Apenas ocho días lo separaban de su asunción en la Casa Rosada. El lugar elegido fue el coqueto Jardín Botánico del porteño barrio de Palermo. Allí fue cuando en diciembre pasado Mauricio Macri presentó a su futuro gabinete, y espetó sin titubear: “Es el mejor equipo en 50 años”. A nadie se le ocurrió pensar que el guarismo elegido, implicaba que Macri consagraba al gabinete de la dictadura militar de Juan Carlos Onganía como el inmediatamente mejor antes que el suyo. Pero más allá de las efemérides que pasaron inadvertidas, aquella frase de diciembre retumba como un karma sobre el presente que atraviesa el gobierno nacional.
Además de aquella frase iniciática, durante los primeros días de gobierno se suscitaron una serie de declaraciones y debates públicos acerca del carácter de los principales ministros del gobierno nacional. El principal asunto tuvo que ver con la capacitación que los elegidos y elegidas tendrían para encarar la función pública. Desde el gobierno se resaltaron las características excepcionales de los y las elegidas, cuyos laureles vendrían siendo cosechados en el campo empresarial. Haber alcanzado el grado de CEOs de grandes empresas como Shell y LAN, haberse constituido como administradores de grandes fortunas como la de la familia Fortabat y llegar a ser pujantes team leaders formados en los think tanks de la derecha continental, fueron los principales méritos de los y las elegidas.
Así, el gobierno ponía en marcha una maquinaria narrativa donde se resaltaba la ‘formación de equipos’, la conducción política a cargo de personas exitosas en el ámbito privado, y otros lugares comunes que manan de cualquier manual de marketing político de las derechas contemporáneas.
Sin embargo, y luego del creciente malestar social por los indiscriminados aumentos tarifarios, una serie de llamativas declaraciones de ministros nacionales buscó hacer hincapié en que se habían ‘cometido errores’ en la aplicación de las tarifas. El ministro de energía Juan José Aranguren, ex CEO y actual accionista de Shell, confesó ante los periodistas que cuestionaban los inconmensurables aumentos tarifarios: “Estamos aprendiendo sobre la marcha”. Marcos Peña, jefe de gabinete de ministros declaró textualmente unos días después: “Como todos, estoy aprendiendo esto del tema del gas”, y finalmente Alfonso Prat-Gay, quien jamás erró un balance para su ex jefa María Amalia Lacroze de Fortabat, reconoció: “Nos equivocamos en pensar quién podía pagar y quién no la tarifa de gas”.
Ahora bien, este rosario de mea-culpas a cargo de los ministros evidencia un escandaloso doble discurso del gobierno nacional. Es decir: o se trata de un equipo de expertos, que con sus méritos deslumbran por su capacidad de gestión, o bien se trata de un humilde grupo de amateurs que está aprendiendo sobre la marcha.
Demostrado el doble discurso, queda por aclarar que de ninguna manera se trata de errores de gestión o de falta de aprendizajes. Los resultados de la actual carestía de la vida y del malestar social respecto de los incrementos de las tarifas (que en algunos casos superó el %2000), tiene que ver con una política consciente y audaz del gobierno, que no hace otra cosa que aplicar la vieja receta neoliberal del ajuste fiscal, a cuenta de las necesidades básicas de las mayorías más necesitadas.
No se puede catalogar de “error económico” a un plan sistemático de transferencia de recursos hacia los sectores más concentrados de la economía. Una muestra de ello es que por primera vez en varios años, el auto 0km más vendido durante los primeros seis meses de 2016 fue la camioneta Toyota Hilux, cuyo modelo básico ronda los $500.000. Desde los propios medios hegemónicos se reconoció abiertamente que este dato demuestra que el sector agropecuario está atravesando su mejor momento, devaluación mediante. Claramente, quien no puede pagar su boleta de gas, difícilmente decida actualizar su parque automotor con una camioneta de ese porte, lo que demuestra que estos meses no fueron de austeridad para todos, sino de enormes beneficios para unos pocos, y agudas penurias para la mayoría.
Aplazos en las primarias, más plazos en los gabinetes
Pero la ironía que destila el doble discurso macrista no termina ahí. Como vimos, desde la asunción del gabinete se pretendió construir una narrativa “meritocrática”. Es consabido que este concepto alude al gobierno basado en el mérito. Con este marco teórico de fondo, el gobierno de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires tomó una polémica medida meses atrás: el retorno de los aplazos en 4to, 5to y 6to grado de las escuelas primarias.
Desde 2014 en las escuelas bonaerense se venía evitando el aplazo directo para los estudiantes de primarias, en virtud de fortalecer mecanismos de inclusión y evitar los alarmantes números de abandono escolar y repitencia. Lejos de las recomendaciones de la UNESCO, el ministro de Educación de la provincia Alejandro Finocchiaro reafirmó la necesidad de aplazar a estos niños y niñas, y de promover la “cultura del esfuerzo”.
Y he aquí entonces una nueva arista del doble discurso del gobierno nacional. Mientras se predica acerca de la importancia del mérito, y se legisla en materia pedagógica en virtud de ello, cuando los resultados en términos del humor social no son los esperados en función de medidas indefendibles (por caso el impuestazo a universidades y clubes de barrio), allí a los ministros del gobierno no se los aplaza, sino que se les otorga más oportunidades.
Aprendizaje forzado, en seis meses
Claro que aprender de los errores y brindar mayores oportunidades forma parte de una interesante mirada pedagógica. Tanto el constructivismo de la década del `60 como la pedagogía crítica más reciente apostaron al aprendizaje desde los errores cometidos por los sujetos y los grupos sociales. Pero en la narrativa del gobierno nacional el constructivismo pareciera operar únicamente para los ministros, que con sus decisiones políticas perjudican a las mayorías, mientras que para los niños en edad escolar rige todo el peso de la sanción y la exclusión.
Con ello, no se trata entonces ni de errores de improvisados, ni de negarle segundas oportunidades a los funcionarios. Se trata de identificar qué tipo de políticas concretas producen efectos inevitables, más allá de cualquier supuesto daño colateral. Por lo demás, señalar estas aristas del doble discurso macrista, forma parte de una tarea inmediata, en virtud de clarificar y horadar las bases de legitimación de un proyecto político del todo excluyente y elitista.