Por Agustina Bidinost*
El domingo 10 de julio, durante los festejos por la Independecia, el Estado nacional esperaba a más de 300 artesanas y artesanos de la Feria de la calle Defensa con una escena violenta: la Policía Federal, Infantería y funcionarios de Espacios Públicos en sus puestos de trabajo.
La directiva fue clara: impedir que las y los artesanos podamos trabajar como cada domingo, con la orden de decomisar nuestras artesanías si armábamos los puestos, cuestión que hubiese generado una represión masiva porque ningún trabajador ni trabajadora iba a permitir que tal situación ocurriera.
Los efectivos estaban completamente armados para la acción: con escudos, palos, armas, chalecos y cascos, siguiendo las líneas ideológicas claras de un Estado fascista neoliberal, que tiene el objetivo -represivo- de eliminar toda clase de manifestación de arte callejero, de trabajo popular organizado.
Quieren las calles vacías, “limpias” de todo aquello que pueda significar algún tipo de resistencia. Las denuncias de varios anticuarios de San Telmo (que no son más que grandes empresas oligárcas), sumado al deseo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de despejar la calle Defensa, hizo que este operativo llegara tal cual lo veníamos esperando. Quieren organizar un gran corredor gastronómico, vendiendo la zona a varias conocidas multinacionales, para transformar el antiguo y tradicional Barrio de San Telmo que siempre fue reconocido por su artesanía, en una zona más de negociados liberales.
Este operativo de desalojo se suma a los transcurridos hace unos meses en la Feria autogestiva Las Cholitas en Ramos Mejía (feria organizada por sus integrantes que con mucho esfuerzo lograron no sólo formar una feria sino un espacio cultural con expresiones artísticas callejeras y música en vivo), a las y los artesanos de la Plaza Irlanda (desalojados para poder organizar el Buenos Aires Market), a las y los trabajadores manteros de la calle Avellaneda y a las y los de Caballito. Y, por supuesto, al cierre de varios centros culturales autogestivos.
Como suele ocurrir, los medios de comunicación masivos estuvieron entretenidos difundiendo los varios festejos del día de la Independencia, ocultando sistemáticamente hechos de este tipo y silenciándolos para que la gente no acceda a la información de lo que realmente ocurre en las calles de nuestro país, muy contrario a la “revolución de la alegría”.
Y cuando sucede que algunos de estos hechos se visualizan, la herramienta elegida es tergiversar la realidad, tratando de dividirnos como sociedad, difundiendo que las y los manteros molestan, que les sacan el trabajo a trabajadores registrados, que son una mafia, que hay que hay que borrarles de las calles porteñas.
Quienes trabajan en la vía pública, sostienen que no van a ser divididos y ya sea manualistas, revendedores o artesanas/os son trabajadores/as del espacio público, con derecho a trabajar y a ganarse la vida en las calles. Por ejemplo, como artesanas y artesanos de “El Adoquín”, cooperativa de trabajo hecho a mano que pertenece a la CTEP (Confederación de trabajadores de la Economía Popular), “vamos a seguir resistiendo todo intento de desalojo”.
El pasado domingo no pudieron trabajar, el domingo que viene seguramente nos enfrentaremos a una situación similar, pero seguiremos resistiendo y defendiendo nuestro espacio de trabajo.
Frente a un país flexibilizado, con desempleo en aumento, no vamos a ceder ante provocaciones estatales. Las caras de desesperación de varios compañeros que cuentan con los domingos para llevar el pan a sus hijos, los gritos en defensa de sus puestos de trabajo, los cantos de resistencia, la rabia de no poder trabajar como de costumbre, la incertidumbre de depender del buen clima para poder vender… todo esto se transforma en combustible para seguir adelante con nuestra lucha.
*artesana de San Telmo, integrante de la cooperativa de trabajo El Adoquín