Por Ezequiel Dolber
El panorama de cara a las próximas elecciones en España, con Unidos Podemos en arremetida por el segundo lugar. Aquí un análisis de posibilidades, perspectivas y carencias de posible próximo gobierno “del cambio”.
El 26 de junio se realizarán nuevamente elecciones generales en todo el Estado español, tras el impasse producido con los resultados del 20 de diciembre que no dieron mayoría absoluta a ningún partido y obligó a una nueva ronda electoral para intentar destrabar al callejón sin salida al que habían arribado las negociaciones entre las distintas formaciones.
La mayor novedad es el acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida junto con otras fuerzas regionales como el MES y las alianzas municipales que ganaron los ayuntamientos de Madrid, Barcelona y Valencia. La coalición Unidos Podemos se ubica segunda en todos los sondeos electorales, sólo algunos puntos detrás del Partido Popular. El histórico PSOE está relegado al tercer lugar y Ciudadanos, el partido emergente de centroderecha, pierde brillo y magia al mantenerse también cuarto sin perspectivas de crecimiento.
Polarización electoral
La elección revela el desplazamiento ocurrido en el sistema político español con el impacto devastador de la crisis en amplias capas populares y los resonantes casos de corrupción, donde ningún partido cuenta con mayoría propia y los dos partidos tradicionales deben ceder una cuota de poder a formaciones en ascenso.
Sin embargo, el “sorpasso” de Unidos Podemos al PSOE polarizó el escenario político español y, en particular, puso al PSOE y a Ciudadanos en la encrucijada de tener que elegir: o un gobierno de “consensos” con el PP y Ciudadanos o “del cambio” con UP. Un acuerdo con el PP enterraría para siempre a la vieja socialdemocracia española. En tanto, la última encuesta de Metroscopia señala que el bloque Unidos Podemos-PSOE podría alcanzar la mayoría absoluta para formar gobierno.
El temor de El País
La burguesía española y el imperialismo europeo rechazan de plano la variante de un acuerdo para un gobierno “de izquierdas” por considerar que se trataría de un salto al vacío, principalmente por el peligro que un gobierno de Iglesias convoque a referendums independentistas en Cataluña y Euskadi (País Vasco) con finales inciertos.
Esto a pesar que las direcciones de Podemos e IU dieron sobradas muestras de su voluntad de “gobernabilidad”: Iglesias brindó una conferencia para empresarios catalanes y su programa está muy lejos del anticapitalismo o incluso de la autodeterminación nacional, a pesar de la referencia constante y casi absurda por momentos a la ‘plurinacionalidad’. La campaña se centra en un vago programa de medidas sociales, una batería de inversiones estatales y un eventual “frente” con otros gobiernos “progresistas” como Renzi en Italia o Tsipras en Grecia para enfrentar el plan de austeridad de Bruselas. Tsipras viene ejecutando al pie de la letra el ajuste dictado por Bruselas al punto de haber hecho el trabajo sucio de desmantelar los campamentos de refugiados en Indomeni.
Los propios “ayuntamientos del cambio” se verificaron hasta el momento como un factor de contención y gestión de la crisis, no de resolución o salida. En ninguna se tomaron medidas de fondo para palear los desalojos, la falta de vivienda, la precarización o la desocupación. Al punto que en Barcelona se registró una violenta represión cuando los Mossos de Esquadra desalojaron a los activistas que ocupaban la sede de un banco abandonado. La alcaldesa Ada Colau, quien asumió siendo representante del movimiento contra los desalojos, también atacó duramente la huelga de los trabajadores del subte al punto de publicar sus recibos de sueldo.
Por último, en el planteo de UP se omite otra reivindicación histórica fundamental: la abolición de la monarquía y la fundación de la República, algo que parece haber quedado muy atrás, del mismo modo que el juicio y castigo por los crímenes franquistas.
Un futuro de nubarrones
El gobierno de Rajoy cierra su ciclo con un déficit mayor al permitido por Bruselas y en vísperas de una profundización de la crisis mundial, lo que todo indica que el gobierno entrante deberá ejecutar un nuevo ajuste (tema decididamente omitido por todas las listas en su campaña). Un gobierno del PP-PSOE-Ciudadanos representa una garantía de estabilidad para la burguesía pero, al mismo tiempo, podría dinamitar la poca base popular que mantienen si se ve obligado a tener que echar mano a nuevos recortes.
Un gobierno “del cambio”, a pesar de mantenerse dentro de los margenes, tampoco garantiza que pueda tener la autoridad política para contener un escenario de eventuales crisis en los territorios independentistas o la ejecución de un ajuste general. Tsipras tuvo que disolver su primer gobierno y reconvocar a elecciones para revalidar su mandato y poder llevar adelante el plan de ajuste.
De uno u otro modo, se presentará un escenario de saltos en la crisis política.
Sin salida todavía
El último dato pero no menos importante es que las fuerzas anticapitalistas, socialistas y revolucionarias de las distintas regiones del Estado español que intervienen en las luchas en marcha están ausentes como representación política en estas elecciones o se presentan con listas marginales en algunos distritos. Esta ausencia de representación es un bloqueo para que las masas obreras y populares puedan sacar conclusiones más avanzadas de la crisis.
Una mención particular refiere a las CUP catalanas que solo se presentan en las elecciones regionales y autononicas, pero no en las generales donde llaman a la abstención. De ese modo, una importante representación anticapitalista e independentista se encuentra ausente dejando a las masas la única opción de los partidos tradicionales o En Comú.