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    Sin categoría

    Los que militan, los que aman, los que hacen cine

    14 febrero, 20134 Mins Read
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    Los que militan, los que aman, los que hacen cine

    Por Matías L. Marra. Se estrenó en Buenos Aires el excelente documental La chica del sur, que narra el encuentro del realizador con Lim Sunkyung, una jóven surcoreana que en 1989 cruzó la frontera hacia Corea del Norte.

    Corea, luego de la guerra que tuvo lugar a mitad del siglo XX, quedó dividida en dos: Corea del Norte, cercana a la Unión Soviética y comunista; y Corea del Sur, cercana a Estados Unidos y, claro, capitalista.

    Algunos días después de la Masacre de Tiananmen en la China comunista en 1989, la Unión Soviética organiza el Festival de Jóvenes y Estudiantes en Corea del Norte. Llegan jóvenes de todo el mundo a debatir sobre el comunismo, con una consigna marcadamente antiimperialista. Como parte de la delegación argentina, llega el realizador de La chica del sur, José Luis García, no porque militara sino porque su hermano, que sí lo hacia, finalmente no puede viajar (un detalle completamente a la pasada: en la delegación argentina se encontraba ¡Hernán Lombardi!).

    El Festival funciona como una forma de abrir al mundo las estrictas fronteras comunistas y se desarrolla algo que los norcoreanos llaman “turismo revolucionario”. José Luis García va con una cámara de VHS y con grandes ánimos de debatir sobre la Masacre que había acontecido en China, de lo que ni se habló, pero ante todo como un hombre-cámara que registra todo de manera impecable.

    Sin embargo, rompiendo la normalidad del Festival, corre el rumor, que inmediatamente se confirma, de que una muchacha de 21 años que acababa de cruzar la frontera clandestinamente. La chica en cuestión es Lim Sunkyung, una militante universitaria surcoreana que llega a Corea del Norte a hablar de comunismo y a promover la reunificación entre las Coreas.

    El joven José Luis García la sigue con su cámara a todos lados. “La flor de la reunificación”, como fue llamada la chica del Sur, genera en García una admiración cercana al amor. O directamente: el amor mismo.

    Conocemos, a la vez, la frontera más militarizada y vigilada del planeta: la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte. Otro adjetivo para la frontera podría ser patética. Soldados de ambos países se miran en un espacio compartido, separado por una línea de bloques de algunos centímetros.

    García durante muchos años estuvo cuidando y viendo esos registros de lo que fue un amor representado, pero también de admiración política. Luego de una extensa búsqueda que incluye chequear la wiki de Lim Sunkyung en coreano, la encuentra. Se mandan algunos emails, y finalmente ella accede a que él la entreviste.

    Acompañado de un coreano, García va a su encuentro a Seúl. Y al llegar, nota que todo ha cambiado. Lim Sunkyung hace afirmaciones como “ya no tengo ideología” o “me mandaron”, pero finalmente cuenta cómo fue que terminó en Corea del Norte, la forma en que cruzó y por qué fue sola.

    Sin embargo, lo que se suele llamar inocentemente “valor documental”, que es más bien un valor periodístico, es algo que no hallamos en La chica del sur estrictamente. Y esa es su virtud: entender el documental como una forma de hacer cine que está ligada al interés propio. Antes que a un abordaje periodístico a un sujeto político, estamos ante una pregunta del realizador.

    Un día, Lim Sunkyung se aparece en Argentina. José Luis García llega a hacerle la entrevista, pero ante la primer pregunta ella se niega a responder, considerándola muy estúpida. Y se corre del encuadre. Y aparece José Luis García, el realizador, en el centro de la pantalla.

    La chica del sur, es un excelente ejemplo de cómo hacer un documental pensando en el documental mismo. Ya hemos superado la supuesta transparencia del cine documental, el entender al cine como una “ventana abierta al mundo”. Detrás de la cámara hay un sujeto. Y el sujeto que realizó La chica del Sur, es un sujeto que, además, amó (así, en pasado).

     

    La chica del Sur puede verse en los cines Gaumont y Malba.

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