Por Leonardo Candiano. La cantante Florencia Dávalos editó en forma independiente Memoria de la semilla (2012), disco homenaje a su padre, el poeta y músico salteño Jaime Dávalos, como parte de un proyecto que incluye la futura salida de un libro y la realización de un documental sobre su vida.
Decir que Memoria de la semilla, editado en forma independiente por la cantante Florencia Dávalos, es un disco homenaje a su padre, el poeta salteño Jaime Dávalos, es tan cierto como parcial, pues se trata de bastante más que eso.
Por un lado, este álbum es el inicio de un proyecto múltiple que incluye también la futura edición de un libro y la realización de un documental que recorrerán la vida y la obra del autor de “Zamba de los mineros”. Por el otro, al oírlo uno se da cuenta de que supera la idea de la mera evocación, ya que Florencia no se ciñe a repetir de manera epigonal los versos de su padre y las composiciones de diversos músicos que en su tiempo permitieron convertir aquellos poemas en obras cumbres de nuestro folklore, sino que le agrega su original interpretación volviendo propias esas canciones. Asimismo, en su selección de obras para este disco incluye dos temas aún inéditos, por lo que este homenaje es memoria, sí, de la semilla de Jaime, claro, pero también fruto, creación, descubrimiento de un autor inagotable y de una artista que hace del legado familiar un machete con el cual desbroza nuevos rumbos.
La idea de Memoria de la semilla nació en el año 2010 en el marco del en ese entonces inminente 90º aniversario del nacimiento y 30º aniversario de la muerte de Don Jaime, fechas que se cumplieron en 2011. Con esa excusa, la séptima y menor de sus hijos buscó revitalizar la obra de quien fuera uno de los poetas más cantados de nuestra tierra, autor de lo que hoy son verdaderos clásicos de la música popular argentina, como la ya mencionada “Zamba de los mineros”, “Canción del jangadero” o “Vidala del nombrador”.
Para ello decidió ponerle voz a 18 temas escritos por su padre y seleccionados por ella misma. El disco recorre diversos estilos y temáticas. Así, podemos oír “Chacarera trasnochada”, con la participación de Juan Quintero, o “Zamba enamorada”, donde descolla la poderosa voz de Liliana Herrero, e incluso los inéditos “Orillas del Xibi Xibi” -en donde Jaime Torres interpreta el ronroco- y “Vidala del carnaval”.
Además de los artistas ya mencionados, participan del disco Juan Falú, siempre impresionantemente diestro con su guitarra, Carlos Aguirre en el piano de “Resolana”, Laura Peralta y Valeria Dávalos en “Coplas del carnaval”, Ramiro González recitando el poema “Temor del sábado” que preludia la “Zamba de los mineros” y Franco Luciani en “Canción del jangadero”.
“Las golondrinas”, “Milonga del alucinado”, “La huarmillita”, “El Paraná en una zamba”, “Cueca del arenal”, “La sanlorenceña” y “La nostalgiosa” completan un territorio que a la vez que nos genera nuevos sonidos rememora a las duplas memorables que Jaime supo construir junto con compositores como Eduardo Falú, Ernesto Cabeza, César Espejo, Ariel Ramírez o el Cuchi Leguizamón, aunque también nos advierte sobre su propia destreza como compositor.
Así, se hacen presentes chacareras, coplas, vidalas, zambas, chamamés, cuecas y milongas escritas en diversas épocas y que hoy nutren un disco tan variado como el universo creativo de su autor.
En el sexteto musical que oficia de base del disco (con Abel Rogantini al piano, Sebastián Henríquez en guitarra, Jerónimo Carmona en contrabajo, Mario Gusso en percusión, Nicolás Enrich en bandoneón y el violinista Damián Bolotín -todos bajo dirección y arreglos de otro de los hijos de Jaime, Marcelo Dávalos-), no dejan de notarse aires jazzísticos por suerte cada vez más recurrentes en nuestro folklore y que otorgan, junto con la voz de Florencia, un aire fresco a temas que de por sí no pierden vigencia. De esta manera, la cantante logra consolidar un objetivo difícil: hacernos volver a escuchar esos temas de forma novedosa.
Cabe destacar también que, con este disco que ya fue presentado en Buenos Aires a fin de año y recientemente en la localidad cordobesa de Cosquín, Florencia Dávalos da inicio a su propia carrera artística nada más y nada menos que recuperando el legado de su padre y acompañada de invitados ilustres.
Indiscutible referente de la poesía y de la canción de nuestra tierra, Jaime Dávalos se convirtió a partir de los años sesenta en un autor ineludible del cancionero popular argentino. Poeta y músico (aunque también alfarero y titiritero), es considerado uno de los reinventores de nuestro folklore, en particular el del noroeste, aunque no solamente.
Nació en la provincia de Salta en 1921. Su muerte, 60 años después en Buenos Aires, no cegó su obra, pues muchas de sus letras continuaron vigentes en la voz de distintas generaciones de artistas, desde Mercedes Sosa y Los Chalchaleros hasta Bruno Arias, el Dúo Coplanacu y Melania Pérez.
Ha publicado decenas de libros que contienen tanto sus canciones y poemas –Rastro seco (1947), El nombrador (1957), Solalto (1960), Cantos rodados (1974) o Cancionero (1980), entre otros- como su prosa –Toro viene del río (1959)-. Su mirada sobre los asuntos cotidianos de los pobladores argentinos llevó a los artistas más encumbrados del momento -además de los mencionados Chalchaleros o Mercedes Sosa, podemos nombrar al turco Jorge Cafrune, Los fronterizos o Los cantores del alba- a elegir para sus repertorios una y otra vez sus creaciones.
En su incansable e íntimo tránsito por el territorio argentino y por América Latina, Dávalos no sólo pudo observar y dejar constancia escrita de la diversidad de nuestras culturas y los pesares de los habitantes americanos, sino que también recopiló coplas que sin su trabajo se habrían perdido irremediablemente. De esos andares supo sacar conclusiones como la siguiente: “el hombre americano convive con su madre tierra, ama y trabaja atado a un solo destino: la unión definitiva de América”.
Con sus temas y junto con otros poetas de la talla de Armando Tejada Gómez o Manuel José Castilla, logró que la música de nuestro norte se aleje del liviano pintoresquismo en que solía estar sumida para colmarse con los dolores y los amores del pueblo que habita esas tierras. Dávalos fue uno de esos artistas que sacó al folklore del paisajismo turístico para orientarlo hacia la problemática que atañe al ser humano situado en las quebradas y el altiplano, dándole una vuelta de tuerca a la música popular de su tiempo y formando parte de lo que los críticos denominaron posteriormente el “Nuevo Cancionero”.
Hay quienes dicen que Don Jaime le puso palabras al silencio de su pueblo. Su libro El nombrador y la canción “Vidala del nombrador” vendrían a legitimar, justamente, esta mirada. Hoy, su hija menor reactualiza con su voz aquellas letras que con el paso del tiempo se empeñan en continuar presentes.