Por Vivian Palmbaum*
El pasado 25 de mayo, al mismo tiempo que se recordó el nacimiento de nuestras gestas patrióticas y libertadoras, la Organización Social y política Los Pibes celebró su 20º aniversario. Nacidos allí por 1996 cuando había hambre y entonces comenzaban con un merendero para los pibes y pibas del barrio de La Boca.
Una organización en donde el rol de las mujeres fue fundamental, porque los hombres se habían quedado sin trabajo y estaban con los brazos caídos y las minas salían a pelearle al hambre de sus pibes.
Voces y fragmentos de una historia
La Negra Cano es una de las militantes históricas de la organización que está desde su fundación. Una mujer corpulenta de unos 50 años, nacida en la Isla Maciel y que hoy trabaja en el Puente Nicolás Avellaneda, una fuente de trabajo que se recuperó por la lucha de las organizaciones del barrio.
Ella nos cuenta: “Nosotros empezamos en el 96 cuando había mucha desocupación y se hacían necesarias las ollas populares. Con la situación de hoy parece que volvimos 20 años atrás. En el 96 querían que nos quedemos en nuestra casa y nos encerremos. Nos empezamos a dar cuenta que no teníamos para darle de comer a nuestros hijos. Yo soy una de esas que tenía que mandar a sus chicos a la escuela de lunes a viernes para que ellos pudieran comer. Nos juntamos para ver que sí se podía. Así empezamos a hacer merienda los fines de semana para nuestros hijos porque no teníamos que darles de comer. El merendero estaba en Pedro de Mendoza 1447, en Sanchetti, ahí vivía yo también, ahí empezamos con Los Pibes, a hacer ollas populares y a darnos cuenta que no nos teníamos que encerrar. Íbamos a ‘manguear’ al mercado de Avellaneda las sobras de la verdura”.
Además, aseguró que “Contar mi experiencia para que no te metas para adentro, hay que salir a la vereda y contar lo que está pasando. Sola la puerta no se rompe, por lo menos hacen falta dos”. La Negra se transformó en referente en el barrio, aparecen a buscarla para resolver cuestiones serias como las adicciones que afectan a nuestros vecinos. Ella acompaña a otros, como por ejemplo la semana pasada, ir y golpear la puerta del Sedronar para que te den alguna respuesta.
“Si estás con otro es posible comer, uno trae sal, otro trae harina, otro un poco de aceite y eso te permite hacer unas tortas fritas y resolver. Un aprendizaje de 20 años. Uno solo no puede. Los Pibes somos todas y todos. Para mí es un gran orgullo, lo llevo en la piel”, destaca.
Lito Borello, militante y coordinador nacional de la organización, también relata que la historia de nuestra organización participa de momentos muy intensos, porque fue parte de los movimientos de resistencia de los 90, que también tenían cercanía con los hechos de la patria grande, que nos fue formando. Tenemos la marca de origen de esos movimientos emergentes de los 90 a los que se acercaban a paliar el hambre o porque no tenían donde dormir. Muchos se acercaban con vergüenza porque no tenían trabajo y no solo porque no tenían para comer; de esa historia nos sentimos profundamente orgullosos y orgullosas.
Cada vez que puede ubica a la organización en el contexto de la historia de los pueblos oprimidos de América: los 500 años de resistencia de las comunidades originarias frente a la invasión de los colonizadores y los 200 años de las gestas de la independencia de nuestros pueblos. San Martín se actualiza como ejemplo y emblema de lucha frente al poder realista.
Luego afirma: “Esa historia de olla popular, de estar espalda con espalda contra la opresión, hoy nuevamente se padece en toda Latinoamérica con la embestida del pensamiento conservador que viene a borrar de un plumazo las conquistas de estos últimos años. La resistencia popular en la calle hizo que el neoliberalismo se tuviera que correr y permitió que tuviéramos institucionalidades a favor, con gobiernos que representaban de manera más cercana los intereses populares”. A su vez, agrega que “Quizás es necesario aprender de nuestra historia, de donde se sacan fuerzas para renovar la lucha. San Martín es el emblema y ejemplo por la fuerza con la que se atreve a enfrentar al gran poder realista y logra vencerlo”.
La figura de Martín Oso Cisneros es infaltable en cada aniversario, como aquel militante común y muy referenciado entre las y los compañeros por su lucha para recuperar la dignidad del del trabajo, que el neoliberalismo intentó arrebatarle al pueblo, asesinado porque amenazaba los negociados del barrio. Sus compañeros aún lo recuerdan con lágrimas en sus ojos.
Nadia Martinez, militante y referente histórica, que hoy está al frente de Fm Riachuelo recuerda: “Yo me incorporé en los 90 a la militancia, en esos momentos había una situación parecida a la de hoy, cuando el neoliberalismo trató de borrar los valores del conjunto de la organización, cuando el tejido social estaba diezmado y los efectos que eso causaba en el pueblo ponía en cuestión los valores. La organización nace como merendero con poquitas familias, seis o siete, que vivían en dos conventillos distintos: uno era la fabrica tomada Sanchetti, donde habían llegado algunos compañeros de la experiencia de las ex bodegas Giol y otras familias vivían en otro conventillo que se llamaba el Pescadito. Ambos estaban separados entre sí por 15 mts. de distancia. La situación era de tal desmembramiento del tejido social que las familias de los dos lugares no se hablaban. Lo que las juntó fue la organización, tener un objetivo común desde la acción práctica concreta”. Continuando en la misma linea, aseguró que “Creíamos que lo que nos pasaba era por culpa nuestra, porque éramos pobres, no habíamos podido estudiar. La lucha y la organización nos fue haciendo dar cuenta que las situaciones injustas no son culpa de nosotros sino de la aplicación de una política desigual que nos hace pasar las penurias a los sectores populares. A partir que rompemos este individualismo y nos juntamos nos damos cuenta que le puedo al asunto, entonces dejo de agachar la cabeza y me levanto y lucho no solo por la comida sino por la vivienda y entonces soy parte de un movimiento piquetero y corto una calle para que me vean, para dejar de ser invisible. La organización te permite comprender y juntarnos con otros para ver si podemos transformar la realidad”.
Las y los militantes coinciden en afirmar que en aquellos 90 se podía palpar que el tejido social se iba recomponiendo con la organización y que eso hacía que el sujeto se parase distinto y se pudiera relacionar con el otro de otro modo, porque afirman que: con la acción es posible transformar la realidad.
¿Dónde se aprende a luchar?
No hay escuela, se aprende en la calle. Las y los militantes coinciden en afirmar: “Aprendimos a juntarnos con otros, salir a la calle para defender nuestros derechos. No quedarse solo, compartir sensaciones, experiencias, ese aprendizaje que se da con otros entre compañeros, porque uno solo no puede. Lo tenés que resolver con otro compañero, conversar y decir cómo nos están yendo las cosas nos permite encontrar soluciones”.
Hoy el poder real parece haber recuperado una estrategia con el objetivo de detener los procesos de avance popular de los últimos 20 años. Sin embargo la experiencia colectiva de estos mismos 20 años les permiten afirmar que con otros es posible. Recordar la experiencia que permitió enfrentar las peores catástrofes con la recuperación de los lazos sociales.
20 años no es nada, dice Carlos Gardel, 20 años de lucha continuada por una vida digna.
*Militante O.S. y P. Los Pibes