Por Vivian Palmbaum
El pasado jueves 19 de mayo comenzaba el día con la aprobación de la ley antidespidos, votada por mayoría en diputados, a pesar de la amenaza del bloque oficialista de su veto casi inmediato. Mauricio Macri en el acto de reinauguración de Cresta Roja anunció el veto, que se hará efectivo con su publicación el próximo lunes 23 en el Boletín Oficial
Un veto cantado desde que se inició el debate sobre la ley antidespidos en el Congreso Nacional. Estrategias diversas usó el oficialismo: desde deambular por cuanto medio televisivo pudieran, con la complicidad de conductores y panelistas, hasta retener la ley para dilatar su llegada a la Cámara de Senadores. El argumento repetido hasta el hartazgo, entre chicanas a los opositores, era que la ley atenta a la generación de nuevos empleos porque va a disuadir las inversiones productivas.
La estrategia oficial, para darle algún soporte al veto, fue anunciarlo en la reinauguración de Cresta Roja. Una imagen que se mediatiza y que resulta un fraude, ya que de los 3.500 puestos de trabajo que se perdieron solo 1.200 se recuperaron, con la pérdida de la antigüedad y contratos temporarios por un sueldo inferior al que venían percibiendo. Solo una parte de los trabajadores estaba componiendo la foto, los demás permanecían en el comedor porque aún les adeudan el sueldo. Afuera una protesta de las y los trabajadores que esperan ser reincorporados mientras la zona estaba militarizada.
Recordemos que quizás está empresa es el emblema de la corrupción y el engaño. Una empresa que durante la anterior gestión de gobierno había recibido los subsidios para mantener la fuente laboral. Sin control, habían fugado esos fondos dejando abandonados a las y los trabajadores a su suerte. Fue allí donde a los pocos días de asumir el nuevo gobierno nacional se ordenó la represión para quienes reclamaban por la pérdida de las fuentes de trabajo y el pago de sus salarios adeudados hacía varios meses. Patricia Bullrich en esta ocasión inauguró la política de amenaza que luego terminara en el protocolo de represión a la legítima protesta social.
Cresta Roja y Mc Donalds parecen los caballitos de batalla para tratar de mostrar una imagen que como tal es engañosa, un espejismo. Trabajo precarizado y trabajo chatarra se ocultan como promesa tras el brillo de la foto.
La ley antidespidos surge como iniciativa frente a la brutalidad de las actuales políticas sobre las clases populares y trabajadoras. Un amplio y diverso arco político la respalda. Cientos de miles de despidos se vienen sucediendo sin cesar. Primero se enarboló el argumento de ñoquis para justificar los despidos frente a la opinión pública. Un libreto que apelaba a lo más emotivo de la clase trabajadora: cobrar sin trabajar, mientras sostenía el “por algo será”, que hace 40 años sirvió para justificar uno de los peores genocidios de nuestra historia. Pero el guión se sostuvo poco tiempo, porque los despidos continuaron, inaugurados en la administración pública y extendida a todos los sectores del trabajo. ¿Cómo puede funcionar un Estado si no tiene personas que hagan efectiva su función social? Una pregunta que ya tiene respuesta: el achique de su función. Receta con marca el Fondo Monetario Internacional (FMI). Hay que hacer los deberes. Despidos en el sector privado, negociaciones paritarias condicionadas por el Estado para favorecer a las empresas que necesitan aumentar su rentabilidad.
Disminuyen los puestos de trabajo en la Argentina
Despedir y precarizar son lecciones para disciplinar a la clase trabajadora en su conjunto, mientras disminuye el poder adquisitivo por la brutal transferencia de recursos a manos de las corporaciones. El optimismo oficial indica que en el segundo semestre un mago transformará la situación de la población.
El anuncio del veto tuvo gran trascendencia en todos los medios y ámbitos, con una notable debilidad de respuesta por parte de los representantes de las y los trabajadores. En las centrales sindicales la respuesta fue tibia, aún estamos esperando un pronunciamiento contundente. “Y bueno, vamos a ver”… Las dos CTA quizás fueron un poco más enfáticas que las CGT. La semana anterior se habían reunido con Macri y salieron sin hacer declaraciones. Y las conclusiones se las dejamos al lector.
Evocamos las palabras de don Osvaldo Bayer: “los representantes gremiales son empresarios, hace muchos años que dejaron de ser trabajadores”.
Mientras tanto se desarrollaba también otra película
El jueves 20 de mayo se reunió el Consejo Nacional del Salario en el Ministerio de Trabajo, allí confluyeron los delegados de las centrales sindicales junto a representantes del gobierno para establecer el salario mínimo en $8.060, a partir de enero del 2017.
Afuera se concentraba una importante movilización que avanzaba desde el Obelisco hasta el Ministerio de Trabajo; una marcha invisibilizada de los miles de trabajadores de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, que también reclamaban ser incluidos en la mesa de las y los trabajadores, la paritaria social y el reconocimiento gremial. Durante la última semana los cooperativistas de la CABA, nucleados en distintas organizaciones sociales, ocuparon pacíficamente el Ministerio de Desarrollo Social en reclamo del cumplimiento del compromiso del gobierno ciudadano para actualizar el ingreso que perciben estos trabajadores. Si el mundo del trabajo asalariado está cada vez más complicado, no es difícil imaginar la situación de los miles de trabajadores de la economía popular que cada vez tienen mayores dificultades para subsistir.
A pocos días de un nuevo aniversario de la gesta revolucionaria del 25 de mayo, una embestida brutal ha encontrado un pueblo organizado que se resiste a dejarse atropellar y disciplinar por un gobierno que representa intereses ajenos a las personas que habitamos este suelo, que necesitamos vivir con la dignidad que confieren los derechos.