Por Laura Cabrera @LauCab / Ilustración: Nadia Arbona
Día 1
Durante muchos años busqué palabras para eliminar la angustia, para calmar la tristeza, para buscar la forma de que saliera el sol. Valieron entonces los años de llantos, de insultos a los cuatro vientos, de no entender el porqué, de no pensar en el para qué. Ahora sé que no se entiende aquello que no se asimila. No aprendemos de todo ese mundo que nos negamos a saber.
Día 2
Recuerdo que cuando llegué estabas fría. Era de madrugada. El teléfono había sonado. Los tres sabíamos quién llamaba, sabíamos lo que iba a decirnos. Supimos también que esa noche tu alma pasó y nos tocó los corazones. Supe entonces por primera vez lo fría que es la muerte. Supe entonces la importancia del calor humano.
Día 3
Pensé en cómo eras. Morocha. Alta. Activa. Alegre. Recuerdo que te reías mucho, que tenías una carcajada graciosa y muy fuerte. Puteabas, siempre. Eras muy fanática de Boca y del Diego. Me acuerdo también de lo hermosa que sonaba tu voz cuando cantabas. La sacabas desde el corazón, siempre con canciones de nuestra tierra. Bohemia, esa guitarra que hoy suena entre mis manos, sonaba hermosa cada vez que te sentabas a tocar. Recuerdo lo mucho que andabas en bicicleta. Te recuerdo bailando y también meditando en las clases de yoga. Supe entonces que al fin de cuentas no éramos muy distintas, que nos gustaban las mismas cosas.
Día 4
En pocos días estaremos viendo por segunda vez a Mc Cartney. Recuerdo las charlas en las que prometíamos ir las tres cuando el ex Beatle pase por Argentina. Llegó en 2010. Vos ya no estabas. Yo no sé qué fue lo que pasó. Las primeras lágrimas compartidas en el primer tema llevaban consigo la complicidad entre Romi y yo. Ambas sabíamos que estabas allí. Supe entonces que siempre estuviste ahí, en los recuerdos de la infancia.
Día 5
Falta poco para tu cumpleaños. Quizá por eso sea que en estos días necesite ponerte en palabras. Es que te extraño todos los días pero con el correr de los años, los aniversarios, las fechas importantes, me di cuenta de que extrañarte no es algo negativo, ya no es algo que duela. Supe entonces que es imposible extrañar a aquellas personas que no representaron nada en nuestras vidas. Yo te extraño y al decirlo quizá llore entre sonrisas, porque también supe entonces que extrañar es recordar buenos momentos.
Día 6
Recordé todo lo que te conté y que al mismo tiempo contaba por primera vez. Me pregunté cómo sería nuestra relación si estuvieras acá y ahora que ya soy “toda una mujer”, como dicen algunxs. Tuve ganas de abrazarte y recordé que si algo no tuve fue tiempo para despedirme porque la muerte es así, ortiba. Pero supe entonces que nunca vamos a despedirnos de aquellas almas que se quedan para siempre. Comprendí que volvemos a ellas una y otra vez. Supe entonces que cuando una persona extraña y recuerda, la despedida no existe. En su lugar, la eternidad.