Por Carina López Monja – @Carinalopezm
En su peor mes de gobierno, definido por Macri como transición dolorosa, el presidente sigue con fe y esperanza (casi con slogan sciolista) esperando la llegada de inversiones que auguren un segundo semestre más apacible. La conflictividad y el aún incipiente descontento, variables que el “equipazo” de economía prefiere ignorar.
Por derecha y por izquierda le llueven críticas al presidente de la Nación, Mauricio Macri. Algunos, parte del “periodismo militante”, lo atribuyen a un problema de comunicación y brindan consejos para mejorar. Otros recomiendan apuntar a la gobernabilidad y recuerdan que el Presidente tuvo la oportunidad de avanzar en un pacto del bicentenario con la oposición y un acuerdo social con gremialistas y empresarios. Macri confía en el recuerdo de la ya finalizada luna de miel, pero la población parece cada vez más cansada y con preocupaciones excluyentes: estabilidad laboral e inflación.
Vamos mal, podemos estar peor
Resulta una paradoja que haya sido justo Daniel Artana, economista de la ortodoxa fundación FIEL, el que cuestionó a Macri. Según Artana, “dar malas noticias todos los meses” no fue la mejor idea y hoy hay “gente que tiene salarios viejos a precios nuevos. Eso genera una caída del salario real importante”.
Los cuestionamientos se volvieron a dar por parte de la Iglesia, quien pidió que el discurso de “Pobreza Cero” no quede en palabras y se haga carne en acciones concretas. La UNICEF dio a conocer un informe que revela que el 30 por ciento de los niños, niñas y adolescentes en la Argentina es pobre y el 8,4 por ciento, extremadamente pobre. Otro informe, de la consultora Tendencias Económicas, informó que se registraron 140.000 despidos en lo que va del año, a lo que se suman 10.513 suspensiones en abril; es decir, 35 veces más que en 2015.
A pesar de los actos donde se recorren por segunda o tercera vez obras a las que les falta casi un año para inaugurarse, o se “descubre” una piedra fundacional en medio de un baldío -como sucedió en Soldati la semana pasada-; a pesar de los discursos de la herencia recibida y “el dolor” que genera la “transición” al futuro, Macri parece no percatarse de que la devaluación, los despidos, el megatarifazo, la inflación por las nubes y la reducción del salario, tienen consecuencias. El gobierno para ricos, que regala millones en la bicicleta financiera de los Lebac, sólo ofrece su dolor personal (y no políticas para modificarlo) ante los miles que no llegan a fin de mes. El dolor no modifica que uno de cada 3 niños sea pobre y no tenga, como exigen los tratados internacionales de derechos humanos, acceso a la educación, la salud y la vivienda.
La ley anti despidos o el cepo al capital, según el gobierno de ricos
En el gobierno de ricos tienen poco tacto. Así como Aranguren dijo tras la suba de la nafta que “si el consumidor considera que el precio es alto dejará de cargar”, Macri adelantó el veto de la ley antidespidos, si se aprobaba.
La media sanción en el Senado, con 48 votos contra 16 y la multitudinaria movilización por el 1 de mayo fueron la respuesta que obtuvo Macri. El error político de Cambiemos buscará ser corregido esta semana. En primer lugar, la tarea será ganar tiempo. Las posibles reformas (y no su sanción directa) en diputados demorarían el tratamiento en el Congreso. Por un lado, Macri le encomendó a Frigerio y Monzó la tarea de convencer a los díscolos a través de la caja política, y por otro lado buscará con Quintana y Lopetegui que las grandes empresas hagan público un compromiso de no despedir en los próximos meses. Ganar tiempo y mostrarse activo, las principales consignas.
Modelo para armar 2017
Incapaz de construir un relato alternativo y de mostrar resultados positivos en su política social, Macri tomó los consejos de los editorialistas de los diarios Clarín y La Nación y decidió que su rival será Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y sus armas, la ofensiva judicial y la herencia recibida.
En el plan de gobierno, sólo hay dos líderes: Macri y CFK. La posibilidad de lograr que la ex presidenta avance con un frente ciudadano y que el Partido Justicialista vaya por otro camino, le hace despertar esperanzas en las elecciones 2017. De hecho, los últimos días hubo encuentros para avanzar en el armado bonaerense de las legislativas.
En el sueño amarillo, el plan es que la inflación baje, avanzar con la obra pública, ya en plena campaña electoral, y, con la oposición fragmentada, salir victorioso en las elecciones de medio término. Para eso, nuevamente, el Presidente necesita tiempo y paciencia de la sociedad, hasta que “ingresen los dólares, baje la inflación y mejore la economía”.
Gobernabilidad: ¿Que le vaya bien al pueblo o al gobierno?
Mucho se debatió sobre la gobernabilidad en el mes más negro de Macri. La siempre espamentosa Carrió habló de gremios y políticos kirchneristas que quieren “desestabilizar al gobierno”; el periodismo militante habló de la responsabilidad de no repetir el 2001 y ayudar a que al gobierno le vaya bien.
Lo que no se dice es lo que pasa por abajo. Si el hecho de que al Gobierno le vaya bien implica saltearse una comida, aceptar que uno de cada tres pibes esté en la pobreza y empeorar las condiciones de vida cotidianas, es un problema.
El dolor que siente Macri es insuficiente para dar respuesta a las miles de familias que hoy perdieron el sustento por los despidos masivos, al millón y medio de nuevos pobres o a los millones de niños y niñas que no comen todos los días.
La luz al final del túnel que augura la revolución de la alegría depende de varios factores. Los consultores ven difícil que lleguen inversiones con inflación alta, peso apreciado, bajo consumo y dólar atrasado. Como cuenta Alejandro Bercovich en la revista Crisis, lo dijo el mismo Prat Gay: “Si no vienen los dólares del segundo semestre, esto va a estar complicado”.
Para que le vaya bien al pueblo trabajador se necesitan políticas activas. La multitudinaria movilización del 29 de abril, el paro petrolero en Comodoro Rivadavia, la huelga y carpa en Tierra del Fuego, las movilizaciones de las y los trabajadores estatales contra los despidos, las protestas de precarizados y laburantes de la economía popular, el boicot a los supermercados por las subas de precios, son sólo ejemplos de las decenas de protestas que se multiplican a lo largo y ancho del país, a las que el gobierno no logras darle solución. Aquella que no está, y que el sábado hubiera cumplido 97 años, lo dijo con claridad: “A la fuerza brutal de la antipatria le opondremos la fuerza del pueblo organizado”.
La tolerancia a los despidos, la inflación y la precariedad laboral, caras de la pobreza, tendrá el límite que defina el pueblo. El gobierno necesita ganar tiempo. El problema es si los de abajo lo tienen.