Decenas de miles de vascos se manifestaron el sábado por la liberación de los presos políticos de la ETA prisioneros en Francia y España. Crece la izquierda nacionalista en un contexto propicio para sus postulados.
Decenas de miles de paraguas inundaron la lluviosa noche invernal de Bilbao, el sábado pasado, para exigir la libertad a los presos políticos de ETA como parte del proceso de paz comenzado hace poco más de un año. A la cabeza de la impactante columna, estaban los camiones blancos, manejados por voluntarios, que todas las semanas transportan los familiares de los presos vascos a visitar las cárceles de España y Francia donde están desperdigados los acusados de pertenecer a ETA. Inmediatamente atrás, la bandera con el lema de la marcha, “Derechos humanos, resolución, paz. Presos vascos a Euskal Herria”, escrito en euskera y llevada por las familias de los presos, algunos vestidos con los tradicionales atuendos de Euskal Herría. Luego miles de vascos. Una convocatoria que sorprendió a todo el mundo, donde confluyeron sectores políticos distintos, pero sobre todo muchos ‘ciudadanos de a pie’, no obstante la llovizna persistente.
“En primer lugar queremos felicitar a las decenas de miles de personas que llenaron ayer las calles de Bilbao. Sin lugar a dudas, la de ayer fue una movilización ciudadana colosal a favor de la resolución, de la paz y, sobre todo, a favor de los derechos humanos”, expresó Euskal Herria Bildu -Reunir Euskal Herria en euskadi- (EHB), principal coalición de la izquierda nacionalista vasca, en un comunicado difundido ayer. La ‘izquierda abertzale’ -es decir el conjunto de los partidos independentistas de la izquierda vasca- fue la gran protagonista entre las fuerzas políticas presentes en la movilización. Uno de sus principales representantes, Pernando Barrena, afirmó que con esta marcha se pretendía hacer “una apología pura y dura de la paz”. Además, la portavoz de EHB en el parlamento vasco, Laura Mintegi, consideró que la situación de los presos políticos en “clave para la normalización política”.
Desde el 20 de octubre de 2011, la organización armada ETA anunció el fin de su lucha armada por la independencia definitiva de Euskal Herría, hecho que abrió un intento de proceso de recomposición social y política dentro del país vasco. Mientras siguen ilegalizados los partidos políticos más cercanos a ETA, y la persecución a sus miembros se mantiene constante, el debate se ha trasladado hacia la situación de los presos vascos. El ‘Plan de Reinserción” anunciado hace un año por el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, no sirvió para paliar las condiciones de los más de 700 presos del Movimiento Nacional de Liberación Vasco, distribuidos en las cárceles más alejadas de Euskal Herría en territorio francés y español. El caso de España es quizás de los más complicados, ya que desde los años ’70, el estado español se dio una legislación especial en el caso de estos prisioneros, para cuyo tratamiento rige la ‘ley antiterrorista’ que restringe los derechos de los detenidos. Según un informe dado a conocer la semana pasada por Etxerat, asociación de familiares de presos políticos vascos, “606 presas y presos vascos están dispersados en 84 prisiones. Solo 7 de ellos se encuentran en 3 cárceles de Euskal Herria (…) La mayoría de los presos se encuentran a 800-900 kilómetros de sus casas; por consecuencia los familiares y amigos viajamos una media de 1300 km, para poder ver a nuestros allegados”.
Por esto, la ciudadanía vasca llamó el sábado a “terminar de una vez por todas con la dispersión, poner fin a la política penitenciaria de excepción y el respeto a los derechos de las presas y los presos vascos”. Un reclamo que, a la luz del clamor popular suscitado por la movilización de Bilbao, toma un tinte político de importancia. En un contexto de fuerte crisis económica, y en pleno auge de los reclamos independentistas de las regiones españolas, la marcha de los vascos convocó sectores políticos de diversa índole, pero en un clima que los acomuna en el reclamo. Además de las principales figuras de la izquierda española, participaron de la movilización el sindicato gallego GIC, el catalán COS, el asturiano CSI y la Intersindical de Aragón.
“No podemos dejar de aprovechar esta oportunidad para lograr la resolución del conflicto y para construir la paz, una paz basada en la justicia y en el reconocimiento de todos los derechos. Y para ello, este país necesita alcanzar un consenso mínimo en torno a los derechos, tanto individuales como colectivos, de todas las personas; de la misma manera en que precisamos del compromiso y el respeto a la palabra y a la voluntad democrática de la sociedad vasca”, concluye el comunicado de EBH, fuerza que en los comicios para el parlamento vasco de octubre pasado se ha colocado como segunda fuerza, con 23 diputados y diez legisladores en el congreso madrileño, un crecimiento de más del 300% de los votos con respecto a años anteriores.