En Irlanda del Norte, los partidarios de la inclusión irlandesa en el Reino Unido, protagonizaron ya cinco noches consecutivas de enfrentamientos. En el trasfondo las jugadas de paramilitares unionistas, los intereses políticos y económicos.
Belfast, la capital de aquella porción de Irlanda que aún permanece bajo control británico, el Ulster, amaneció ayer, y por quinto día consecutivo, con la secuela de los enfrentamientos a los piedrazos y molotov que protagonizaron grupos conservadores unionistas contra las fuerzas policiales. Los choques se repiten desde el pasado 3 de diciembre, cuando el ayuntamiento aprobó por 29 votos a favor y 21 en contra, una ordenanza que impone izar la bandera británica en el palacio municipal solamente en ocasiones especiales, unas 17 veces por año. La iniciativa fue impulsada por el partido Alianza, que reúne exponentes de la comunidad protestante -religión profesada por la mayoría de los unionistas- y católicos -fe mayoritaria entre los irlandeses nacionalistas-.
A partir de allí, reaparecieron en las calles de Belfast las postales que inundaron los medios del mundo durante los años ’90. Barricadas y molotov, fuerzas de seguridad reprimiendo con balas de goma, amenazas de muerte a políticos y líderes sociales. Fuentes oficiales reportan un total de 62 policías heridos y un centenar de civiles apresados desde el comienzo de los disturbios.
Ayer, jefe del Servicio Policial de Irlanda del Norte (PSNI), Matt Baggott, apuntó directamente contra el grupo paramilitar unionista Fuerzas Voluntarias del Ulster (UVF según las siglas en inglés), y en particular hacia uno de sus líderes radicado en Belfast Este, conocido como ‘La Bestia’. La UVF es una fuerza política armada de larga trayectoria en Irlanda del Norte. Se calcula que ha sido responsable de 420 asesinatos en sus más de 50 años de historia, y aunque en 2007 haya anunciado el desarme de sus miembros, unos 150 militantes permanecen activos en distintos puntos del Ulster. El grupo reivindica la pertenencia de la región a la corona británica, fue respaldado históricamente por los sectores más conservadores de la política londinense, y actualmente encuentra una suerte de vocería política no oficial en el Partido Progresista Unionista, que mantiene un escaño en la asamblea legislativa local.
“Detrás de la violencia ha habido importantes miembros del UVF en Belfast Este, que actuaron de manera individual, para sacar provecho político de la situación”, declaró Baggott, quien además indicó que “estoy tomando el paso inusual de pedir directamente que las protestas, si no terminan, den un paso atrás para que la violencia termine y se escuchen las voces responsables”. Los ‘responsables’ son los cabecillas aún activos de la formación paramilitar, que estarían extorsionando políticos y estado para lograr algún tipo de beneficio. La única forma de parar los enfrentamientos sería negociar con ellos. “Si ésta es la evaluación que hace la policía, exhorto a los miembros del UVF en Belfast Este a que dejen la violencia. He hablado con el liderazgo del UVF y ellos me han dicho que no hay divisiones internas. Vamos a hablar con el UVF de Belfast Este”, declaró en rueda de prensa el histórico líder del Partido Progresista Unionista, ala política del UVF, Billy Hutchinson.
Desde la firma de los acuerdos de viernes santo en 1998, que sancionaron el final del conflicto armado entre unionistas británicos y nacionalistas irlandeses, la UVF ha sido el grupo paramilitar del bando lealista más activo. En los barrios de Belfast, han logrado atraer la simpatía de adolescentes y hasta niños, que ocasionalmente protagonizan verdaderas batallas campales contra los rivales de los barrios católicos. Se trata de eventos aislados, no habituales, pero que según las autoridades de las fuerzas policiales dan cuenta de una fuerza social aún viva en la UVF, a diferencia de los demás grupos afines que se disolvieron, o se dedicaron al delito organizado.
En los últimos días, exponentes de fuerzas nacionalistas y de izquierda han denunciado haber recibido amenazas de muerte. El correo de Belfast interceptó un paquete dirigido al líder socialdemócrata Patsy McGlone, que contenía una bala y una tarjeta con su nombre. Algo parecido sucedió con los dirigentes del Sinn Fein, brazo político del desarmado Ejército Republicano Irlandés (IRA). En los barrios, algunos de los famosísimos murales pintados tras los acuerdos de paz, que llamaban a la conciliación entre las comunidades católica y protestante, han sido tapados por pinturas pro-británicas.
La situación entonces preocupa. El próximo miercoles está previsto que se levante la Jack Union -la bandera británica- en el ayuntamiento en honor del cumpleaños de la duquesa de Cambridge, Catalina, la esposa del príncipe Guillermo, por lo que las autoridades norirlandesas esperan nuevos incidentes.