Por Luis Hessel y Manuel Petruzela / Fotos Yanina González
Entrevista a Osvaldo Bayer. Un imprescindible de nuestro tiempo.
Barrio de Belgrano. El Tugurio se lee en la puerta. Abre la puerta el dueño de casa para dejar pasar a los cronistas. Su presencia era gigante, y no hablando desde el punto de vista físico. Su persona era gigante. Ahí estaba él, a paso lento – 89 años no pasan sin dejar marcas-, los invitó a pasar. El ingreso por el pasillo estaba custodiado por pilas de cajas y carpetas que forman parte del archivo con el que escribió algunas de sus obras más recordadas. Al fondo una mesita dispuesta con cinco sillas. Tal vez quedaron en ese número desde la época en la que se daban las reuniones del mítico grupo de los cinco. Nos cuenta que es uno de los vecinos más antiguos del barrio al que llegó cuando apenas tenía 7 años de edad, que su casa fue bautizada El Tugurio por su amigo Osvaldo Soriano y que recientemente perdió a Marlies Joos su compañera de vida por más de 60 años.
¿Cuántos vasos? ¿Toman todos no?- preguntó Osvaldo Bayer. No hacía falta adivinar cuál era el convite, se descontaba que fuera whisky. Y aunque ninguno de los invitados, a la sazón periodistas, sintieran gran simpatía por la bebida blanca, aceptaron sin mayores reparos. ¡Salú! Se apura el primer sorbo, pasa rápido, sin sentirse. La luz es tenue, la voz de Bayer carraspea con autoridad y comienza a explicar a sus interlocutores cómo fue que se inició en las ideas anarquistas. “Fue después de la lectura de tantas cosas, fue naciendo eso. Realmente, creo yo, que el socialismo en libertad tiene que ser el futuro de la humanidad. No es una utopía de ninguna manera, es algo verdadero, algo cierto y algo que tenemos que llevar adelante”. Pero este caso no se encuadra dentro de la típica rebeldía adolescente refractaria a las imposiciones paternas. “Mi padre nos influyó mucho a nosotros, fue socialista libertario”.
La pasión de Bayer por la Patagonia y por el sur argentino es bien conocida. Y tal vez responda este encanto a recuerdos de su infancia. Por lo menos a los suyos, y no a los de toda su familia. “Mis padres estuvieron viviendo en la época de las huelgas en la Patagonia. Les marcó toda la vida a mis padres la injusticia tremenda que había sido eso. Mi padre juntó muchísimo material de aquel tiempo. Y la influencia vino de él. Se me dio por estudiar todo ese proceso: Y de ahí salieron los cuatro tomos de la Patagonia Rebelde”. Así le llegaría al joven descendiente de alemanes el relato de la masacre de 1.500 obreros en 1921, durante el gobierno del radical Hipólito Yrigoyen comandada por el teniente coronel Varela quien fuera ajusticiado por el anarquista Kurt Wilckens.
– Usted escribió sobre el anarquismo y las luchas obreras. ¿Qué cree que pasó a nivel histórico que ahora las conquistas obreras anarquistas han sido descontextualizadas o minimizadas? ¿Por qué cree que pasa eso?
– Porque realmente tuvo mucha influencia el comunismo, tuvo mucha influencia el capitalismo y realmente el movimiento anarquista se vino abajo, fue perdiendo fuerza, existe todavía pero ha perdido muchísima fuerza.
– El anarquismo siempre tuvo muy presente la importancia de la cultura y la difusión cultural de las ideas libertarias. En este sentido, usted hizo un aporte muy importante con la edición del disco “Los Anarquistas” que reúne relatos y canciones típicas de la cultura libertaria, ¿cómo surgió esa idea?
– Se me ocurrió a mí, le hablé a Héctor Alterio y aceptó inmediatamente. Lo hicimos juntos. Yo no lo tengo, lo presté y no me lo devolvieron. Lo fui recogiendo del material que tenía antes y de discos viejos. Eran las canciones típicas de ellos. Se cantaban en peñas, actividades políticas. Siempre se cantaban antes de empezar las asambleas, muy lindas, me emocionan a mí.
– Uno de sus proyectos actuales es la realización de una película sobre Severino Di Giovanni, junto al director Gustavo Gzain, de la que usted tiene a cargo el guión. ¿Cómo está el proceso?
– Esta bastante avanzado. Está basado en el libro de mi autoría, la verdad histórica. Anteriormente lo iba a hacer Leonardo Favio. Estuvo 16 años con los poderes, 16 años tuvo el poder de filmar y no la filmó. Si habré discutido con él. El venía acá a las dos de la mañana y simulaba el fusilamiento de Severino. ´Vengo de escribir como es el fusilamiento de Severino´, y duraba dos horas el fusilamiento (risas, caras, gesticulación). Bueno ¡basta! decía yo. ¡Qué personaje que era! ¡Lindo personaje! Lástima que no la hizo, el hubiese hecho una gran película. Era muy buen director, estaba muy lleno de ideas ¡pero estuvo 16 años con la película! No fue capaz de hacerlo. Me llamaba todos los días a las tres de la mañana. ¡Ya tengo el fusilamiento de Severino! Bueno vení. ¡Qué personaje!
– ¿Y este trabajo con el compañero Gustavo Gzain está avanzando?
– Si, ya está hecho el guión pero falta todo lo demás de la producción. Es una película muy cara, todavía no empezó la filmación pero le tengo confianza. Una cosa de época es carísima: los asaltos en la calle y todo eso.
En el libro Severino Di Giovanni (el idealista de la violencia) Bayer reconstruye la accidentada ceremonia que Luigi Aldrovandi Marescotti, embajador italiano en Buenos Aires en 1925, ofrecería en el Teatro Colón para agasajar al presidente Marcelo T. de Alvear y reafirmar la presencia política del régimen fascista de Mussolini en nuestro país. Un grupo de anarquistas escabullido entre los invitados provocó desmanes al grito de “¡evviva l´anarchia!”, mientras se trompeaban con los camisas negras que custodiaban la gala. Este sería el debut público de Severino.
– ¿Y la escena del Teatro Colón queda igual?
– Sí tal cual, pero no nos van a dar el Teatro Colón porque son unos hijos de puta. Y ahora menos, lo vamos a hacer en otro teatro.
– Una escena del libro describe la voladura de la embajada italiana, por parte de Severino, donde murió una nena. ¿Usted que se define como pacifista a ultranza considera que hay casos donde la violencia tiene lugar?
– Bueno yo soy un pacifista pero también le doy la razón a los otros, a veces la violencia contra la violencia. A veces con el pacifismo no hacemos nada porque nos hacen de todo a los pacifistas, por eso Severino tenía razón en muchas cosas, en muchos aspectos. Y ahora estamos haciendo la película sobre Severino….que increíble.
– Usted como Secretario General del gremio de Prensa fue enviado a Cuba y tiene una entrevista con el Che, ¿qué es lo que charlaron?
– La discusión con el Che fue la siguiente; dijo cómo había que hacer la revolución en la Argentina. Un grupo de compañeros se juntan en Córdoba y ahí empieza la cosa. Él nos contó cómo se hacía la revolución directamente. Iban avanzando. Pero no nos habló de la represión. Y cuando termina su relato de cómo es la revolución perfecta, le digo: Si compañero Che pero no nos habló de la represión. Digo, porque cuando empieza un grupo de compañeros en Córdoba como usted dice a hacer la revolución, enseguida va a haber represión. Y él me miró desoladamente y me dijo: Son todos mercenarios. Si son todos mercenarios pero la puta madre que lo parió (risas). Y todos los presentes que estaban me miraban como diciendo claro, son todos mercenarios boludo. Y yo quedé como un tonto, y me expulsaron de Cuba porque le hice esa pregunta.
– ¿Y no volvió más a Cuba?
– Sí volví 20 años después, me invitaron 20 años después, se habían dado cuenta que habían sido injustos. Pero me gustó, lo del Che me gustó porque posiblemente para hacer la revolución no hay que preguntarse por la oposición, hay que hacer la revolución, ¿entendés? Ahí me di cuenta que él tenía razón en eso porque si vos empezás a pensar cuánta oposición puede haber, y que sé yo, al final no vas a hacer nunca la revolución. Ahí me di cuenta que él tenía razón pero me expulsaron de Cuba. Vos tenés que ver cómo me expulsaron.
– ¿Los sacaron?
– A patadas en el culo, pero me di cuenta que el Che tenía razón. Él tenía una visión muy optimista y para hacer una revolución hay que ser optimista, no hay nada que hacer, no hay que pensar en la represión. Tenía razón el Che. Que tipo genial.
– Sin ir más lejos usted tuvo una polémica con Amanecer Fiorito (editor del periódico anarquista La Protesta) cuando reivindico la del Che. Amanecer lo criticó, ¿qué balance hace de esa discusión?
– Y que yo tenía razón (risas), ¿qué voy a decir? Porque cuando yo contesté se calló la boca al final.
– ¿Qué representa para usted que es anarquista la figura del Che?
– Un revolucionario, un tipo extraordinario, un tipo que daba todo por los demás, un tipo generoso que da la vida. Me di cuenta cuando nos habló a nosotros. Nos habló de cómo había que hacer la revolución, no había ningún peligro. Había que hacerla y nada menos que en Córdoba…
– ¿O sea que usted considera que más allá del socialismo en libertad pueden haber otras formas de construcción?
– Claro, ellos hicieron la revolución cubana que yo no tengo nada en contra en lo absoluto. Yo creo en el socialismo en libertad pero hicieron la revolución en Cuba, ahí debajo de EEUU, ahí nomas hicieron la revolución invencible porque no la pudieron vencer nunca. Así que qué voy a decir yo que no hice un carajo (risas) ¡Salú queridos compañeros!
Exilio y dictadura
En junio de 1976 Osvaldo Bayer es obligado a salir del país a través de un pedido de la embajada alemana ante el inminente peligro de muerte. En un vuelo de Lufhtansa emprendería su exilio a Berlín desde donde impulsaría diversos proyectos, entre estos, junto al poeta Juan Gelman escribirían el libro “El Exilio” del cual le recitamos a Bayer:
No debería arrancarse a la gente de su tierra o su país, no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical.
Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, los calores.
Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de mí y nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano.
El sol me mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol.
– ¡Qué poeta! Fue mi mejor amigo, mirá vos él judío y yo de ascendencia alemana (bromea Bayer), era el mejor. Qué gran poeta, lo dice todo ahí.
– ¿Usted le propuso hacer este libro juntos?
– Si. Porque sabía que era el mejor de todos, era mi mejor amigo y por eso le pedí que escriba conmigo el libro. El libro creo que vale la pena leerlo.
– A 40 años del Golpe se recuerdan muchas cosas. También en el exilio usted empezó su relación tan bella con las Madres de Plaza de Mayo. ¿Usted se enteró en Alemania de la existencia de estas mujeres que caminaban alrededor de la Plaza?
– Si, vinieron muchas veces a visitarme a Alemania. Es genial, lo de las Madres es genial, ir a la plaza de Mayo poner la cara ahí. Imagínense, extraordinarias, tengo el más grande cariño mi, más grande admiración, un ejemplo para nosotros realmente. Qué valentía. Lástima Hebe de Bonafini con su persecución, si no todo lo demás es precioso.
– Estuvo en la marcha con Nora Cortiñas el 24 de marzo.
– Claro, qué te parece, qué gran mujer. Solita, ella está solita.
– A pesar del terror, a pesar de la censura de los libros que los milicos quemaron en las hogueras, hay hombres que vuelven con su obra, con su ejemplo. Uno que está cada vez más presente para los jóvenes parece ser Rodolfo Walsh, ¿cree que hoy se está apreciando en toda su dimensión su obra?
– Si cada vez más, grandioso, un gran amigo.
– Antes de que se vaya al exilio, cuando se encuentran en 9 de Julio y Corrientes sostienen una discusión sobre el peronismo…
– ¿Sabés que dijo? No, yo me quedo. Y se quedó y lo mataron. Qué genio, qué personalidad. Sabía que lo iban a matar y se quedó con un revolvito. Me mostró el revolvito que tenía y con eso se enfrentó a las ametralladoras de la marina de guerra. Qué genio, era un hombre muy abierto muy generoso. Marxista él, no peronista. Marxista y yo libertario, ¡salú!
– ¿Y por qué Walsh se quedó con los peronistas?
– Él me decía que por ahí estaba la revolución, en el peronismo estaba la revolución, él lo vio por ahí y se equivocó. El peronismo no era revolucionario. Yo no quiero desprestigiarlo, era el mejor de todos. Qué pensamiento, qué revolucionario.
– También un grande que a todos nos emocionó mucho, un hombre que hizo conocer el sufrimiento de Latinoamérica en todo el mundo fue su amigo Eduardo Galeano.
– Eduardo Galeano era el mejor de todos, que gran pensamiento y que generoso la mano abierta siempre. Tuve muchos encuentros con él, vino acá al Tugurio y conversamos largamente. Era un genio.
– ¿Hablaban de fútbol?
– También sí, pero yo ahí le ganaba (risas).
“Siempre que exista el anarquismo”
La charla se interrumpe de vez en cuando. Cada “¡Salú!” sigue acompañado del tintinear de los hielos en los vasos. Sorbo, y se sigue adelante. Suena el teléfono, Bayer atiende. Entra una pareja amiga. Osvaldo recibe felicitaciones por las cuatro páginas dedicadas a él en una nota hecha en la revista Viva de Clarín.
– ¿Vos sabes que me echaron a patadas de Clarín?- pregunta Bayer a los cronistas.
– Lo echaron de Clarín porque usted le hizo la primera huelga…
– Sí. ¿Qué te parece? ¡Qué huelga! Fue por aumento de salario. Las condiciones de los trabajadores no eran malas pero tampoco eran buenas. Nos mantenían debajo de la generalidad de la gente y yo inicié el paro. Me echaron, sí.
– Ahora que asumió Macri, ¿qué lugar tiene el anarquismo en la lucha de las y los trabajadores?
– El anarquismo va a existir siempre, no tiene mucha influencia actualmente pero seguiremos trabajando. Yo creo que la solución es el socialismo en libertad, el socialismo para todos. Seguiremos luchando aunque sea una pequeña ayuda al pensamiento general de la gente pero siempre que exista el anarquismo. Que exista, que sea una solución el socialismo para todos.
Al marcharnos Osvaldo nos sigue saludando desde la puerta del Tugurio mientras se sumerge en un universo casi de realismo mágico; se queda con sus peones rurales, con los anarquistas del gremio de los panaderos, el vodka de Vladímirovich, los presos de Bragado, Bakunin, Durruti y el Che. De fondo retumba la garganta gigante de Agustín Tosco mientras Rodolfo Walsh se esconde tras los marcos gruesos de sus anteojos mientras redacta una nueva proclama de la CGT de los Argentinos. El teatro de Brecht, los goles de Rosario Central, los besos de Marlines y los versos de Hölderin, los paseos por Berlín, Puerto San Julián y la avenida Corrientes en busca de un boliche para bailar tango. Ahí queda Osvaldo Bayer, el poeta de la libertad.