Por Daniel Lucero y Belen Piñeiro
Con el objetivo de visibilizar el aumento de casos de detenciones de las fuerzas de seguridad sin justificaciones y a 25 años del asesinato de Walter Bulacio, organizaciones sociales y políticas presentaron la Campaña Nacional contra las Detenciones Arbitrarias.
Frente al aumento del hostigamiento de las fuerzas de seguridad de los últimos meses distintas organizaciones sociales, de derechos humanos, estudiantiles, sindicales, partidos políticos, entre otros, presentaron, este miércoles en la Legislatura porteña, la Campaña Nacional contra las Detenciones Arbitrarias con una conferencia de prensa en la Legislatura y el viernes habrá una movilización de Congreso a Plaza de Mayo. A 25 años del asesinato de Walter Bulacio por manos policiales, con alrededor de 300 casos de gatillo fácil por año según CORREPI y con el contexto social actual es que se convoca a estas jornadas de luchas.
María del Carmen Verdú, abogada y militante de CORREPI, explicitó en la conferencia que “desde diciembre del ’83 hasta ahora hay más de 4700 personas asesinadas por el aparato represivo estatal. De esos 4700, el 40% eran personas detenidas, de ese 40% la mitad estaban detenidos en comisarías, y la mitad de estos no estaban detenidos por un delito sino por averiguación de antecedentes, por ser menores de edad o por razzias, es decir que fueron víctimas del sistema de detenciones arbitrarias”.
Además agrega que, a raíz del caso Bulacio, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el año 2003, ordena al Estado argentino derogar todas las normas que incluyan prácticas represivas y prohibir aquellas que no se encuentran normadas. Entre estas se encuentra la detención por averiguación de antecedentes, y entre las no normadas, las razzias policiales. Sin embargo, esto no sucedió y el sistema de detenciones arbitrarias sigue siendo moneda corriente.
Las fuerzas de seguridad accionan a veces en regla a las instituciones que suponen que las regulan y otras injustificadamente. Dentro de algunos amparos, la detención hoy en día es bajo un delito claro, no puede ser sin justificativo. Vemos, entonces, como casos de abuso policial que antes sucedían a sectores populares ahora aumentan y se extienden. Pero como sociedad, sin embargo, hay un aval o justificativo ¿Somos conscientes de qué estamos hablando cuándo pedimos una policía no corrupta? ¿Entendemos, y por ende, abalamos la existencia per-se de la policía aquí y en cualquier otra parte del mundo?
“El problema es la corrupción de la policía” se escucha decir por ahí, “el problema son los bajos salarios policiales”, pensamiento tan trillado como el de creer que votar al político más rico nos garantizará que no robará y en ese momento la presencia de nuestra Lilita interna se hace carne: Se sigue pensando en la corrupción como el origen de los males sociales y no como consecuencia. Los casos de abuso policial o militar son extensos e históricos, transcienden fronteras y nos lleva a un mismo punto de origen, el hetero-capitalismo.
Es interesante relacionar al machismo en general con la violencia institucional, ambos tienen el mismo justificativo: “algo habrán hecho”. Si bien las fuerzas policiales y militares actúan de una manera patriarcal sin dudas, cada vez que la policía detiene sin motivos a un joven resulta ser que este es mayoritariamente morocho y de algún barrio popular, el caso de Luciano Arruga fue quizás el icono de lo que vivian y viven miles de jóvenes humildes diariamente en sus barrios. Quizás es por el policía que muchos llevan dentro o por miedo, la autocensura en la sociedad aparece con facilidad y entonces el pibe detenido, torturado, o desaparecido por la policía termina pasando de víctima a culpable: “es un cabeza”. Del mismo modo cuando una mujer es acosada y/o abusada son los mismos mecanismos que se repiten: “era una puta, ella lo buscó”. El control social del heterocapitalismo termina así cerrando su círculo, reforzando al policía que muchos llevan dentro, apuntando a la mujer que decide salir a la calle como se le da la gana o al pibe con gorra. Aun peor, se empiezan a usar adjetivos violentos para catalogar, diferenciar y así potencialmente poder detener a los y las que no siguen su norma: “los militontos”, “las feminazis”, “las histéricas o frigidas” (las pibas que dicen que no ante un abuso), “los negro cabeza”. Hace más de un siglo atrás el estereotipo a erradicar eran los indios malos que hacían malones a la civilización, se usaron fuerzas militares y policiales para intentar diezmarlos. En la década del ’70, el estereotipo fueron “los subversivos”, en Europa son los Pakis (Paquistanies) y sudakas, y así podemos encontrar varios ejemplos.
Todo con el mismo origen: el hetero-capitalismo, ese del que Gabriela Michetti tan grabado tiene “la droga mata a los pobres como a la gente normal”. Y ahí es donde todos nos hacemos la pregunta: ¿Quiénes son los anormales? La respuesta parecería ser amplia: los pobres, los disidentes sexuales, las prostitutas, los militantes populares, los pueblos originarios, las mujeres, los “morochitos”, los inmigrantes, los laburantes precarizados, etc…
¿Es acaso un hecho aislado que en Miramar la policía haya secuestrado y torturado a Lautaro Blengio por su apariencia física “anormal”? ¿Qué relación tiene pensar en algunos de tantos casos como el del policía que abusó un menor en una estación de subte de la línea D hace más de 3 años, o el caso de Pochi Almonacid, menor de 16 años, detenido, golpeado, torturado y violado por la policía en Trelew en 2012? ¿Porqué la policía garantiza las redes de trata (como por ejemplo hace unos años en Puerto General San Martín, Santa Fe) y persigue hostiga y hasta fuerza a vender droga a las travestis de La Plata y de Salta? La lista es larga y sigue.
Entonces la policía puede ser variada: metropolitana, provinciales, federal o de otros países. Pero accionan con el mismo modo en todos los gobiernos y en estos últimos meses mas envalentonados en nuestro país y continente sin duda. Pero es el brazo armado del Estado, la policía es el puño del Estado hetero-capitalista que nos oprime día a día.
Por eso, casi un centenar de organizaciones políticas y sociales adhirieron a la Campaña Nacional contra las detenciones arbitrarias y convocan a una marcha este viernes 22 de Abril a las 17:30 desde Congreso a Plaza de Mayo. Al finalizar se realizará el acto de lanzamiento de la campaña que intenta visibilizar una de las formas más poderosas de control social que tiene el aparato represivo estatal.