Por Matías L. Marra. Luego de esbozar una lista de películas que pensamos como lo mejor del año, continuamos la reflexión abarcando además lo que podemos pensar como lo peor.
Ya reflexionamos en la parte 1 sobre la importancia de no ir tras la búsqueda de una película en particular que caiga bajo la categoría “el mejor film del año”. Por el contrario, apuntamos una serie de películas que pensamos como las mejores del año.
Hay algo que nos sucede en ocasiones muy particulares y reveladoras. La creencia de estar ante una obra maestra. Este año particular, a quien escribe le sucedió con el film Drive de Nicolas Winding Refn.
En Drive no sólo hay una muy buena historia, que reflexiona sobre sus propios tiempos narrativos, sino que además una calidad técnica impecable. Los personajes se toman sus tiempos para decirse lo que quieren, y es algo que a un espectador que fue a ver lo que a priori Drive parecía, una película de acción, puede llegar a incomodarle.
Sospechemos de nosotros mismos cuando vivimos esa situación particular. Hacer un segundo visionado del film resulta necesario. Así fue como Drive ya no fue lo mejor estrenado en 2012, sino un film más, muy bueno, claro, pero nada de obra maestra. Superada la instancia de la sorpresa, empiezan a aparecer algunas fisuras al interior del relato y la representación.
Algunas semanas antes, se había estrenado en Buenos Aires The ides of March, aquí llamada patéticamente Secretos de Estado. Se trata del último film dirigido por George Clooney, probablemente uno de los sujetos más interesantes de Hollywood en estos tiempos. Mal comparada con El estudiante de Santiago Mitre (por la inferior calidad de la de Mitre), narra los días de la campaña por la presidencia de un candidato demócrata en Estados Unidos, que se ve envuelto en un escándalo sexual. Pocos films estadounidenses que tratan el tema político estrictamente pueden salir airosos de una reflexión inteligente, como lo ha hecho The ides of March.
Resulta indignante el cambio de título, no sólo porque hace pensar en un telefilm menor, sino por lo que implica la idus de marzo a la que el título refiere. Cambiar el título es cortar la posibilidad de generar la primer hipótesis como espectador.
Otro film estrenado en las primeras semanas del año y que resulta necesario traer a la reflexión es la excelente obra de Steven Spielberg Las aventuras de Tin Tin. Spielberg es un maestro, y lo pone en acción en cada film que realiza, con mayor o menor suerte. En Spielberg está el arte del espectáculo.
El último jueves del año pasado, y que en realidad la mayor parte de las audiencias fue a ver en las primeras de este, es el documental en 3D La cueva de los sueños olvidados. Herzog filma en una cueva de la que hay registros humanos prehistóricos, y reflexiona sobre ese espacio y los humanos pasados. En La cueva de los sueños olvidados el 3D deja de ser un artilugio visual para el cine de acción, para ser un elemento fotográfico narrativo.
Dos films argentinos que no podemos dejar de mencionar son 75 habitantes, 25 casas, 300 vacas, de Fernando Dominguez; y El Impenetrable, de Daniele Incalcaterra y Fausta Quattrini, coproducida con Francia.
El primero es una reflexión sobre la memoria y la pulsión recordar-olvidar, puesto en imagen a partir de la obra de Nicolas Rubió, cuyas pinturas son representaciones de sus recuerdos de la infancia y su vida en un pueblo.
El impenetrable, en tanto, es un documental en el que el mismo Incalcaterra vuelve desde Italia a los bosques que dan título a la obra, para devolver una porción de tierra que su padre compró durante la dictadura anterior, a los pueblos originarios. Sin embargo, enfrentar el interés agro-capitalista de los explotadores de la tierra paraguaya no es algo sencillo.
De esta lista, que acabamos de concluir, podemos ver que el cine de no ficción en Argentina está en un gran momento, principalmente en el documental. En contraposición encontramos a la ficción, que sigue encontrando problemas para incluso entender la noción de conflicto más allá de lo aparente.
Así llegamos a reflexionar sobre lo que consideramos lo peor. A Roma con amor, del ya decadente Woody Allen, podemos enmarcarlo como “la peor”, pero sería caer en los vicios de la crítica de cine.
Lo cierto, es que nada puede rescatarse en el film más bajo que hizo el gran director de otros tiempos. En A Roma con amor, está la nueva visión del mundo de Woody Allen (más conservadora) y pensarla como película resulta incluso relativo. Directamente podríamos referir a ella como una publicidad de la hoy conflictiva Italia estrenada comercialmente en cines.
Infancia Clandestina, de Benjamin Ávila, también es uno de los peores films del año. Es una película que roza lo kitsch, al extremo de por momentos sentir vergüenza ajena por la película. Pocas veces se vio un film tan injusto con una lucha popular. No resulta casual que las grandes cadenas decidieran estrenar un film visto desde Montoneros, porque justamente, no tiene casi nada que ver con Montoneros. No es eso lo malo, sino la injusticia con la que el film se hace, que más de uno podría acusar directamente de “derechosa” o “fascista”.
El 2012 fue un año con mucho cine pero, a pesar de la extensa lista aquí propuesta, insistimos en que no todos los films son realmente de este año. El 2013 tal vez presente un panorama más interesante, algo que no resultaría difícil ante un año tan flojo en estrenos.