Por Darío Cavacini
Poetas Internados, poesía libre es un trabajo documental que surge de la pregunta acerca del valor que adquiere la poesía en contextos de encierro tales como los manicomios, donde la creatividad se confronta diariamente con el exceso de psicofármacos y la inspiración parece brotar como respuesta al abandono y la desidia propios de este tipo de lugares. Las dificultades que encuentra el acto de escribir en estas instituciones colocan al ejercicio poético en la categoría de supervivencia y lo convierten en una vía privilegiada para poner en palabras y canalizar la experiencia de internación. La poesía es un camino con una larga tradición en adentrarse y desnaturalizar situaciones cotidianas que vulneran los derechos de las personas internadas como el aislamiento, la violencia física, la sobremedicación y la exclusión social. Nombres ilustres como Jacobo Fijman, Leopoldo Panero, Marisa Wagner o Antonín Artaud han tenido la entereza de subvertir el poder psiquiátrico que los doblegó durante años, logrando llevar adelante obras con un alto valor estético que han ayudado a reflexionar sobre las condiciones de vida que los hospicios ofrecen a sus huéspedes.
Aquel interrogante inicial fue el puntapié para una serie de cuestionamientos que han acompañado este proyecto durante los últimos años: ¿Qué significa ser un poeta encerrado? ¿Existe alguna relación entre poesía y locura que se retroalimenta en estos contextos? ¿Qué función cumple la palabra poética dentro de un manicomio, esa que surge en lo más íntimo y no tiene forma preestablecida? ¿Es la poesía un acto de resistencia ante un entorno estigmatizador? ¿Qué implicancias tiene en la reinserción social de aquellos que han estado internados por años?
A través de este recorrido por la vida y obra de 10 poetas argentinos contemporáneos que han padecido los hospicios, se busca echar algo de luz ante estos interrogantes y revalorizar la figura de quienes no han claudicado en sus esfuerzos por seguir creando belleza allí donde reina el silencio. Estas historias arrasadas por el manicomio y recuperadas por la poesía ponen en evidencia como la creación artística desencadena un mayor grado de libertad interna que habilita el proceso de reconstrucción de la subjetividad. Cada verso muestra la originalidad de una nueva mirada del mundo desde la cual han reformulado el todo cotidiano que los atraviesa y oprime, al mismo tiempo que les ha dado la posibilidad de abrir una puerta de acceso a lo desconocido de cada uno, transformando el sufrimiento del espíritu en lo maravilloso de un poema.
Hermanado con la humanidad
A Néstor Enrique Suarez Camps la inspiración poética le llegó a muy temprana edad, producto de un amor que sacudió su infancia y le permitió realizar sus primeros trabajos literarios de alto vuelo. La hermana de un amigo suyo, que estaba enamorada de él, le dedicó una poesía que lo conmovió de tal manera, que hizo despertar al poeta que llevaba dentro, pero que aún ni sabía que existía. Desde ese instante su vida quedó atravesada para siempre por la poesía. Guiado por el recuerdo de aquella tierna confesión, sus primeros escritos se referían a lo que define como “la ilusión del amor”. Sin embargo con el paso del tiempo, sus trabajos literarios al igual que él mismo, realizarían su propia metamorfosis.
Cuando uno se va adentrando en una charla con este multifacético artista, de mirada intensa y reflexiones profundas, la sensación de estar frente a un libro que se va escribiendo a medida que las palabras salen de su boca, crece a cada minuto. Todo le enseña, de todo aprende, principalmente de los otros con quienes se relaciona: “Sé que no es por azar con cada persona que me cruzo, pienso mucho en las causas y efectos y en lo que te enseña cada encuentro”. Así como la confianza es ciega, la desconfianza le exige ser mejor observador: “Hay que ir con cuidado con las personas, porque es difícil confrontarse con uno mismo; quien mira para afuera sueña, quien mira para adentro despierta”, agrega mientras enciende su segundo cigarrillo de la tarde.
Autoproclamado como un poeta socrático, que va al concepto sin darle vueltas innecesarias para expresar lo que siente; ha encontrado en la tarea de escribir, la forma de entender su propia vida, descendiendo hasta las profundidades de su alma: “La poesía me ayuda a mirar para adentro, excretarme lo que soy, para ver los defectos que tengo”. Como resultado de este encuentro con la poesía sintió que empezó a habitar dentro suyo el filósofo y poeta en el que se convirtió. A partir de ese momento nunca dejó de cuestionarse y escribir sobre él mismo y el porqué de su existencia.
Con la ayuda del equipo profesional del hospital de día “San José” de la ciudad de Pergamino, ha logrado editar su primer libro de poemas y dibujos. La acidez y la sinceridad con la que escribe ponen en evidencia su deleite por el gran Charles Bukoski, al igual que sus dibujos geométricos dejan al desnudo su gusto por las creaciones del pintor ruso Vasili Kandinski. Ese libro firmado bajo el seudónimo Quique Maunaloa (en referencia a uno de los cinco volcanes activos de la isla de Hawái) muestra lo que siente por la poesía, sólo comparable con un volcán en actividad, explosivo y lleno de energía vital: “Esa pasión está viva en mí y así me siento cuando escribo”.
Durante su internación en el manicomio, escribía sobre la conmoción que le provocaba el hablar con algunas personas y todo lo que esas charlas le generaban internamente. En los tres años que estuvo internado escribió mayoritariamente sobre sus sensaciones derivadas de estos encuentros. Pareciera que algo de esas experiencias que lo sorprendieron y extrañaron profundamente le ayudaron a comprender(se), generándole la imperiosa necesidad de escribir sobre ello: “Solo hay que saber mirar a las personas y en qué contexto se desarrollan, si a eso le sumas la carga genética y la impulsividad que tiene cada uno te da un buen panorama de quien es quien. Ser esquizofrénico es estudiar muy bien a la otra persona para tocarle su talón de Aquiles, agarrarse de él y no separarse más”.
Para la mayoría de las víctimas de los manicomios haber estado internado resulta una experiencia devastadora, sin embargo él ha podido canalizar esa dura vivencia, logrando una escritura más aguda y punzante. La internación ha confirmado su propia dignidad, permitiéndole observar con mayor nitidez las actitudes de los demás: “La gente no se atreve a profundizar sobre determinadas cosas, como las conductas humanas por ejemplo. Algunos toman, otros fuman, a varios se les da por la gula, cada uno se va a un pecado capital por propia necesidad, por faltantes. El hombre es un hombre de hábitos aunque no los lleve puestos”. Cuando se dio cuenta que no podía cambiar a la gente que lo rodeaba, decidió recluirse en él mismo y se alejó del mundo con la certeza de que nunca falta alguien que sobra.
Fiel a su propia filosofía de vida, considera que existen tres clases de personas: “Las que viven según su pasado, aferradas a él; las que viven atrapadas en el presente y las que viven según su propia conciencia. Entre estas últimas me encuentro yo”. Esa sabiduría, que le permite pensar que sólo el conocimiento que llega desde adentro es el verdadero conocimiento, le da al mismo tiempo la convicción de adentrarse en una búsqueda constante de su propio yo, llenándose de innumerables preguntas y algunas respuestas.
En el último tiempo se ha dedicado con pasión a estudiar los Trigramas de Confucio, para lograr conocerse mejor y entender con mayor claridad a quienes están cerca de él. El camino filosófico que comenzó hace algunos años le ha permitido percibir las dos caras de la realidad de cada uno, sin prejuicios y con la mayor sinceridad posible. Este hermano de la humanidad que vive teniendo como base filosófica al amor, la filantropía y la filogenia, se propone lidiar contra la intolerancia cotidiana que tiene de rehén al mundo; una quimera únicamente posible en aquellos que tienen una capacidad introspectiva admirable. La convicción de que la única intolerancia que se debe tolerar es contra la misma intolerancia, se trasluce en cada una de las palabras que dice y aún en sus silencios que expresan palabras sin nombrarlas.
Sin título
Una asonancia tuya
Llega en el inhóspito
Recuerdo de tu vuelo
Que me grita en silencio…
Un inmolarme solo
En la cárcel donde albergo
Y un encontrarme
Solo en mi pensamiento
Navegando en la vela
De mi barco
Que me lleva
A imaginarios puertos
Porque solo distancia soy
Que partir es otra forma de regreso
Sin título II
…Hoy me desangro
Por dentro
Hoy serio, sin mostrarlo
Soy por fuera desierto
Con la mirada perdida
Sin ilusión de encontrarla
En otros ojos, por cierto
Soy tan solo el desamor
Que por amor renuncio
Al amor verdadero
Mas este terrible anuncio
Que en soledad lo decreto
Es por no lastimar a alguien
Que en mi socorro venga presto
Hoy no sé qué me pasa
Que otorgo silencio
Si alguien lo comprende
Tan solo agradezco…
…ahora yo me retiro
Para llorar hacia dentro…
Sin título III
Tantas cosas
He desaprendido
Más reaprendí
Aquellas que aprehendo
Para vivir que me servirán
Para zafar del diván
Que de algún profesional
Me lleve por vericuetos
Que le dé razones
Para rotularme y tratarme
Y me anime a ser sin reprimentos
De conductas
Que en mí
NO ACEPTO
Sin título IV
Sin ser
El que soy
Que me abstraigo de mí
Para entrenar mi sentir
El ocaso y el crepúsculo de mí
En la penumbra
De mi pensamiento blanco…
…soy el ser que en un estanco
Se quedó
Para viririendo
MOviriendo…
…Para que servir
Sin ser vil
Y proseguir
Con tu OBRA
Creyendo en TU ideal
Sin desear más que el bien
A toda la humanidad
Realizar…
Sin título V
…Soy solo silencio…
…Soy estas palabras…
…Que me acompañan…
…Quieto…
…En el cenit austero…
…Soy asceta que despierto…
…Mirándome hacia dentro…
…Soy también la sonrisa…
Con la que dejaré de ser…
…Tan solo un sueño…
…Que batalla cada día…
…Por ser mejor que ayer y peor que mañana…
…Para morir con una sonrisa…
…cuando todos me lloren…
…En mi partida en el poniente…
… un once de noviembre de dos mil cuarenta y dos…
…Callaré para siempre mi voz…
…Mi recuerdo quedará como Oliverio Girondo dijo…
…“Basta que alguien me piense para ser solo un recuerdo”…
…si me interpretaron bien…
…Harán escuela quienes me comprendieron…
…Lo que aquí he dejado, por cierto…