Este martes la presidenta Cristina Fernández recibirá a la cúpula del Episcopado argentino luego del duro y polémico documento difundido por la Iglesia durante el mes de noviembre. Esta declaración será entregada en mano a la mandataria durante la reunión.
Alrededor de las 19 horas de este 18 de diciembre se harán presentes en la Casa Rosada el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), José María Arancedo junto los vicepresidentes Virgilio Bressanelli y Mario Cargnello, además del secretario general de la organización, monseñor Enrique Eguía Seguí. Allí tendrán una reunión con la presidenta Cristina Fernández que, a priori, está planteada como de “agenda abierta”.
Esta será la segunda reunión formal de la cúpula de la Iglesia Católica con la mandataria. La primera se realizó cuando Arancedo fue proclamado presidente la CEA en el año 2011.
Una agenda abierta pero previsible
Si bien la reunión no tiene temario establecido, desde el episcopado ya anunciaron que le entregarán en mano a la presidenta el documento que emitieron durante el mes de noviembre. En el mencionado texto, los obispos se manifestaron claramente en torno a diversas problemáticas sociales y políticas confrontando, en la mayoría de los casos (aunque no en todas) con distintas iniciativas gubernamentales.
Dando muestras del conservadurismo que rige en las altas esferas de la institución eclesiástica se afirma en el texto la oposición al matrimonio igualitario, a la despenalización del aborto, a la “politización” de los jóvenes e incluso, sutilmente, pone en duda la legalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (cuando todavía no se sabía que sucedería el 7D).
En un punteo que podría definirse como programático, la Iglesia Católica sostiene que “la dignidad de la vida desde la concepción hasta su término natural es la base de todos los derechos humanos. Reiteramos, una vez más, que el ordenamiento jurídico debe respetar el derecho a la vida”. Esta declaración va en consonancia con la “preocupación” planteada respecto a las audiencias sobre la reforma del Código Civil dónde está en debate el tema del aborto. Sin embargo, es necesario aclarar que ha sido el propio gobierno el que ha dejado caer año tras año los proyectos de despenalización del aborto presentados en el Congreso Nacional sin siquiera ser discutidos.
El documento también afirma que “la familia, fundada sobre el matrimonio entre varón y mujer, es un valor arraigado en nuestro pueblo. Anterior al Estado, es la base de toda la sociedad y nada puede reemplazarla”. Y agregan: “Vemos con preocupación una corriente cultural y un conjunto de iniciativas legislativas que parecen soslayar su importancia o dañar su identidad”. En este caso se apunta directamente a los avances en materia de derechos para parejas del mismo sexo. Tanto en lo que hace a la posibilidad de casarse como de adoptar hijos.
Otro de los puntos que los obispos ponen en cuestión es el de la educación. Pero no desde un pedido de mayor y mejor educación pública sino que afirman que “los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Tienen el derecho de que el sistema educativo no les imponga contenidos contrarios a sus convicciones morales y religiosa (…) La necesaria preparación para la vida cívica de niños y jóvenes debe excluir la politización prematura y partidista de los alumnos”. Aquí el llamado es a una supuesta “educación neutral” negando la posibilidad de que los jóvenes sean sujetos políticos capaces de actuar conscientemente sobre la sociedad en la que viven. Se puede interpretar a su vez como un cuestionamiento a la ley de “voto joven” aprobada recientemente por el Congreso.
Ligado directamente al punto anterior, el documento parece ir hundiéndose cada vez más en un sentido común conservador y simplista cuando ligan la delincuencia a la drogadicción. “La droga se extiende por el crecimiento del crimen del narcotráfico y la red de complicidades que lo sustentan. Pensamos que ésta es una de las causas principales de la proliferación del delito y de la consiguiente inseguridad” afirman.
Finalmente, hacen un llamado a la unidad y la reconciliación haciendo un poco feliz paralelismo entre el momento actual y la última dictadura militar: “A casi treinta años de la democracia, los argentinos corremos el peligro de dividirnos nuevamente en bandos irreconciliables”. Y en un sutil guiño que coincide con las críticas de algunos medios de comunicación hacia el gobierno aseguran que “se extiende el temor a que se acentúen estas divisiones y se ejerzan presiones que inhiban la libre expresión y la participación de todos en la vida cívica”.
Estos serán, seguramente, los ejes que la Iglesia quiera poner en discusión el próximo martes.