Por Mauricio Polchi
El domingo, el presidente Macri dijo que sobraban millones de empleados públicos. El lunes, el recorte se ejecutó en el área de Cultura. De una planta de 1000, casi 300 fueron suspendidos en la Biblioteca Nacional. El viernes, un grupo de intelectuales habían cuestionado el inminente ajuste. “Es un retroceso”, criticaron por adelantado en un comunicado conjunto. Las y los cesanteados reclaman la reincorporación.
Las señales
El domingo 20 de marzo Mauricio Macri fue tapa de los principales diarios de la Argentina. En la antesala de la visita del presidente Barak Obama, los matutinos de tirada nacional aprovecharon para ilustrar sus ediciones impresas con la imagen del mandatario anfitrión. “Hay un millón y medio de empleados públicos de más”, tiró Macri en cada una de las entrevistas y así justificó los despidos masivos en el Estado. Ese mismo día, la frase se reforzó por la tele, cuando en canal 7 se transmitió una nota grabada en el Centro Cultural Kirchner. Mientras ese mensaje aún flotaba en el aire, cientos de telegramas partían hacia la Biblioteca Nacional.
“Prescindiremos de su servicios a partir del 21 de abril”, arremete el breve y contundente telegrama de despido, que debe tomarse como el preaviso. En cada uno de ellos, se leían las mismas palabras. “Debidamente comunicado”, agregaba en el segundo renglón. La amenaza se concretó contra filósofos, escritores, sociólogos, músicos, docentes y poetas, entre otros. Esos, para el gobierno actual, son los que sobran.
El flamante titular de la Biblioteca Nacional es Alberto Manguel, quien aceptó entusiasmado el cargo. Sin embargo, tanta alegría no alcanzó para que se pusiera a trabajar de entrada. Por ahora sigue en Estados Unidos y se presume que vendrá en julio. En este contexto tan irregular, mientras Manguel aprovecha su estadía norteamericana, la interina Elsa Barber se encargó de firmar las desvinculaciones.
La funcionaria también se animó a cerrar los talleres gratuitos promovidos en la gestión de Horacio González, de la cual formó parte. Barber se justificó ante los delegados gremiales al decir que ella no tomó la decisión. O sea, según ella las decisiones se toman en Norteamérica pero el bisturí se pasa en Buenos Aires. Hasta ahora, ya se dieron de baja las actividades que iban desde literatura, ajedrez y cuento latinoamericano, a ópera, lunfardo y tango, entre muchos otros. Algunos docentes llevaban adelante sus clases desde hacía más de diez años.
Hace unos días, un destacado grupo de intelectuales como Christian Ferrer, Roberto Jacoby, Pablo Alabarces, Beatriz Sarlo, Maristella Svampa, Noé Jitrik, Marcelo Cohen, Roberto Gargarella, entre otros, alertó por el inminente ajuste en esta prestigiosa casa de estudios. En la carta, las y los investigadores, artistas y periodistas de distintas vertientes ideológicas y partidarias, exigían “máximo cuidado y precaución en el tratamiento de una institución (Biblioteca Nacional) que, en los últimos años, no sólo se orientó a preservar, acrecentar, registrar y difundir la memoria impresa de la Nación sino que a la vez fue un espacio de pluralismo y libertad de pensamiento”. Ante los recortes de personal, advertían que denunciaban “una pérdida y un retroceso”.
Los señalados
Unos 250 empleados, que conforman de la cuarta parte de la planta de la Biblioteca Nacional, fueron despedidos. La cifra es estimativa, ya que el Ministerio de Cultura que conduce Pablo Avelluto no proporcionó lista alguna y las y los trabajadores, que en este momento realizan asambleas en el imponente edificio de Agüero y Las Heras, temen que pueda aumentar con el correr de las horas. La tarea principal de sus funcionarios es custodiar el patrimonio bibliográfico.
“Tenemos algunos telegramas de gente con muchos años antigüedad, sin ningún miramiento respecto de sus capacidades, sus horarios, su trabajo, o a la función que desempeñan. La situación de perder el trabajo es algo que hace más de una década no se hablaba acá”, lamenta el delegado de la comisión interna de ATE, Sebastían Ablin.
“La situación no difiere del restos de los organismos en el Estado. Estábamos esperando que caigan las bombas, los despidos. Fue una espera intensa, muy larga y de mucho sufrimiento. Ahora llegaron los telegramas, no pudimos relevar la cantidad, pero calculamos que serán entre 250 y 300 despedidos”, aclara.
Para cerrar, mientras para ellas y ellos la espera sigue, grafica Ablin: “Estamos parados, no nos dan actividades, no nos dan tareas para hacer. Cuando hasta hace 4 meses teníamos una biblioteca florecida en cultura, en libros, en aprendizaje. Hoy está desierta. Esto lo hacen para tarde o temprano venir a justificar que nosotros no tenemos trabajo y nos echan. Y nos quitan el trabajo de la mano para echarnos. Quitan retenciones y, por otro lado, echan trabajadores. Es tan claro como cuando le sacan a los pobres y se lo dan a los ricos”.